El plan de seis puntos de Alemania para una Europa de maquilas
La destrucción de los salarios y derechos de los trabajadores mediante procedimientos de quiebra se ha convertido en una práctica común. El caso mejor conocido es el del gigante automovilístico estadounidense General Motors, que despidió a 30.000 trabajadores, redujo a la mitad los salarios de nuevas contrataciones y redujo las prestaciones a los jubilados. Si el gobierno alemán se sale con la suya, este procedimiento se aplicará a países enteros.
Según un informe de la revista Der Spiegel, la cancillería en Berlín ha preparado un plan de seis puntos para trascendentales “reformas estructurales” en Grecia y en otros países altamente endeudados de la Unión Europea. El plan incluye la venta de empresas estatales, la destrucción de derechos de protección de empleos, la promoción de un sector laboral de bajos salarios, la eliminación de restricciones a las empresas y el establecimiento de zonas económicas especiales y agencias de privatización modeladas según la Treuhand alemana.
El portavoz del gobierno alemán, Steffen Seibert, no ha confirmado el plan, pero tampoco lo ha negado. Según Der Spiegel, formará la base para negociaciones en la llamada “cumbre de crecimiento” de la Unión Europea a finales de junio. Der Spiegel escribe que la canciller Angela Merkel aprovechará un llamado a favor de una política de crecimiento del recién elegido presidente francés François Hollande “aplicando el principio de los contrincantes de judo: emplear el ímpetu del oponente para montar su propio ataque”.
Si Merkel se sale con la suya, se logrará “crecimiento” enteramente a través de la intensificación de la explotación de los trabajadores y no mediante algún plan para el renacimiento económico o un aumento de los gastos sociales. Ella supone que Hollande se mostrará abierto a estas propuestas ya que la cumbre de la UE tendrá lugar después de las elecciones parlamentarias francesas del 17 de junio y el nuevo presidente francés ya no se verá limitado por las opiniones de los votantes o sus propias promesas electorales.
El gobierno alemán se esfuerza para imponer niveles de explotación semejantes a los que existen actualmente solo en Europa Oriental y en paraísos asiáticos de mano de obra barata como China y Vietnam. Las zonas económicas especiales han jugado un papel crucial en la emergencia de China como la maquiladora más grande del mundo. Esas zonas liberan a las compañías de pagar impuestos o de respetar las regulaciones medioambientales y los estándares laborales, reduciendo a los trabajadores a la condición de esclavos industriales empobrecidos.
El modelo de las agencias de privatización recomendado por los expertos de la oficina de la canciller es la Treuhand, que aniquiló el paisaje industrial de Alemania Oriental después del colapso del régimen estalinista en 1989. Dirigida por confidentes cuidadosamente seleccionados de los grandes negocios y de los bancos, y no responsables ante ningún organismo democrático, la Treuhand decidió la suerte de millones de personas. Vendió 8.500 compañías con 45.000 instalaciones a precios de remate o simplemente las cerró. Solo siguió existiendo una pequeña fracción de los 4 millones de puestos de trabajo industriales existentes.
El plan en seis puntos elaborado por la cancillería es incompatible con la soberanía nacional o la democracia. El periódico Tagesspiegel entrevistó a varios expertos económicos alemanes que fueron brutalmente francos en la expresión de sus puntos de vista sobre las perspectivas para Grecia.
Thomas Straubhaar, director del Instituto de Economía Internacional de Hamburgo, pidió que se estableciera un “protectorado europeo” sobre Grecia. Dijo que cualquiera que sea el resultado de las próximas elecciones del 17 de junio en Grecia, el país sigue siendo un “Estado fracasado” carente de “la fuerza para comenzar de nuevo por su propia cuenta”.
El término “protectorado” evoca recuerdos espantosos. El imperialismo británico se refería a sus antiguas colonias como protectorados cuando permitía a marionetas locales, como en Egipto y varios territorios dominados por jeques, que jugaran a ser jefes de Estado. Antes de la Segunda Guerra Mundial el término se hizo infame después de la ocupación nazi de Checoslovaquia y el establecimiento del Protectorado de Bohemia y Moravia.
El hecho de que este término se recupere en el vocabulario oficial revela las intenciones de los círculos gobernantes de Alemania y Europa. El debate sobre zonas económicas especiales y protectorados tiene lugar ante el trasfondo de una crisis económica que empeora.
