La semilla del fracaso
El 24 de Octubre de 1929 una mujer está muy preocupada por su marido, el multimillonario Abraham Germansky. Ha desaparecido de su hogar. Llama a su abogado Mr. Sandler. Este pone un anuncio en el New York Times pidiendo información sobre el desaparecido. Este es el anuncio:
La semilla del fracaso
“Sandle dijo que la esposa de Germansky le contó que un amigo vio a su marido a última hora del jueves en Wall Street cerca del Mercado de Acciones. Según su información su marido iba desmenuzando y arrojando a la acera trozos de tira de cotización mientras caminaba hacia Broadway”
Jamás se le volvió a ver.
Pocos días después la mujer de un operador de bolsa enterada del enorme crash del mercado, también está muy preocupada por su marido. Espera su regreso al hogar, preparándose para consolarle y volver a una vida de mediocridad.
Su marido regresa. Pero no para decirle que se han arruinado, sino para decirla que ha sido su mejor día de negociación y son inmensamente ricos. De hecho ha ganado en un día el equivalente actual a 3 mil millones de dólares y acaba de convertirse en el hombre más rico del mundo. Su nombre se convertirá en leyenda: Jesse Lauriston Livermore.
En 1933 sólo cuatro años después, estaba arruinado. También desaparece del 1100 de Park Avenue.
Volvió, pero sólo para acabar con su vida.
Cuánto más éxito tengas, más convencido estarás de que estas haciendo las cosas bien y más vulnerable serás a tus errores. Como dijo Andy Grove (Fundador de Intel) “En el éxito está la semilla del fracaso”.
Esa semilla tiene que ver con tu emocionalidad y sesgos (*)
No intentes evitarlos porque fracasarás, eres humano.
Pero hay algo que puedes hacer: aprende a identificarlas.
No es tán fácil como parece.
Para ello deberás recorrer un camino que desarrolle aspectos como: la humildad, el pensamiento crítico y racional, la serendipia, la curiosidad, la organización, la lectura, la paciencia, ... Un camino reservado a unos pocos pues es un duro camino que nunca acaba.
¿No me crees? ¿Crees que tu lo tienes claro?
Bueno, Jesse también lo creía:
“El juego de la especulación es el juego más uniformemente fascinante del mundo. Pero no es un juego para estúpidos, perezosos mentales, personas emocionalmente poco equilibradas o aventureros que buscan hacerse ricos rápidamente. Morirán pobres.”
Cuando la próxima vez abras tu cuenta y veas la pasta que has ganado y te digas a ti mismo: “¡joder, pero que bueno que soy!” piensa que no le llegas ni a la suela del zapato a los personajes de mi pequeña historia y recuerda cómo acabaron.
Fuente: Morgan Housel
Comentarios
Publicar un comentario