La apología del ajuste fiscal - EUROPA RECHAZA LAS CRITICAS. “NO VENIMOS AL G-20 A RECIBIR LECCIONES”
La fórmula propuesta por los europeos para el documento final del G-20 incluye un fuerte respaldo al rescate bancario español y propone seguir la misma línea, que derivaría en una unión bancaria con supervisor supranacional.
La propuesta elevada por la Unión Europea al G-20 para que sea incluida en el documento final reclama el respaldo al proyecto de fortalecer la unión bancaria europea, que supondría la institución de un supervisor único para la banca. Esta reforma implicaría una renuncia adicional a la soberanía de cada país para ejercer el control sobre sus propios bancos, a cambio de la creación de un fondo de garantía de depósitos común y medidas de apoyo a la recapitalización de las entidades financieras. Esta fórmula recoge la iniciativa impulsada hace semanas por el titular de la Comisión Europea, José Durao Barroso, que ayer tuvo duras expresiones contrarias a quienes cuestionan los programas de ajuste que impone Europa a los países en dificultades financieras. “Francamente, no venimos a recibir lecciones de democracia o sobre cómo manejar la economía”, expresó en rueda de prensa el funcionario europeo.
El texto que elevaron los países europeos a la cumbre del G-20 propone impulsar el avance “hacia una arquitectura financiera más integrada, considerando supervisión bancaria, la liquidación y capitalización de entidades y un seguro de depósitos”. Además, propondrá que se impulse a los países europeos a “tomar todas las medidas necesarias para salvaguardar la integridad y la estabilidad del área, mejorando el funcionamiento de los mercados financieros y rompiendo el vínculo entre la deuda soberana y la banca”.
Esta última advertencia es una alusión directa a la banca española, principal acreedor de la deuda pública española, y en forma indirecta a la banca alemana y francesa, principales acreedores de la deuda griega. Este fuerte vínculo entre deuda soberana y la banca ha generado que el objetivo principal de los planes de rescate haya sido favorecer a los bancos, mientras que al sector público de cada país en crisis se le aplica un drástico plan de ajuste para reducir sus gastos y generar saldos fiscales para pagar deuda. El documento final, tal cual se propuso, sería una reivindicación de la línea seguida por la Unión Europea bajo el liderazgo de la alemana Angela Merkel y el Banco Central Europeo asociado al FMI. Durao Barroso rechazó las críticas a esa política y advirtió, ayer ante la prensa, que “Europa no participa del G-20 de México para recibir lecciones económicas o de democracia”. Señaló que “por cierto, esta crisis no se originó en Europa, sino en América del Norte, y buena parte de nuestro sector financiero se vio contaminado por...¿cómo decirlo? ... prácticas poco ortodoxas de algunos sectores del mercado financiero”. El titular de la Comisión Europea dijo que esperaba que los líderes del G-20 “hablen claramente a favor del enfoque de la Unión Europea”.
El documento propuesto para que sea suscripto por todos los miembros del G-20 pretende un explícito apoyo al plan de rescate del sistema bancario español, dispuesto a partir de una línea de crédito europea de hasta 100 mil millones de euros. “Damos la bienvenida al plan de España para recapitalizar su sistema bancario”, expresa su texto. La participación de Mariano Rajoy, titular del gobierno español en esta cumbre, había empezado con gran entusiasmo al recibir la información de los resultados en las elecciones parlamentarias griegas. El triunfo de las fuerzas alineadas con el plan de austeridad impuesto por la Unión Europea fue considerado como un impulso al drástico ajuste que se aplica en España. Sin embargo, a pocas horas de conocerse dichos resultados, el impacto favorable pareció diluirse en los mercados financieros, principal destinatario de las señales del plan.
Los ataques especulativos sobre los títulos de deuda de España e Italia se reflejaron en las fuertes bajas bursátiles en ambos países, que también impactaron en la forma de fuertes altibajos en los principales núcleos financieros del mundo. En Nueva York, el índice industrial Dow Jones perdió 0,2 por ciento y el Nasdaq (empresas tecnológicas) cedió 0,7 por ciento respecto del viernes. En las Bolsas europeas, sólo se manifestó un crecimiento significativo en Atenas, mientras que en el resto de los recintos del continente hubo sensibles bajas. En tanto la mayoría de los griegos se manifestaron en favor de los partidos que impulsaban mantenerse dentro del plan de austeridad europeo principalmente por temor a un camino distinto, los mercados reaccionaron con temor a qué política será capaz de aplicar la alianza que gobierne con el programa de ajuste vigente. Ese mismo temor se traslada a lo que pueda ser el futuro de los restantes países endeudados, con España e Italia en la primera fila.