Como resultado del programa de austeridad dictado por la Troika –UE, Fondo Monetario internacional (FMI) y Banco Central Europeo (BCE)– la economía griega se encuentra en caída libre. El país está ahora en su quinto año de recesión. Compañías pequeñas y medianas colapsan. Solo este año, su asociación empresarial espera el cierre de 61.000 empresas, eliminando 240.000 puestos de trabajo. La industria del turismo, que representa uno de cada cinco puestos de trabajo en Grecia, ha sufrido una baja de 45% en sus ingresos el año pasado.
Los bancos del país enfrentan el colapso porque los prestatarios ya no pueden pagar sus préstamos y los inversionistas y depositantes están retirando su dinero. Los expertos hablan de una corrida “a cámara lenta” sobre los bancos que amenaza con propagarse a España e Italia. Desde el comienzo de la crisis, ciudadanos privados y empresas han retirado 63.000 millones de euros de las cuentas griegas, es decir un tercio del total de depósitos. Desde mediados del año pasado, 100.000 millones de euros han sido retirados de bancos españoles y 160.000 millones de euros de bancos de Italia.
Bajo tales circunstancias, la clase gobernante está concluyendo que ya no se puede permitir el lujo de la democracia. Funcionarios importantes como el ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble y la jefa del FMI Christine Lagarde amenazan al pueblo griego con una inmediata bancarrota del Estado si vota el 17 de junio a favor de partidos que reclaman un ablandamiento de las políticas de austeridad dictadas por los bancos a través de la Troika.
Al mismo tiempo, la Unión Europea se prepara para la bancarrota nacional griega y la salida de Grecia del euro. El Grupo de Trabajo Euro, un comité de los ministerios de finanzas de los 17 países del euro, ha instruido a todos los gobiernos para que preparen planes de emergencia para una salida griega del euro. En la propia Grecia, la clase gobernante elabora planes en secreto a fin de utilizar a los militares para aplastar la oposición popular a las medidas de austeridad.
Grecia deja claro lo que enfrenta la clase trabajadora en toda Europa. Casi cuatro años después de la erupción de la crisis financiera global, las estructuras democráticas están colapsando y los representantes de la elite financiera y corporativa defienden su dominio mediante interminables ataques a salarios, empleos y programas sociales.
La clase trabajadora solo puede contrarrestar esta ofensiva cerrando filas internacionalmente y luchando por un programa socialista. La tarea no es reformar la Unión Europea, sino movilizar a la clase trabajadora para derrocarla y reemplazarla por loa Estados Unidos Socialistas de Europa.
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Según un informe de la revista Der Spiegel, la cancillería en Berlín ha preparado un plan de seis puntos para trascendentales “reformas estructurales” en Grecia y en otros países altamente endeudados de la Unión Europea. El plan incluye la venta de empresas estatales, la destrucción de derechos de protección de empleos, la promoción de un sector laboral de bajos salarios, la eliminación de restricciones a las empresas y el establecimiento de zonas económicas especiales y agencias de privatización modeladas según la Treuhand alemana.
El portavoz del gobierno alemán, Steffen Seibert, no ha confirmado el plan, pero tampoco lo ha negado. Según Der Spiegel, formará la base para negociaciones en la llamada “cumbre de crecimiento” de la Unión Europea a finales de junio. Der Spiegel escribe que la canciller Angela Merkel aprovechará un llamado a favor de una política de crecimiento del recién elegido presidente francés François Hollande “aplicando el principio de los contrincantes de judo: emplear el ímpetu del oponente para montar su propio ataque”.
Si Merkel se sale con la suya, se logrará “crecimiento” enteramente a través de la intensificación de la explotación de los trabajadores y no mediante algún plan para el renacimiento económico o un aumento de los gastos sociales. Ella supone que Hollande se mostrará abierto a estas propuestas ya que la cumbre de la UE tendrá lugar después de las elecciones parlamentarias francesas del 17 de junio y el nuevo presidente francés ya no se verá limitado por las opiniones de los votantes o sus propias promesas electorales.
El gobierno alemán se esfuerza para imponer niveles de explotación semejantes a los que existen actualmente solo en Europa Oriental y en paraísos asiáticos de mano de obra barata como China y Vietnam. Las zonas económicas especiales han jugado un papel crucial en la emergencia de China como la maquiladora más grande del mundo. Esas zonas liberan a las compañías de pagar impuestos o de respetar las regulaciones medioambientales y los estándares laborales, reduciendo a los trabajadores a la condición de esclavos industriales empobrecidos.
