EE. UU. oculta que terroristas sirios perpetraron ataque con gas que les dio Arabia Saudita

Rebeldes y residentes locales acusan al príncipe saudita Bandar bin Sultan de proporcionar armas químicas a un grupo rebelde ligado a al-Qaeda.


Ghuta, Siria. A medida que toma impulso la maquinaria para una intervención militar contra Siria encabezada por Estados Unidos tras el ataque de armas químicas de la semana pasada, los estadounidenses y sus aliados pueden estar dirigiendo su atención a un falso culpable.

Eso parecen indicar entrevistas con gente en Damasco y Ghuta, un suburbio de la capital de Siria, donde la organización humanitaria Médicos sin Fronteras dijo que al menos 355 personas murieron la semana pasada afectadas por lo que se cree es un agente neurotóxico.

Los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, así como la Liga Árabe, han acusado al régimen del Presidente sirio Bashar al-Assad de llevar a cabo el ataque de armas químicas, dirigido principalmente contra civiles. Buques de guerra de Estados Unidos están en el Mediterráneo listos para lanzar ataques militares contra Siria en castigo por llevar a cabo un ataque con armas químicas. Los Estados Unidos y otros no están interesados en examinar cualquier indicio en contrario, y el Secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, dijo el lunes que la culpa de Assad era “un juicio [...] ya ha quedado claro al mundo.”

Sin embargo, de numerosas entrevistas con médicos, residentes de Ghuta, combatientes rebeldes y sus familias, surge una imagen diferente. Muchos de los entrevistados creen que ciertos rebeldes recibieron armas químicas del jefe de Inteligencia saudita, el príncipe Bandar bin Sultan, y fueron los encargados de llevar a cabo el ataque con gas.

“Hace dos semanas mi hijo se me acercó preguntando por lo que yo pensé eran las armas que le habían pedido llevar”, dijo Abu Abdel-Moneim, quien vive en Ghuta y es padre de un rebelde que lucha por derrocar a Assad,

Abdel-Moneim dijo que su hijo y a otros 12 rebeldes murieron en el interior de un túnel utilizado para almacenar armas proporcionadas por un insurrecto saudita, conocido como Abu Ayesha, que dirigía un batallón. El padre describió las armas diciendo que tenían una “estructura tubular”, mientras que otras eran como una “botella de gas enorme”.

Pobladores de Ghuta dijeron que los rebeldes estaban usando mezquitas y casas particulares para dormir, mientras sus armas estaban guardadas en los túneles.

Abdel-Moneim dijo que su hijo y los otros murieron durante el ataque de las armas químicas. Ese mismo día, el grupo rebelde Jabhat al-Nusra, vinculado a al-Qaeda, anunció que en aparente represalia [por lo de Ghuta] atacaría del mismo modo a civiles en el bastión del régimen Assad, Latakia, que está en la costa occidental de Siria.

“No nos dijeron cuáles eran esas armas o cómo usarlas”, se quejó una combatiente llamada K; “no sabíamos que eran armas químicas. Nunca nos imaginamos que eran armas químicas”.

“Cuando el príncipe saudita Bandar da esas armas a la gente, debe entregarlas a los que saben cómo manipularlas y utilizarlas”, advirtió. Ella, como otros sirios, no desea utilizar sus nombres completos por temor a represalias.

Un bien conocido jefe rebelde de Ghuta, llamado J, estuvo de acuerdo. “Los insurrectos de Jabhat al-Nusra no cooperan con otros rebeldes, excepto en lo que atañe a los combates. No comparten información secreta. Simplemente usaron a algunos rebeldes sin preparación para el transporte y uso de este material”, dijo.

“Teníamos mucha curiosidad por estas armas. Y por desgracia, algunos de los combatientes las manipularon incorrectamente y se desencadenó la explosión”, dijo J.

Los médicos que trataron a las víctimas de los ataques con armas químicas advirtieron a los entrevistadores para que sean cuidadosos acerca de preguntar y averiguar quiénes, exactamente, eran los responsables de esta agresión mortal.

El grupo humanitario Médicos sin Fronteras agregó que los trabajadores de la salud que socorrieron a 3.600 pacientes también informaron que experimentaban síntomas similares a los de las víctimas, como botar espuma por la boca, dificultad para respirar, convulsiones y visión borrosa. El grupo no pudo verificar independientemente la información.

Más de una docena de rebeldes entrevistados informaron que sus salarios provenían del gobierno saudita.

Participación de Arabia Saudita
En un reciente artículo de Business Insider, el reportero Geoffrey Ingersoll destacó el papel del príncipe Saudí Bandar en la guerra civil siria, que ya se prolonga dos años y medio. Muchos observadores creen que Bandar, con sus estrechos lazos con Washington, ha estado en el centro de la ofensiva política y propagandística para que los Estados Unidos haga la guerra contra Assad.

