Eric Ben-Artzi, el hombre que destapó los peores males del Deutsche Bank - similitudes con argentina que macana...

El ex-empleado de la entidad en Estados Unidos descubrió prácticas contables para ocultar pérdidas, lo que supuso el fin de su carrera



Eric Ben-Artzi, el hombre que destapó los peores males del Deutsche Bank


Los problemas que atraviesa el Deutsche Bank, el banco más importante de Alemania, ha trascendido las fronteras del país teutón y contagiado al resto de bolsas europeas. Ahora, con las aguas un poco más calmadas, parece que el fantasma del rescate público se aleja.

Pero no por ello desaparecen los problemas. La necesidad de ampliar capital sigue dando vueltas, y las dudas son difíciles de disipar. En la búsqueda de los orígenes de los males que achaca la entidad, aparece el nombre de un empleado.


Prácticas fraudulentas


Es la historia de Eric Ben-Artzi, digna de película. En 2010, se unió a la rama estadounidense del banco como empleado. Con la carrera de Matemáticas en su currículum, nada más llegar, notó que algo no iba bien. Detectó prácticas contables en años anteriores que permitían esconder los verdaderos riesgos a los que se enfrentaba el Deutsche en el campo de los productos derivados, los causantes de la Gran Recesión. “El banco estaba inflando su portafolio de derivados de créditos, que era la más grande de su clase en Wall Street. Me di cuenta de que las pérdidas se estaban escondiendo a la vez que el valor se inflaba, hasta el punto de que marcaba la diferencia entre que el banco fuera potencialmente solvente o no”, explicó en una entrevista en Promarket.

Ben-Artzi lo reportó a la línea interna del banco y llegó a reunirse con el abogado encargado de compliance, el departamento encargado de garantizar que se cumpla el marco legal y se eviten sanciones. La respuesta de la entidad fue hacer oídos sordos. De hecho, el abogado le dijo que no hiciera público nada, ya que debía ser tratado como algo confidencial. Ben-Artzi discrepó. Fue despedido por ello.


Ben-Artzi, el “chivato”


Así, cargado de documentos y junto a otros dos compañeros, decidió dar un paso más y en 2011 llevó a la autoridad regulatoria del mercado financiero, la Securities and Exchange Commission (SEC), documentación para denunciar las prácticas contables. Ahí sí le escucharon. Tras un largo proceso, en 2015 la SEC impuso una multa de 55 millones de euros a la entidad. Se estimó que ocultaron unos 12.000 millones de dólares en pérdidas.

Ben-Artzi, lejos de quedar contento con la sanción, sacó los colores a la SEC. Y es que la autoridad sancionó a la entidad, no a los directivos que promovían las prácticas contables fraudulentas, por lo que al final fueron los accionistas y los empleados los que pagaron los platos rotos. “En realidad, creo que el montante de la multa era el correcto. El problema se reduce a quién debe pagar”, dijo en clara referencia a los directivos.

De hecho, no se condenó a nadie. El único señalado fue el propio Ben-Artzi, que tiene la imagen de ‘chivato’ asociada a su nombre, lo que, según él, ha arruinado su carrera en Wall Street.


Sin recompensa


¿Qué ganó con todo esto? La SEC recompensó su soplo con 8,5 millones de dólares. Íntegro hasta el final, lo rechazó. Lo único que quería era que los responsables pagaran por sus decisiones.

En un reciente artículo en Financial Times explicó su decisión: la SEC es un organismo más en el que las puertas giratorias están a la orden del día. Quien hoy está en Deutsche, mañana puede estar en la SEC y viceversa. Argumenta que desde el regulador no quisieron ir contra los directivos por amiguismo.

Para muestra, Robert Rice, encargado de la investigación interna que hizo el Deutsche a raíz del escándalo y que pasó a la SEC en 2013, o Robert Khuzami, que del departamento jurídico en Estados Unidos de la entidad pasó al regulador.

Al final, unos se protegen a otros, tal y como demuestra la experiencia de Ben-Artzi.


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