El rescate a España es inevitable - que viva rajoy pobre españoles este tipo los va hundir...
La economía española se hunde, el mercado inmobiliario ha explotado, los bancos registran deudas colosales y el interés de los bonos a diez años se sitúa en el 7,5%. Ha llegado el momento de dejar de fingir que no habrá un rescate, escribe el editor económico de The Guardian.
En Europa, la clave de la política es ganar tiempo. Las ideas generales para salvar a la moneda única tardarán años en materializarse, no meses, pero la amenaza de hundimiento es inmediata.
La mentalidad de actuar a corto plazo es una cuestión de supervivencia: como el equipo de fútbol que opta por la táctica de sólo defender para mantener un resultado de 0-0, o el bateador de cricket cuyo único objetivo es ocupar la línea de bateo cuando el equipo se enfrenta a una derrota en el turno de lanzamiento el último día de un campeonato decisivo.
Durante un tiempo, la semana pasada existió la posibilidad de que el esfuerzo realizado por Europa al encontrarse contra las cuerdas había dado resultado. La cumbre del mes pasado tuvo más fundamento que las anteriores sin contenido y el repunte en los mercados financieros europeos de la semana pasada fue el reflejo de la creencia de que se había hecho lo suficiente para mantener las cosas en calma hasta agosto. Pero eso fue hasta que la comunidad autónoma de Valencia, en España, anunciara que necesitaba ayuda financiera de Madrid, lo que desencadenó una gran caída en los mercados que prosiguió el lunes.
Un despliegue de ineptitud
La respuesta del Gobierno español fue jurar y perjurar primero que no existía ni la más remota posibilidad de que se produjera un rescate total que implicara al Fondo Monetario Internacional y, a continuación, impuso la prohibición de la venta de acciones a corto. Como era de esperar, a los mercados no les impresionó este despliegue de ineptitud.
Mientras, Grecia volvía a ser el centro de todas las miradas, ya que Atenas esperaba la llegada de las autoridades de la troika (el FMI, el Banco Central Europeo y la Unión Europea) el martes. Grecia es presa de una depresión similar a la de los años treinta y quizás no nos sorprenda que tenga problemas para cumplir el programa de austeridad impuesto como parte de su rescate. Parece que la troika amenazará con cortar el sustento financiero de Grecia, a menos que el Gobierno de coalición acuerde unos recortes de 2.000 millones de euros extra.
De estos acontecimientos, se pueden sacar tres conclusiones. La primera es que España está abocada inexorablemente al rescate, probablemente en breve. Era ingenuo pensar que el paquete de ayuda prometido de 100.000 millones de euros (78.000 millones de libras) para los bancos españoles sería suficiente y al final, ha resultado que no era bastante.
Hablamos de un país en el que la economía se hunde, el mercado inmobiliario explota, los bancos registran deudas colosales y el interés de los bonos a diez años se sitúa en el 7,5%. La pregunta no es si habrá un rescate, sino cuál será su magnitud. Lo más probable es que sea de al menos 300.000 millones de euros.
Un círculo vicioso
La segunda conclusión es que bajo Grecia se está abriendo la trampilla para que caiga. Alemania ha agotado su paciencia con Atenas y el FMI se vio obligado a desmentir el lunes los rumores de que se disponía a suspender su ayuda financiera. Ahora, el Gobierno griego se enfrenta a tener que elegir entre acordar una nueva serie de medidas que reducirán la demanda, y que sabe que serán contraproducentes y políticamente tóxicas, para poder pagar sus facturas dentro de la eurozona, o bien, devaluarse y llegar al impago fuera de la unión monetaria. Para Angela Merkel, lo ideal sería la salida voluntaria de Grecia.
Lo que tienen en común Grecia y España es que el concepto fallido que ha llevado a la más pequeña de estas dos economías al punto de no retorno ahora se está probando con el otro miembro del club más grande y estratégicamente más importante.
La lección aprendida de Grecia está totalmente clara: recortar drásticamente el gasto y subir los impuestos cuando una economía ha entrado en caída libre produce niveles de deuda superiores, no inferiores. España está siguiendo a Grecia en el círculo vicioso que comienza con un crecimiento débil y un alto desempleo y acaba con rescates muy caros que producen más perjuicios que beneficios.
