Riesgo España

Por Alfredo Zaiat
Durante varios años el indicador riesgo país actuó como termómetro de la economía dominada por la lógica financiera. Ese índice mostraba la diferencia entre la tasa de interés del bono del Tesoro de Estados Unidos a diez años con la de uno similar argentino. La brecha era sinónimo de una mayor o menor confianza de los acreedores para prestar dinero en nuevos bonos o en refinanciación de

vencimientos de deuda. El riesgo país intervenía como un factor de disciplinamiento del poder político para que aplicara medidas de austeridad que, en búsqueda del respaldo de los mercados, asegurasen el pago de la deuda. Argentina pudo romper ese círculo vicioso de deterioro y sometimiento a los financistas con el default y la renegociación de la deuda con quita, disminución de la tasa de interés y extensión de los plazos de pago.

El lenguaje es más amigable para las economías europeas en crisis. El indicador “riesgo país” lo denominan “prima de riesgo”. Los financistas en esos casos son más cuidadosos con la palabra. No humillan taladrando con un indicador de creación de sentido simbólico de inviabilidad de un país, aunque no se inhiben de los ataques especulativos sobre esas economías. En Europa, la prima de riesgo tiene como base de comparación la tasa de interés de bonos de Alemania a diez años. España registró un máximo de 436 puntos (4,36 puntos porcentuales) el 23 de abril pasado, sobretasa para financiar vencimientos de deuda. Alemania colocó un bono a diez años a 1,75 por ciento anual.

El “riesgo España” no es un indicador financiero como el “riesgo país” o “prima de riesgo”. No se puede medir en puntos porcentuales. Es un estado de la situación económica que puede generar inestabilidad. Para los europeos, significa poner en jaque la moneda comunitaria euro. Para Argentina, incorpora un factor inquietante para su economía porque España es uno de los principales inversores extranjeros en el país. Por caso, la debacle griega puede afectar a la economía por su impacto global en expectativas y ciclo recesivo en el comercio internacional. No tiene una derivación particular en Argentina, como en cambio puede ocurrir con una debacle española.

El sector privado sufre cuando un país ingresa en un sendero de retroceso con políticas de ajuste, que son presentadas como la llave para salir de la crisis que, en realidad, agudizan la recesión. Si la estrategia suicida, como calificó Paul Krugman a la política de austeridad europea, sólo afectara su propia economía, sería un problema exclusivo de los españoles y los europeos. Sin embargo, las compañías españolas han pasado a ocupar un lugar importante en la economía argentina a partir de los años de privatizaciones y desregulación. El riesgo aparece cuando la crisis doméstica aumenta las posibilidades de repercusiones negativas en las actividades desarrolladas en el exterior. Empresas españolas ejercen posiciones dominantes en sectores sensibles de la economía argentina. De acuerdo con el relevamiento más reciente realizado por la Cámara Española de Comercio de la República Argentina, existen 319 compañías locales bajo control español. Entre ellas, Cemento Avellaneda, Autopista del Sol, YPF, Metrogas, Banco Santander, Banco BBVA Francés, Gas Natural, Edesur-Endesa, Dycasa, Telefónica.

El informe “Las inversiones directas en empresas residentes” elaborado por el Banco Central revela la magnitud de la presencia española en la economía argentina. La inversión extranjera directa (IED) global sumó 88.249 millones de dólares al 31 de diciembre de 2010. De este monto, 65.638 millones de dólares (74,3 por ciento) correspondieron al valor contable de las participaciones de los inversores en el patrimonio neto de las empresas del Sector Privado No Financiero y del Sector Privado Financiero, y los restantes 22.611 millones fueron por endeudamientos brutos de esas firmas con sus matrices y/o filiales del exterior. El stock de IED a fines de ese año representó un 23,9 por ciento del Producto Interno Bruto. “Valor similar a la mayoría de las economías de la región”, indica el documento. De acuerdo con el origen geográfico, el 53,9 por ciento de las inversiones extranjeras provino del continente europeo, 21,2 de América del Norte, 16,1 de América del Sur, 6,1 de América Central y Caribe, y el 2,6 por ciento restante de otras regiones.

España ocupa el primer lugar en ese ranking. Reúne el 26,3 por ciento del total de las inversiones extranjeras directas, con 23.242 millones de dólares, seguida por Estados Unidos (14.814 millones, 16,8 por ciento del total), Holanda (7328 millones, 8,3), Chile (5509 millones, 6,2) y Brasil (5367 millones, 6,1).

La investigación del Banco Central destaca que en 2010, luego de dos años de estancamiento, las inversiones españolas en el país aumentaron 646 millones de dólares, 3 por ciento más respecto del año previo. “El incremento en el stock de la IED de España se dio a pesar de la disminución en la posición pasiva bruta del sector petrolero, el principal sector de actividad al que se orientan las inversiones españolas, caída que alcanzó un valor de 500 millones de dólares (6,9 por ciento)”, apunta el informe. La posición del sector petrolero pasó de representar el 54 por ciento de las inversiones españolas en el país en 2005, a un 28,9 por ciento en 2010.

Ese recorrido es elocuente de la política de desinversión de la española Repsol en YPF. La expropiación de las acciones de la petrolera nacional en manos de Repsol fue, además de iniciar el camino de la recuperación de la soberanía energética, una medida preventiva frente al “riesgo España”. Los sectores que explicaron el incremento del stock de IED española fueron Bancos, con una suba de 240 millones de dólares; Comunicaciones, 221 millones de dólares; y Metales comunes y elaboración, 206 millones de dólares. “Dichas variaciones se encuentran relacionadas con el aumento en el nivel de actividad en esos sectores”, se explica en el documento del Banco Central.

La debacle española puede ser un factor perturbador de la economía argentina. La fragilidad de su economía deriva en pérdida patrimonial de sus empresas. Más allá de solicitadas y declaraciones de altos ejecutivos, la estrategia corporativa no tiene opción que ser defensiva por la caída de las ventas internas, aumento de los pasivos, estrangulamiento financiero y consiguientes quebrantos. Si bien sus filiales en el exterior son muy rentables, como las que operan en Argentina, la desmejora de la casa matriz obliga a reducir y hasta suspender planes de inversión por falta de fondos o por dificultad para conseguir financiamiento en el mercado.

El saldo de esos problemas se traduce en menos inversiones, decadencia de la infraestructura que opera y pretensión de girar a la sede central toda la ganancia posible. La extensión de ese ciclo negativo puede concluir en el abandono de la prestación del servicio o de la producción, con la posibilidad de, ante el atolladero, terminar entregando la empresa a acreedores o vendiendo a fondos buitre. Pueden generarse así situaciones complicadas por cierres traumáticos, por una venta desesperada de la compañía o por la decisión de no pagar deudas.

España es líder en inversión extranjera directa en Argentina en los siguientes sectores: comunicaciones, metales comunes y elaboración, sector privado financiero (bancos), comercio, construcción. Y es segundo en industria química, caucho y plástico, alimento, bebida y tabaco, electricidad, inversora holding, transporte.

El naufragio del modelo español, elogiado por sectores conservadores, obliga a varias áreas de la gestión de gobierno, como el Banco Central, los ministerios de Economía e Industria y diversos organismos de control de servicios públicos, a permanecer alertas y proyectar un monitoreo cercano de las firmas españolas para evitar sorpresas desagradables. Es el denominado “riesgo España”.

nota original

Comentarios