Xi Jinping asume el liderazgo en China #divisasweb #forex
Xi hereda una China en pleno cambio, que pretende mantener su rango de segunda economía mundial, detrás de Estados Unidos, y que forma parte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Los herederos de Mao Zedong designan esta semana al hombre que dirigirá los destinos de China: un país convertido en una formidable potencia económica y controlado con mano de hierro por el Partido Comunista, poco dispuesto a ceder poderes a una sociedad ávida de cambios en la era de Internet. Xi Jinping, de 59 años, un hombre del aparato del partido, desconocido por el gran público, tomará el relevo de Hu Jintao, diez años mayor que él, al frente de un partido único de 82 millones de miembros, que se reunirá a partir de mañana en su 18º Congreso en el Gran Palacio del Pueblo de Beijing, junto a la plaza Tiananmen.
Xi, designado como sucesor, es vicepresidente del Estado chino desde 2008. Su esperado nombramiento como secretario general del Partido Comunista Chino (PCC) lo convierte ipso facto en el próximo presidente de la República Popular, una formalidad prevista para marzo de 2013, en la reunión anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP, Parlamento). Xi hereda una China en pleno cambio, que pretende mantener su rango de segunda economía mundial, detrás de Estados Unidos, y que forma parte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, organismo insoslayable en la búsqueda de acuerdos en conflictos abiertos como los de Siria, Irán o Corea del Norte.
Potencia marítima en ascenso, China hace oír de manera firme sus reivindicaciones en litigios de fronteras marítimas con Japón, Vietnam, Filipinas o Brunei, en el marco de una rivalidad creciente con Estados Unidos en el Pacífico. Ningún diplomático espera un giro repentino del nuevo líder: la diplomacia china mantendrá sus prioridades, entre ellas la de evitar un empeoramiento de la crisis financiera en Europa, primer mercado para sus exportaciones.
En materia de derechos humanos, la China que Hu Jintao legará a Xi Jinping continúa siendo objeto de críticas. Una primera prueba será saber si Xi liberará al Premio Nobel de la Paz 2010, el intelectual y disidente Liu Xiaobo. Xi no tendrá las manos libres. Al igual que su predecesor, tendrá que buscar permanentemente el consenso entre los miembros del comité permanente del Buró Político, el órgano supremo del PCC.
El número de integrantes de este comité podría reducirse de nueve a siete para facilitar la toma de decisiones, al disminuir los riesgos de conflicto entre conservadores y reformistas. Xi es generalmente presentado como un hombre aceptado por las dos partes. Será secundado por Li Keqiang, quien sucedería en marzo a Wen Jiabao en el cargo de primer ministro.
Mayor incertidumbre reina sobre la situación económica, donde la “década de oro” de Hu Jintao dio paso a un crecimiento desacelerado al 7,5 por ciento, el más bajo desde el estallido de la crisis financiera asiática de 1997-1998.
Una situación que ya genera una agitación social recurrente, dada a conocer por usuarios chinos de Internet a pesar de la censura. Además, Xi accederá al poder al término de un annus horribilis para el PC chino, marcado por el caso Bo Xilai, el mayor escándalo de estos últimos años, las revelaciones sobre fortuna de su propia familia y sobre la que presuntamente amasó el primer ministro Wen Jiabao.
Bo Xilai, miembro del Buró Político hasta abril, será juzgado por corrupción y abuso de poder, implicado en el caso del asesinato del empresario británico Neil Heywood por la esposa del dirigente comunista. La corrupción masiva de los círculos dirigentes chinos figura entre las mayores preocupaciones del congreso y de sus cerca de 2200 delegados, cuyo trabajo avalará, salvo sorpresa, en aproximadamente una semana las decisiones del comité central que le precedió la semana pasada.
Si se respeta la tradición, Xi efectuará dos mandatos de cinco años. A pesar de su partida, Hu Jintao podría conservar la presidencia de la poderosa comisión militar del PCC y mantener de ese modo su influencia. Los miembros del nuevo comité permanente serán presentados al final del congreso.
Esta transición será la primera que conduzca al poder a un responsable nacido después del comienzo del régimen, en 1949. Xi será el sexto dirigente máximo de la República Popular China después de Mao Zedong (1949-1976), Hua Guofeng (1976-78), Deng Xiaoping (1978-92), Jiang Zemin (1992-2002) y Hu Jintao (2002-2012).