Recuerden la situación de Grecia en agosto de 2011 y sabrán lo que ocurrirá en España en agosto de 2012. Los mismos problemas. Las mismas respuestas erróneas. La misma crisis. Pero en este caso, mayor.
nota original
En Europa, la clave de la política es ganar tiempo. Las ideas generales para salvar a la moneda única tardarán años en materializarse, no meses, pero la amenaza de hundimiento es inmediata.
La mentalidad de actuar a corto plazo es una cuestión de supervivencia: como el equipo de fútbol que opta por la táctica de sólo defender para mantener un resultado de 0-0, o el bateador de cricket cuyo único objetivo es ocupar la línea de bateo cuando el equipo se enfrenta a una derrota en el turno de lanzamiento el último día de un campeonato decisivo.
Durante un tiempo, la semana pasada existió la posibilidad de que el esfuerzo realizado por Europa al encontrarse contra las cuerdas había dado resultado. La cumbre del mes pasado tuvo más fundamento que las anteriores sin contenido y el repunte en los mercados financieros europeos de la semana pasada fue el reflejo de la creencia de que se había hecho lo suficiente para mantener las cosas en calma hasta agosto. Pero eso fue hasta que la comunidad autónoma de Valencia, en España, anunciara que necesitaba ayuda financiera de Madrid, lo que desencadenó una gran caída en los mercados que prosiguió el lunes.
Un despliegue de ineptitud
La respuesta del Gobierno español fue jurar y perjurar primero que no existía ni la más remota posibilidad de que se produjera un rescate total que implicara al Fondo Monetario Internacional y, a continuación, impuso la prohibición de la venta de acciones a corto. Como era de esperar, a los mercados no les impresionó este despliegue de ineptitud.
Mientras, Grecia volvía a ser el centro de todas las miradas, ya que Atenas esperaba la llegada de las autoridades de la troika (el FMI, el Banco Central Europeo y la Unión Europea) el martes. Grecia es presa de una depresión similar a la de los años treinta y quizás no nos sorprenda que tenga problemas para cumplir el programa de austeridad impuesto como parte de su rescate. Parece que la troika amenazará con cortar el sustento financiero de Grecia, a menos que el Gobierno de coalición acuerde unos recortes de 2.000 millones de euros extra.
De estos acontecimientos, se pueden sacar tres conclusiones. La primera es que España está abocada inexorablemente al rescate, probablemente en breve. Era ingenuo pensar que el paquete de ayuda prometido de 100.000 millones de euros (78.000 millones de libras) para los bancos españoles sería suficiente y al final, ha resultado que no era bastante.
Hablamos de un país en el que la economía se hunde, el mercado inmobiliario explota, los bancos registran deudas colosales y el interés de los bonos a diez años se sitúa en el 7,5%. La pregunta no es si habrá un rescate, sino cuál será su magnitud. Lo más probable es que sea de al menos 300.000 millones de euros.
Un círculo vicioso
La segunda conclusión es que bajo Grecia se está abriendo la trampilla para que caiga. Alemania ha agotado su paciencia con Atenas y el FMI se vio obligado a desmentir el lunes los rumores de que se disponía a suspender su ayuda financiera. Ahora, el Gobierno griego se enfrenta a tener que elegir entre acordar una nueva serie de medidas que reducirán la demanda, y que sabe que serán contraproducentes y políticamente tóxicas, para poder pagar sus facturas dentro de la eurozona, o bien, devaluarse y llegar al impago fuera de la unión monetaria. Para Angela Merkel, lo ideal sería la salida voluntaria de Grecia.
Lo que tienen en común Grecia y España es que el concepto fallido que ha llevado a la más pequeña de estas dos economías al punto de no retorno ahora se está probando con el otro miembro del club más grande y estratégicamente más importante.
La lección aprendida de Grecia está totalmente clara: recortar drásticamente el gasto y subir los impuestos cuando una economía ha entrado en caída libre produce niveles de deuda superiores, no inferiores. España está siguiendo a Grecia en el círculo vicioso que comienza con un crecimiento débil y un alto desempleo y acaba con rescates muy caros que producen más perjuicios que beneficios.
Recuerden la situación de Grecia en agosto de 2011 y sabrán lo que ocurrirá en España en agosto de 2012. Los mismos problemas. Las mismas respuestas erróneas. La misma crisis. Pero en este caso, mayor.
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