Ese es el marco de esta cumbre del G-20, donde la dirigencia europea reclama respaldo a un programa pro-mercado en el que ni los mercados parecen creer.
nota original
La propuesta elevada por la Unión Europea al G-20 para que sea incluida en el documento final reclama el respaldo al proyecto de fortalecer la unión bancaria europea, que supondría la institución de un supervisor único para la banca. Esta reforma implicaría una renuncia adicional a la soberanía de cada país para ejercer el control sobre sus propios bancos, a cambio de la creación de un fondo de garantía de depósitos común y medidas de apoyo a la recapitalización de las entidades financieras. Esta fórmula recoge la iniciativa impulsada hace semanas por el titular de la Comisión Europea, José Durao Barroso, que ayer tuvo duras expresiones contrarias a quienes cuestionan los programas de ajuste que impone Europa a los países en dificultades financieras. “Francamente, no venimos a recibir lecciones de democracia o sobre cómo manejar la economía”, expresó en rueda de prensa el funcionario europeo.
El texto que elevaron los países europeos a la cumbre del G-20 propone impulsar el avance “hacia una arquitectura financiera más integrada, considerando supervisión bancaria, la liquidación y capitalización de entidades y un seguro de depósitos”. Además, propondrá que se impulse a los países europeos a “tomar todas las medidas necesarias para salvaguardar la integridad y la estabilidad del área, mejorando el funcionamiento de los mercados financieros y rompiendo el vínculo entre la deuda soberana y la banca”.
Esta última advertencia es una alusión directa a la banca española, principal acreedor de la deuda pública española, y en forma indirecta a la banca alemana y francesa, principales acreedores de la deuda griega. Este fuerte vínculo entre deuda soberana y la banca ha generado que el objetivo principal de los planes de rescate haya sido favorecer a los bancos, mientras que al sector público de cada país en crisis se le aplica un drástico plan de ajuste para reducir sus gastos y generar saldos fiscales para pagar deuda. El documento final, tal cual se propuso, sería una reivindicación de la línea seguida por la Unión Europea bajo el liderazgo de la alemana Angela Merkel y el Banco Central Europeo asociado al FMI. Durao Barroso rechazó las críticas a esa política y advirtió, ayer ante la prensa, que “Europa no participa del G-20 de México para recibir lecciones económicas o de democracia”. Señaló que “por cierto, esta crisis no se originó en Europa, sino en América del Norte, y buena parte de nuestro sector financiero se vio contaminado por...¿cómo decirlo? ... prácticas poco ortodoxas de algunos sectores del mercado financiero”. El titular de la Comisión Europea dijo que esperaba que los líderes del G-20 “hablen claramente a favor del enfoque de la Unión Europea”.
El documento propuesto para que sea suscripto por todos los miembros del G-20 pretende un explícito apoyo al plan de rescate del sistema bancario español, dispuesto a partir de una línea de crédito europea de hasta 100 mil millones de euros. “Damos la bienvenida al plan de España para recapitalizar su sistema bancario”, expresa su texto. La participación de Mariano Rajoy, titular del gobierno español en esta cumbre, había empezado con gran entusiasmo al recibir la información de los resultados en las elecciones parlamentarias griegas. El triunfo de las fuerzas alineadas con el plan de austeridad impuesto por la Unión Europea fue considerado como un impulso al drástico ajuste que se aplica en España. Sin embargo, a pocas horas de conocerse dichos resultados, el impacto favorable pareció diluirse en los mercados financieros, principal destinatario de las señales del plan.
Los ataques especulativos sobre los títulos de deuda de España e Italia se reflejaron en las fuertes bajas bursátiles en ambos países, que también impactaron en la forma de fuertes altibajos en los principales núcleos financieros del mundo. En Nueva York, el índice industrial Dow Jones perdió 0,2 por ciento y el Nasdaq (empresas tecnológicas) cedió 0,7 por ciento respecto del viernes. En las Bolsas europeas, sólo se manifestó un crecimiento significativo en Atenas, mientras que en el resto de los recintos del continente hubo sensibles bajas. En tanto la mayoría de los griegos se manifestaron en favor de los partidos que impulsaban mantenerse dentro del plan de austeridad europeo principalmente por temor a un camino distinto, los mercados reaccionaron con temor a qué política será capaz de aplicar la alianza que gobierne con el programa de ajuste vigente. Ese mismo temor se traslada a lo que pueda ser el futuro de los restantes países endeudados, con España e Italia en la primera fila.
Ese es el marco de esta cumbre del G-20, donde la dirigencia europea reclama respaldo a un programa pro-mercado en el que ni los mercados parecen creer.
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