Iraq, diez años de mentiras - gobierno, medios comunicacion, alianzas militares, organismo internacionales, todos mintieron y cubrieron el negocio y robo por parte de EEUU.

La guerra de semanas que duró años. Operación libertad iraquí. Guerra global contra el terrorismo. Son algunos de los nombres referidos a la invasión estadounidense en Irak. Una invasión que según el informe “Los costes de la guerra” ha supuesto 1´3 billones de euros y 134.000 vidas de civiles.


en esto se gasto la guita EEUU, y todo el mundo pago su guerra con la crisis del 2008 que sigue hoy...

Esta semana se cumple el décimo aniversario de la invasión estadounidense en territorio iraquí que contó con la ayuda de la España de Aznar y la Gran Bretaña de Blair. En un principio se estimaba que en el peor de los casos costaría 60.000 millones de dólares y se prolongaría durante un máximo de 3 semanas. Siete años después había sido el conflicto más caro del país norteamericano –solo superado por la Segunda Guerra Mundial-. La invasión –que no guerra- al país iraquí se justificó por la sospecha de armas de destrucción masiva en manos del dictador Saddam Hussein. Sin embargo, observadores de la ONU advirtieron a la administración Bush que no habían encontrado rastro de ellas en sus controles. Evidentemente esto fue omitido por los republicanos que estaban más atraídos por el petróleo que por ayudar al pueblo iraquí. Un informe publicado por Integridad Pública ha contabilizado 935 declaraciones falsas de Bush en un periodo de 2 años, para tantear el terreno prebélico. Mientras, en sus discursos, el presidente de Estados Unidos seguía preguntándose: ¿Por qué nos odia? Si somos tan buenos…

Un soldado observa el derribo de la estatua de Saddam Hussein 20 días después del inicio de la invasión (Reuters) Muchos fueron los desastres que se cometieron. Fue una invasión sin un plan claro, falto de previsión y sin atender ni entender la cultura del país de Oriente Próximo. A ciegas. Poco se habla además de la gran amistad que mantenían Bush con Hussein cuando aun era un aliado estratégico contra Irán y no el gran enemigo a batir.

Estados Unidos apoyó con armas y dinero al dictador durante sus tiempos más escabrosos –cuando lanzó gases lacrimógenos con su población kurda-. Pero sin duda, la revolución de los abusos cometidos llegó de la mano de Julian Assange. El editor de Wikileaks reveló más de 400.000 documentos en los que había constancia de los sistemáticos abusos y torturas –con incluso cigarrillos o descargas- de soldados a detenidos y de agresiones indiscriminadas contra civiles. Documentos que plasmaban el conocimiento y pasividad desde Washington.

10 años después de la intervención, Irak no es mucho más seguro ni estable. Según varios estudios, está entre los 10 primeros estados fallidos y se encuentra entre los cinco primeros puestos de países más corruptos. Además, de ser el tercer país más peligroso y Bagdad, la ciudad con peor calidad de vida. A pesar de los miles de millones invertidos, las infraestructuras siguen destruidas y el 40% de la población no tiene acceso a agua potable. Aunque la productividad de petróleo está al alza, sus beneficios son intrincados por la corrupción. Se estima que cada semana mueren en atentados medio centenar de personas. Las tropas internacionales tal como llegaron, se fueron. Sin un plan previo ni posterior. Y dejando al país en condiciones no mucho mejores que cuando llegaron desprendiendo seguridad y democracia.

Pero la mala praxis en Iraq no solo salpica a Estados Unidos. Hace poco, el diario El País sacaba a la luz un vídeo en el que soldados españoles cometían abusos y se mofaban de un detenido. El escándalo, sin embargo va más allá. Al poco de dar la exclusiva, el prestigioso fotoperiodista Gervasio Sánchez denunciaba a través de una red social como tanto el periódico, como jueces y ministros habían hecho caso omiso cuando él mismo les alertó de esta situación.

Ahora, tantos años después, todos se hacen los sorprendidos. No todo vale más tarde que nunca. Según ha publicado recientemente en su blog “El País estaba obligado por motivos profesionales, éticos y morales a seguir este caso, algo que evidentemente no hizo. Pudo haber utilizado su gran influencia para ayudar a resolver el caso de un antiguo trabajador-colaborador del diario. Con acceso directo al Ministro de Defensa y a los miembros de su gabinete, pudo haber influido muy positivamente en la resolución de aquel escandaloso caso”. Además de señalar que “Bono había pedido a varios periodistas de medios ideológicamente cercanos al PSOE, entre los que estaba Miguel González, que evitasen criticar cualquier situación relacionada con la misión española o estadounidense”. El periodista aporta pruebas fehacientes de cómo los altos responsables de ministerios y medios de comunicación estaban al tanto. Pero una vez más queda patente cómo los intereses económico-políticos están por encima de la independencia y rigor de la información. Las guerras del siglo XXI se justifican en defensa de los derechos humanos, y estas guerras comienzan a librarse en los medios de comunicación. Hoy en día, más que nunca la información es poder.

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