Carroñeros
Por Alfredo Zaiat
Los fondos financieros de alta especulación dedicados a cobrar vía la acción en tribunales amigos, como el de Thomas Griesa y el de la cámara de apelaciones del segundo circuito de Manhattan, denominados buitres en la consideración internacional, no son protagonistas ingenuos de la globalización del capital, ni acreedores de buena voluntad ni actores interesados en participar del juego del mercado de deuda, espacio donde se gana y se pierde con apuestas más o menos arriesgadas con el sube y baja de las cotizaciones. A esos fondos no les interesa ser parte de las reglas del negocio de bonos soberanos, donde interviene la oferta y la demanda, sino que el método para contabilizar ganancias fabulosas es hacer juicios a acreedores vulnerables. Los adoradores del libre mercado, que exponen al bursátil como el paradigma de la concurrencia de diferentes operadores para la definición del precio de equilibrio de los activos, quedan descolocados con los carroñeros de las finanzas. Los buitres no pretenden cobrar por mecanismos del mercado de deuda, sino por vía judicial. Son grupos con mucho poder construido desde su riqueza financiera, utilizada para pagar las cuentas de organizaciones de lobby y ganar el apoyo de congresistas republicanos y demócratas con aportes para campañas electorales. También les sirve para obtener sentencias de amigables jueces de Nueva York. Es tan notable esa comunión de intereses que Argentina está peleando en diferentes tribunales de potencias económicas contra esos fondos, en casi todos con éxito, salvo en el de Nueva York.
La apuesta de los buitres sobre la Argentina es una de las más audaces luego de la realizada en Rusia durante las privatizaciones de los ’90. El fondo buitre de Kenneth Dart había adquirido porcentajes de empresas petroleras, de telefonía y electricidad rusas especulando con elevadas ganancias en los anunciados procesos de reestructuración de pasivos y fusiones. No le fue sencillo a Dart en los litigios y disputas por el control de las compañías, porque en Rusia no regían las leyes contractuales anglosajonas, sino las de la mafia rusa, que envió mensajes contundentes para que el millonario estadounidense radicado en el paraíso fiscal de las islas Caimán disminuyera sus ambiciones. Lo hizo, aunque igual contabilizó utilidades importantes.
Los buitres, además de posar sus garras en una presa grande (Argentina), han estado atacando países pobres de Africa. Las víctimas de sus estrategias judiciales fueron la República Democrática del Congo, el Congo Braseville, Liberia, Zambia. Compraron deuda pública de esos países a precio muy bajo esperando que organismos internacionales de ayuda para combatir la pobreza o potencias económicas cancelaran la deuda o concedieran financiamiento para el desarrollo para exigir ante la Justicia el cobro de esos bonos. Dinero destinado a países muy pobres terminó en las cuentas de fondos buitre. Uno de esos casos data de septiembre de 2004, cuando el buitre FG Hemisphere Fund demandó a la República Democrática de Congo por 105 millones de dólares de un préstamo original de 30 millones de dólares contraído en 1980, cuando gobernaba el dictador Mobutu Sese Seko. Un tribunal de Sudáfrica sentenció en 2008 que FG Hemisphere podía cobrar de los pagos que Sudáfrica realizaba por la compra de electricidad a la República Democrática de Congo.
Según la ONG Jubilee Debt Campaing, al menos 54 fondos buitre, la mayoría radicados en paraísos fiscales, han iniciado procesos legales en los últimos años contra doce de los países más pobres del mundo, por un monto total de 1500 millones de dólares. El Banco Africano de Desarrollo ofrece asistencia jurídica a esas naciones.