Ingersoll se refirió a un artículo publicado en Daily Telegraph, del Reino Unido, sobre conversaciones secretas entre Rusia y Arabia Saudita y sostuvo que Bandar ofreció el Presidente ruso Vladimir Putin petróleo barato a cambio de deshacerse de Assad.

“El príncipe Bandar se comprometió a salvaguardar la base naval rusa en Siria si es derrocado el régimen de Assad, pero también insinuó ataques terroristas chechenos en los Juegos Olímpicos de Rusia de Invierno en Sochi, si no se llegaba a ningún acuerdo”, escribió Ingersoll.

“Puedo darle una garantía para proteger los Juegos Olímpicos el año que viene. Los grupos chechenos que amenazan la seguridad de los juegos están controlados por nosotros”, dijo presuntamente Bandar a los rusos.

“Junto con funcionarios de Arabia Saudita, se cree que los Estados Unidos dieron al jefe de Inteligencia Saudita la aprobación para llevar a cabo las negociaciones con Rusia, lo que no es ninguna sorpresa”, escribió Ingersoll.

“Bandar se educó en los Estados Unidos, tanto en lo militar como en lo académico, se desempeñó como embajador saudita muy influyente en los Estados Unidos, y la CIA está totalmente encariñada con este tipo”, agregó.

Según el diario The Independent, del Reino Unido, fue la Agencia de inteligencia del Príncipe Bandar la primera, en febrero, en poner en conocimiento de los aliados occidentales acusaciones sobre el uso del gas sarín por parte del régimen sirio.

The Wall Street Journal informó recientemente que la CIA se dio cuenta de que Arabia Saudita era “seria” en su propósito de derrocar a Assad cuando el rey saudita nombró al príncipe Bandar para que se haga cargo de la tarea.

“Ellos creían que el Príncipe Bandar, veterano de las intrigas diplomáticas de Washington y el mundo árabe, podría entregar lo que la CIA no pudo: aviones cargados de dinero y armas y —como un diplomático de Estados Unidos dijo— wasta, palabra árabe que designa maniobras ocultas”, dijo.

Bandar, informó el WSJ, ha estado promoviendo los principales objetivos de la política exterior de Arabia Saudita, que son derrotar a Assad y a sus aliados iraníes y Hezbolláh.

Para ello, Bandar trabajó convenciendo a Washington para apoyar un programa para armar y entrenar a los rebeldes en una base militar en Jordania.

El periódico informa que se reunió con los “jordanos, que estaban inquietos por [el uso de] esa base”:
Sus reuniones en Ammán con el rey Abdullah de Jordania a veces se prolongaron hasta ocho horas en una sola sesión. “¿El rey bromeaba: ' Oh, ¿Bandar viene otra vez? Separemos dos días para la reunión”, dijo una persona enterada de las reuniones.

La dependencia financiera de Jordania de Arabia Saudita puede haber dado fuerte influencia a los sauditas. Un centro de operaciones en Jordania empezó a funcionar en el verano de 2012, incluyendo una pista de aterrizaje y almacenes de armas. Llegaron fusiles AK-47 y municiones adquiridos por Arabia Saudita, informó el WSJ, citando a funcionarios árabes.

Aunque Arabia Saudita ha declarado oficialmente que apoyó a los rebeldes más moderados, el diario informó que “de paso se estaban enviando fondos y armas a los radicales, simplemente para contrarrestar la influencia de islamistas rivales respaldados por Qatar”.

Pero los rebeldes entrevistados dijeron que los terroristas de al-Qaida en Siria conocen al príncipe Bandar como al-Habib, en árabe “El Querido”.

Peter Oborne, escribiendo en el Daily Telegraph el jueves, ha emitido una señal de precaución sobre el apresuramiento de Washington para castigar al gobierno de Assad con ataques “limitados” con los que no se pretende derrocar al dirigente sirio sino disminuir su capacidad de usar armas químicas:
Consideremos esto: los únicos beneficiarios de la atrocidad han sido los rebeldes, que están perdiendo la guerra y que ahora tienen a los EE. UU. y Gran Bretaña listos para intervenir a su lado. Aunque parece haber pocas dudas de que se utilizaron armas químicas, hay duda sobre quién las empleó.

Es importante recordar que antes se acusó a Assad de usar gas venenoso contra los civiles. Pero en esa ocasión, Carla del Ponte, una comisionada de la ONU sobre Siria, llegó a la conclusión de que probablemente los rebeldes, no Assad, eran los responsables.

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