Chipre, la nueva pesadilla de los ahorristas

Las críticas a la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) se han centrado en sus escasamente exitosos rescates y programas de austeridad que han profundizado la recesión en Grecia, España, Portugal e Italia.



El caso de Chipre deja al descubierto un flanco menos vinculado a la ortodoxia neoliberal del ajuste: la mera incompetencia.

El impuesto a los depósitos bancarios como parte del rescate de 10.000 millones de euros ha puesto en tela de juicio un principio que los tres miembros de la Troika han reivindicado a rajatabla en especial con el mundo en desarrollo: la seguridad jurídica.

Este principio no se limita al campo legal: su impacto económico global puede ser devastador.

Según el editor asociado del Financial Times Wolfgang Münchau, la Unión Europea (UE) incumplió con sus propias reglas de juego.

"Con el recorte a los depósitos de los ahorristas de Chipre, la eurozona efectivamente incumplió la garantía de depósitos bancarios que se creó en 2008 después de la quiebra de Lehman Brothers", escribió Münchau en su blog.

En el aire flota el fantasma de un contagio europeo que termine en una corrida en la que los ahorristas busquen sacar sus depósitos antes de que se los quiten.

Epidemias económicas
En agosto del año pasado el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, calmó las aguas de la eurozona diciendo que estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para salvar al euro.

El anuncio puso fin a la fuga de capitales que entre 2011 y agosto de 2012 había sumado más de 700.000 millones de euros.

Entre septiembre y diciembre del año pasado se registró el regreso de unos 100.000 millones de euros a la periferia de la eurozona, evento que fue saludado como el fin de la crisis.

El miembro más pequeño de la Unión Europea (Chipre) con poco más de un millón de personas y menos del 1% del PIB de la eurozona está poniendo en entredicho ese presunto fin de la crisis.

Al rechazar el acuerdo alcanzado por la Troika este martes el parlamento ha puesto sobre la mesa la posibilidad de una caída del sistema bancario de Chipre y su salida de la eurozona, primer caso desde que entró en pleno funcionamiento el euro en 2002.

Dado su escaso peso específico Chipre no afecta a la eurozona por sí mismo sino por el temor que inspira de un efecto dominó.

Desde que estalló la crisis de la deuda soberana en 2010, Grecia ha estado varias veces a punto de dar el portazo al euro. Dada la gran exposición que Chipre tiene con Grecia y los graves problemas económicos helénicos, los cañones no tardarían en apuntar a Atenas: Portugal y España serían los próximos en la lista.

Una crisis de la deuda soberana es simultáneamente una crisis bancaria: grandes entidades alemanas, británicas y francesas están expuestas con préstamos a países periféricos.

Este escenario de terror que Draghi consiguió neutralizar con su anuncio en agosto del año pasado está de nuevo entre nosotros.

Alternativas
En una muestra de humor greco-chipriota está ciculando en internet la imagen de una persona que va a sacar dinero de un cajero automático en la capital Nicosia y encuentra la imagen sonriente de Angela Merkel con su dedo apuntando al cielo en un inequívoco gesto.

Mantener los bancos cerrados y los cajeros automáticos secos es una manera de ganar tiempo para encontrar una alternativa: el problema es hallarla.

Rusia es la primera fuente de posible ayuda. El ministro de finanzas Michael Sarris voló a Moscú para convencer al gobierno de Vladimir Putin que le de un préstamo para apuntalar a su sistema bancario.

A cambio, Chipre podría ofrecer la perspectiva de explotación gasífera y que sus mismos bancos sean absorbidos por entidades rusas.

Un 40% de los depósitos en los bancos chipriotas son de extranjeros: unos 20.000 millones de euros pertenecen a rusos.

Pero hacerse con los bancos es una apuesta de alto riesgo financiero y tiene además un ineludible impacto político-diplomático: Rusia pasaría a dominar el sector financiero de un país de la eurozona.

Si no es Rusia podría ser la Unión Europea la que ceda inyectando nuevos fondos a través del Mecanismo para la Estabilidad Europea, aunque no está claro si esta medida sería legal en Alemania.

En caso de que ninguna de estas dos alternativas sucedan, los bancos seguirían cerrados y la situación podría empantanarse hasta la próxima reunión del Banco Central Europeo (BCE) el 28 de marzo, convertido en virtual día D para que Europa tire la toalla y deje caer el sistema financiero chipriota que, literalmente, se quedaría sin dinero.

¿Quién paga?
La crisis y la improvisación de las propuestas acordadas por la Troika con el gobierno chipriota ha abierto flancos para una solución más “progresista” de la crisis.

Los programas de austeridad dan como cosa juzgada que las clases medias y los más pobres tendrán que hacerse cargo con recortes a los servicios sociales y nuevos impuestos del pesado legado que dejó el estallido financiero de 2008.

El plan del gobierno chipriota tenía una pata muy floja: penalizaba a todo el mundo. El paquete incluía un impuesto del 6,75% sobre los ahorros de hasta 100 mil euros y de 9,9% de ahí en más.

Según el editor asociado del Financial Times, Wolfang Münchau, se puede salvaguardar la seguridad jurídica y la salud de los bancos castigando a los que más tienen.

"Legalmente, se trata de un impuesto a la riqueza. En términos económicos, es una quita. Estoy a favor de una quita, o impuesto sobre los depósitos superiores a 100.000 euros, que es la porción no cubierta por la garantía de seguro de depósito", señala Münchau.

Esto protegería a los pequeños ahorristas y jubilados que han protestado contra la medida y penalizaría a las grandes sumas en un sistema que funciona como banca offshore (fuera del lugar de residencia del depositante y con grandes ventajas a nivel de opacidad y secreto bancario).

Según Erik Nielsen de UniCredit, los depositantes en Chipre se han beneficiado con ganancias que son imposibles de encontrar en otros lugares.

"Un chipriota o extranjero que depositó 100.000 euros en 2008 ganó 15.000 euros más que si los hubiera depositado en Italia o España. No creo que estos países europeos simpatizarán mucho con lo que les pase a estos depositantes", declaró Nielsen al Financial Times.

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