El Sistema D

Sexo ilegal… drogas ilícitas… y rock ‘n’ roll pirateado. Además de contar con un lugar destacado en los registros contables del gobierno italiano, estas actividades coloridas comparten algo más en común…



Todas pertenecen a un mercado conocido por una variedad de nombres, la mayoría de los cuales son disfemismos poco imaginativos: mercado negro, economía sumergida, mercado paralelo… Usted conoce el resto.

Aquí, en Europa, este mismo mercado se conoce como “Sistema D”, abreviatura lingüística para “l’économie de la débrouillardise”, en el que un débrouillard es simplemente un individuo conocido por ser ingenioso… sobre todo en tiempos de adversidad. Esta persona es resistente… creativa… adaptativa… ágil y emprendedora.

El sistema en el que opera nuestro débrouillard es la economía de las soluciones alternativas, esa cuantiosa actividad comercial global que se mantiene “fuera de los libros”, invisible (o al menos no declarada) a los entrometidos organismos gubernamentales del mundo.

Fundamentalmente, el Sistema D y las personas que lo construyen y realizan transacciones en él se oponen firmemente a la depredación impositiva y a la coerción del gobierno: en otras palabras, al robo y a la agresión estatal.

Es probable que usted ya conozca a algunos de estos individuos…

El caballero indocumentado que corta el césped por dinero en efectivo… la vecina que de vez en cuando cuida a los niños… el estudiante que acaba de crear una lista no autorizada de temas musicales para su novia de la universidad… estos operadores de puestos de limonada…

Son todos parte del Sistema D.
Y ahora, en gran medida gracias a la descentralización de la información, que atraviesa una etapa de expansión sin precedentes, esta economía vital y robusta está disfrutando de un mercado alcista como nunca antes se había visto en la historia humana. Como era de esperar, las oportunidades en este ámbito abundan.

Actualmente se estima que la economía informal representa alrededor de la mitad de la fuerza laboral mundial, y se prevé que para finales de la década va a incluir a dos de cada tres trabajadores. Una vez más, para que quede claro… esto representa a dos tercios de la totalidad de la fuerza laboral mundial para el año 2020. Dicho de otra manera, el Sistema D está creciendo rápidamente y está a punto de convertirse en el mayor mercado en la Tierra… si es que ya no lo es.

Que el sector voluntario del mercado global se esté expandiendo a este ritmo imparable no es de extrañar. Considere la alternativa: el comercio aprobado por el gobierno. Burocrático por naturaleza, es costoso, ineficiente y, sobre todo, amañado en contra de los “extraños” (es decir, de todo aquel que no esté políticamente conectado).




En la medida en que los Estados-nación intentan restringir el comercio, socavar la innovación y “controlar” la destrucción creativa, el incentivo para actuar fuera del alcance de sus garras se vuelve aún más atractivo.

En pocos lugares del mundo esta huida de la actividad económica “formal” a la “informal” es más pronunciada que aquí en Italia. Con una larga y orgullosa historia de evasión fiscal y negocios familiares, los romanos mantienen desde un tercio a la mitad (y quizás más) de sus transacciones comerciales como privadas… fuera de los libros… no declaradas. Esta tendencia existe en oposición directa a la corrupción de los políticos de este país.

Por supuesto, eso no quiere decir que los sabelotodo del Parlamento se privan de hacerse de lo que puedan mientras puedan. De hecho, la “carrera evolutiva” entre los mercados libres y los regulados por el gobierno brindan aquí un espectáculo muy entretenido, algo digno de contemplarse con asombro y admiración.

A principios de este mismo año, por ejemplo, el gobierno italiano anunció que iba a comenzar a incluir la actividad del “mercado negro” en sus propios cálculos del PBI. Es que la Unión Europea limita a sus países miembros, Italia incluida, a gastar no más del 3% de su PBI.

Como sabemos, a los políticos no les hace gracia que les digan que no pueden gastar el dinero de otras personas. ¿La solución? Retocar las cifras mediante la inclusión de las estimaciones de venta de cocaína, los ingresos del trabajo sexual, el tráfico de armas y demás. El subsecuente aumento en el PBI –que es una medida falsa de la vitalidad de una economía– proporcionaría al gobierno italiano una ratio de déficit cosméticamente mejorado, permitiendo que los politici utilicen la tarjeta de crédito nacional con más liberalidad.

Y ahí lo tienen… un balance contable gubernamental “estimulado” por el sexo, las drogas y el tráfico de armas. ¿Quién podría haberlo imaginado?




Tal flagrante prestidigitación contable es, por supuesto, una farsa. Al “contar” las mismas actividades que deja fuera de la ley, Italia se basa efectivamente en quienes rompen sus propias reglas y leyes con el fin de que el país cumpla las reglas y leyes de la UE. Los políticos “quieren quedarse con el pastel y comérselo también”, como vulgarmente se dice.

Pero como demuestra la historia, aquellos que desean “quedarse con el pastel y comérselo también” acaban sin una cosa ni la otra. Algunos de los más vibrantes mercados del Sistema D en el planeta están floreciendo bajo las jurisdicciones imaginarias de los gobiernos más corruptos del mundo. Tomemos, por ejemplo, el caso de Argentina…

El perpetuamente agitado peso argentino está fallando una vez más, llevado a su destrucción por un sistema político que cabría definir como “Ineptocracia.”

Y, sin embargo, es en este terreno fértil en el que el mejor exponente de solución alternativa en materia monetaria – Bitcoin – está encontrando una ansiosa adopción. (El propio autor de este escrito se enteró de la existencia de la criptomoneda cuando vivía en Buenos Aires hace unos tres años).

Apenas empezaban a circular las noticias del inminente default del gobierno cuando el procesador de pagos BitPagos anunció el lanzamiento de Ripio, un nuevo servicio que permite a los consumidores en Argentina comprar pequeñas cantidades de bitcoins en más de 8.000 tiendas.

Innovaciones como éstas apuntan a servir a los sub-bancarizados y a los no-bancarizados, permitiéndoles ahorrar, invertir y realizar transacciones en una moneda que ningún gobierno de la Tierra jamás podrá inflar hasta destruirla.

Al considerar el mercado de más rápido crecimiento en el mundo, quizás debería detenerse en algunas cuestiones. Pregúntese a sí mismo…

¿Es usted una parte de este mercado? ¿Apunta su negocio a satisfacer las necesidades de su creciente base de clientes? ¿Están sus inversiones – dinero… tiempo… estilo de vida, etc. – colocadas de tal manera que usted pueda beneficiarse de esta monumental tendencia? ¿Acepta usted Bitcoin como forma de pago? ¿Utiliza (o incluso proporciona) servicios como Uber o Lyft? ¿Está trabajando activamente para internacionalizar y diversificar sus activos e intereses?

Las fronteras políticas – utilizadas por los gobiernos para arrear, apalear y exprimir la actividad del mercado – son cada vez más impotentes frente a las transacciones del mercado voluntario, tanto en línea como fuera de línea. Las estructuras de poder centralizadas (en particular los Estados-nación) son expuestas cada vez más como frágiles, incapaces de adaptarse o evolucionar, y con un pie ya en el pozo de brea de la historia.

Para los interesados ​​en la construcción de un mañana mejor, más libre, cuanto antes se extingan dichas estructuras, mejor.

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