Los países atacados por los buitres tratan de defender su soberanía y finanzas. Es lo que hace la Argentina. Se defiende en los juicios (obtuvo fallos favorables en casi treinta litigios), busca apoyo de naciones amigas y de la mayoría de los grandes acreedores y recibe el respaldo discursivo de países y organismos internacionales pese a que no simpatizan con la orientación de la política económica (Estados Unidos y el FMI expresaron una posición crítica sobre los buitres). También diseña una estrategia financiera como la presentada ayer para no convalidar la injusticia de privilegiar a los buitres sobre el resto de los acreedores.
nota original
Los fondos financieros de alta especulación dedicados a cobrar vía la acción en tribunales amigos, como el de Thomas Griesa y el de la cámara de apelaciones del segundo circuito de Manhattan, denominados buitres en la consideración internacional, no son protagonistas ingenuos de la globalización del capital, ni acreedores de buena voluntad ni actores interesados en participar del juego del mercado de deuda, espacio donde se gana y se pierde con apuestas más o menos arriesgadas con el sube y baja de las cotizaciones. A esos fondos no les interesa ser parte de las reglas del negocio de bonos soberanos, donde interviene la oferta y la demanda, sino que el método para contabilizar ganancias fabulosas es hacer juicios a acreedores vulnerables. Los adoradores del libre mercado, que exponen al bursátil como el paradigma de la concurrencia de diferentes operadores para la definición del precio de equilibrio de los activos, quedan descolocados con los carroñeros de las finanzas. Los buitres no pretenden cobrar por mecanismos del mercado de deuda, sino por vía judicial. Son grupos con mucho poder construido desde su riqueza financiera, utilizada para pagar las cuentas de organizaciones de lobby y ganar el apoyo de congresistas republicanos y demócratas con aportes para campañas electorales. También les sirve para obtener sentencias de amigables jueces de Nueva York. Es tan notable esa comunión de intereses que Argentina está peleando en diferentes tribunales de potencias económicas contra esos fondos, en casi todos con éxito, salvo en el de Nueva York.
La apuesta de los buitres sobre la Argentina es una de las más audaces luego de la realizada en Rusia durante las privatizaciones de los ’90. El fondo buitre de Kenneth Dart había adquirido porcentajes de empresas petroleras, de telefonía y electricidad rusas especulando con elevadas ganancias en los anunciados procesos de reestructuración de pasivos y fusiones. No le fue sencillo a Dart en los litigios y disputas por el control de las compañías, porque en Rusia no regían las leyes contractuales anglosajonas, sino las de la mafia rusa, que envió mensajes contundentes para que el millonario estadounidense radicado en el paraíso fiscal de las islas Caimán disminuyera sus ambiciones. Lo hizo, aunque igual contabilizó utilidades importantes.
Los buitres, además de posar sus garras en una presa grande (Argentina), han estado atacando países pobres de Africa. Las víctimas de sus estrategias judiciales fueron la República Democrática del Congo, el Congo Braseville, Liberia, Zambia. Compraron deuda pública de esos países a precio muy bajo esperando que organismos internacionales de ayuda para combatir la pobreza o potencias económicas cancelaran la deuda o concedieran financiamiento para el desarrollo para exigir ante la Justicia el cobro de esos bonos. Dinero destinado a países muy pobres terminó en las cuentas de fondos buitre. Uno de esos casos data de septiembre de 2004, cuando el buitre FG Hemisphere Fund demandó a la República Democrática de Congo por 105 millones de dólares de un préstamo original de 30 millones de dólares contraído en 1980, cuando gobernaba el dictador Mobutu Sese Seko. Un tribunal de Sudáfrica sentenció en 2008 que FG Hemisphere podía cobrar de los pagos que Sudáfrica realizaba por la compra de electricidad a la República Democrática de Congo.
Según la ONG Jubilee Debt Campaing, al menos 54 fondos buitre, la mayoría radicados en paraísos fiscales, han iniciado procesos legales en los últimos años contra doce de los países más pobres del mundo, por un monto total de 1500 millones de dólares. El Banco Africano de Desarrollo ofrece asistencia jurídica a esas naciones.
Los países atacados por los buitres tratan de defender su soberanía y finanzas. Es lo que hace la Argentina. Se defiende en los juicios (obtuvo fallos favorables en casi treinta litigios), busca apoyo de naciones amigas y de la mayoría de los grandes acreedores y recibe el respaldo discursivo de países y organismos internacionales pese a que no simpatizan con la orientación de la política económica (Estados Unidos y el FMI expresaron una posición crítica sobre los buitres). También diseña una estrategia financiera como la presentada ayer para no convalidar la injusticia de privilegiar a los buitres sobre el resto de los acreedores.
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