El modelo de las agencias de privatización recomendado por los expertos de la oficina de la canciller es la Treuhand, que aniquiló el paisaje industrial de Alemania Oriental después del colapso del régimen estalinista en 1989. Dirigida por confidentes cuidadosamente seleccionados de los grandes negocios y de los bancos, y no responsables ante ningún organismo democrático, la Treuhand decidió la suerte de millones de personas. Vendió 8.500 compañías con 45.000 instalaciones a precios de remate o simplemente las cerró. Solo siguió existiendo una pequeña fracción de los 4 millones de puestos de trabajo industriales existentes.
El plan en seis puntos elaborado por la cancillería es incompatible con la soberanía nacional o la democracia. El periódico Tagesspiegel entrevistó a varios expertos económicos alemanes que fueron brutalmente francos en la expresión de sus puntos de vista sobre las perspectivas para Grecia.
Thomas Straubhaar, director del Instituto de Economía Internacional de Hamburgo, pidió que se estableciera un “protectorado europeo” sobre Grecia. Dijo que cualquiera que sea el resultado de las próximas elecciones del 17 de junio en Grecia, el país sigue siendo un “Estado fracasado” carente de “la fuerza para comenzar de nuevo por su propia cuenta”.
El término “protectorado” evoca recuerdos espantosos. El imperialismo británico se refería a sus antiguas colonias como protectorados cuando permitía a marionetas locales, como en Egipto y varios territorios dominados por jeques, que jugaran a ser jefes de Estado. Antes de la Segunda Guerra Mundial el término se hizo infame después de la ocupación nazi de Checoslovaquia y el establecimiento del Protectorado de Bohemia y Moravia.
El hecho de que este término se recupere en el vocabulario oficial revela las intenciones de los círculos gobernantes de Alemania y Europa. El debate sobre zonas económicas especiales y protectorados tiene lugar ante el trasfondo de una crisis económica que empeora.
Como resultado del programa de austeridad dictado por la Troika –UE, Fondo Monetario internacional (FMI) y Banco Central Europeo (BCE)– la economía griega se encuentra en caída libre. El país está ahora en su quinto año de recesión. Compañías pequeñas y medianas colapsan. Solo este año, su asociación empresarial espera el cierre de 61.000 empresas, eliminando 240.000 puestos de trabajo. La industria del turismo, que representa uno de cada cinco puestos de trabajo en Grecia, ha sufrido una baja de 45% en sus ingresos el año pasado.
Los bancos del país enfrentan el colapso porque los prestatarios ya no pueden pagar sus préstamos y los inversionistas y depositantes están retirando su dinero. Los expertos hablan de una corrida “a cámara lenta” sobre los bancos que amenaza con propagarse a España e Italia. Desde el comienzo de la crisis, ciudadanos privados y empresas han retirado 63.000 millones de euros de las cuentas griegas, es decir un tercio del total de depósitos. Desde mediados del año pasado, 100.000 millones de euros han sido retirados de bancos españoles y 160.000 millones de euros de bancos de Italia.
Bajo tales circunstancias, la clase gobernante está concluyendo que ya no se puede permitir el lujo de la democracia. Funcionarios importantes como el ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble y la jefa del FMI Christine Lagarde amenazan al pueblo griego con una inmediata bancarrota del Estado si vota el 17 de junio a favor de partidos que reclaman un ablandamiento de las políticas de austeridad dictadas por los bancos a través de la Troika.
Al mismo tiempo, la Unión Europea se prepara para la bancarrota nacional griega y la salida de Grecia del euro. El Grupo de Trabajo Euro, un comité de los ministerios de finanzas de los 17 países del euro, ha instruido a todos los gobiernos para que preparen planes de emergencia para una salida griega del euro. En la propia Grecia, la clase gobernante elabora planes en secreto a fin de utilizar a los militares para aplastar la oposición popular a las medidas de austeridad.
Grecia deja claro lo que enfrenta la clase trabajadora en toda Europa. Casi cuatro años después de la erupción de la crisis financiera global, las estructuras democráticas están colapsando y los representantes de la elite financiera y corporativa defienden su dominio mediante interminables ataques a salarios, empleos y programas sociales.
La clase trabajadora solo puede contrarrestar esta ofensiva cerrando filas internacionalmente y luchando por un programa socialista. La tarea no es reformar la Unión Europea, sino movilizar a la clase trabajadora para derrocarla y reemplazarla por loa Estados Unidos Socialistas de Europa.
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