Declaraciones grabadas por casualidad en México en 2009 dejan entrever la forma de pensar de Xi Jinping. Ante compatriotas que viven en el extranjero destacó los avances de su país, que da de comer a 1300 millones de chinos. “Hay un par de extranjeros con la barriga llena que no tienen nada mejor que hacer que señalar con el dedo a China”, lanzó. La expresión “con la barriga llena” es, para los chinos, bastante despectiva. Y continuó: “China, primero, no exporta ninguna revolución; segundo, no propaga ni el hambre ni la pobreza y, tercero, no da ningún tipo de dolor de cabeza. ¿Qué más quieren?”, se preguntó.
nota original
Los herederos de Mao Zedong designan esta semana al hombre que dirigirá los destinos de China: un país convertido en una formidable potencia económica y controlado con mano de hierro por el Partido Comunista, poco dispuesto a ceder poderes a una sociedad ávida de cambios en la era de Internet. Xi Jinping, de 59 años, un hombre del aparato del partido, desconocido por el gran público, tomará el relevo de Hu Jintao, diez años mayor que él, al frente de un partido único de 82 millones de miembros, que se reunirá a partir de mañana en su 18º Congreso en el Gran Palacio del Pueblo de Beijing, junto a la plaza Tiananmen.
Xi, designado como sucesor, es vicepresidente del Estado chino desde 2008. Su esperado nombramiento como secretario general del Partido Comunista Chino (PCC) lo convierte ipso facto en el próximo presidente de la República Popular, una formalidad prevista para marzo de 2013, en la reunión anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP, Parlamento). Xi hereda una China en pleno cambio, que pretende mantener su rango de segunda economía mundial, detrás de Estados Unidos, y que forma parte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, organismo insoslayable en la búsqueda de acuerdos en conflictos abiertos como los de Siria, Irán o Corea del Norte.
Potencia marítima en ascenso, China hace oír de manera firme sus reivindicaciones en litigios de fronteras marítimas con Japón, Vietnam, Filipinas o Brunei, en el marco de una rivalidad creciente con Estados Unidos en el Pacífico. Ningún diplomático espera un giro repentino del nuevo líder: la diplomacia china mantendrá sus prioridades, entre ellas la de evitar un empeoramiento de la crisis financiera en Europa, primer mercado para sus exportaciones.
En materia de derechos humanos, la China que Hu Jintao legará a Xi Jinping continúa siendo objeto de críticas. Una primera prueba será saber si Xi liberará al Premio Nobel de la Paz 2010, el intelectual y disidente Liu Xiaobo. Xi no tendrá las manos libres. Al igual que su predecesor, tendrá que buscar permanentemente el consenso entre los miembros del comité permanente del Buró Político, el órgano supremo del PCC.
El número de integrantes de este comité podría reducirse de nueve a siete para facilitar la toma de decisiones, al disminuir los riesgos de conflicto entre conservadores y reformistas. Xi es generalmente presentado como un hombre aceptado por las dos partes. Será secundado por Li Keqiang, quien sucedería en marzo a Wen Jiabao en el cargo de primer ministro.
Mayor incertidumbre reina sobre la situación económica, donde la “década de oro” de Hu Jintao dio paso a un crecimiento desacelerado al 7,5 por ciento, el más bajo desde el estallido de la crisis financiera asiática de 1997-1998.
Una situación que ya genera una agitación social recurrente, dada a conocer por usuarios chinos de Internet a pesar de la censura. Además, Xi accederá al poder al término de un annus horribilis para el PC chino, marcado por el caso Bo Xilai, el mayor escándalo de estos últimos años, las revelaciones sobre fortuna de su propia familia y sobre la que presuntamente amasó el primer ministro Wen Jiabao.
Bo Xilai, miembro del Buró Político hasta abril, será juzgado por corrupción y abuso de poder, implicado en el caso del asesinato del empresario británico Neil Heywood por la esposa del dirigente comunista. La corrupción masiva de los círculos dirigentes chinos figura entre las mayores preocupaciones del congreso y de sus cerca de 2200 delegados, cuyo trabajo avalará, salvo sorpresa, en aproximadamente una semana las decisiones del comité central que le precedió la semana pasada.
Si se respeta la tradición, Xi efectuará dos mandatos de cinco años. A pesar de su partida, Hu Jintao podría conservar la presidencia de la poderosa comisión militar del PCC y mantener de ese modo su influencia. Los miembros del nuevo comité permanente serán presentados al final del congreso.
Esta transición será la primera que conduzca al poder a un responsable nacido después del comienzo del régimen, en 1949. Xi será el sexto dirigente máximo de la República Popular China después de Mao Zedong (1949-1976), Hua Guofeng (1976-78), Deng Xiaoping (1978-92), Jiang Zemin (1992-2002) y Hu Jintao (2002-2012).
Declaraciones grabadas por casualidad en México en 2009 dejan entrever la forma de pensar de Xi Jinping. Ante compatriotas que viven en el extranjero destacó los avances de su país, que da de comer a 1300 millones de chinos. “Hay un par de extranjeros con la barriga llena que no tienen nada mejor que hacer que señalar con el dedo a China”, lanzó. La expresión “con la barriga llena” es, para los chinos, bastante despectiva. Y continuó: “China, primero, no exporta ninguna revolución; segundo, no propaga ni el hambre ni la pobreza y, tercero, no da ningún tipo de dolor de cabeza. ¿Qué más quieren?”, se preguntó.
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