Otro capítulo de “La Gran Crisis Europea”
La Gran Crisis Europea se desarrolla como una tragedia a nivel continental, con sus cambios de personaje y la precipitación de situaciones que auguran nuevos impasses, más ilusiones o soluciones radicales. Es así que el 15 de mayo, mientras un Nicolás Sarkozy derrotado abandonaba el Eliseo y su sucesor François Hollande asumía las funciones de la Presidencia, la urgencia de la situación hizo que el nuevo mandatario francés tuviese que abordar simultáneamente la tarea de nombrar un primer ministro y viajar el mismo día a Alemania con el fin de tener un primer “mano a mano” con la Canciller Ángela Merkel, la Dama de Hierro de la Unión Europea (UE) gracias al apoyo que durante los últimos años tuvo de Sarkozy.
Los hechos se precipitan, los antagonismos se manifiestan
El panorama de la UE que hasta hace pocos meses parecía inamovible se ha transformado rápidamente en las últimas semanas. El bipartidismo (conservadores o socialdemócratas) que se alternaba o funcionaba en coalición en el poder para profundizar las políticas neoliberales empieza a ser cosa del pasado. El futuro no excluye del poder a la extrema derecha xenofóbica, antidemocrática y antieuro, ni tampoco a los frentes de izquierda radical que reclaman el fin de las políticas neoliberales y exigen la construcción de una “Europa social”.
Al referirse al intento de aplicar a toda costa las políticas de austeridad para alcanzar una supuesta estabilidad, el columnista John Kay escribe en el Financial Times (FT) sobre la incompatibilidad de esta ortodoxia neoliberal con la democracia. Este dogma “hace peligrar la estabilidad. La credibilidad que los modelos (neoliberales) describen es imposible en una democracia. Peor aun, el intento de lograrla amenaza la democracia”, y cita la polarización política que provocó en Grecia.
El columnista canadiense Thomas Walkom, del Toronto Star, alerta que la crisis de la zona euro (ZE) “apunta a una repetición de los años 30” porque se están repitiendo los mismos errores: las políticas de austeridad fiscal y el mismo empecinamiento en defender una ortodoxia monetaria que impedía devaluar las monedas para exportar más y crear empleos a nivel domestico, y –por otra parte- la miopía de que cada país debía salir del atolladero por sus propios medios, sin ayuda del resto del mundo. La miopía de 1931 está repitiéndose ahora, y la economía internacional está nuevamente siendo empujada al abismo, apunta Walkom.
Y el historiador de economía Robert Skidelsky escribe en el FT que las actuales políticas de austeridad de la UE se equiparan con el Tratado de Versalles que los aliados impusieron a Alemania al final de la primera Guerra Mundial y que condujo a la grave crisis que en Alemania permitió el ascenso del nazismo. En cuanto al caso griego, Skidelsky considera que es inevitable una salida de la ZE con una devaluación controlada.
Hollande y Merkel no pudieron evitar el tema de la crisis financiera, política y social en Grecia que se cristalizó el mismo 15 de mayo, cuando el Presidente griego Karolo Papoulias tiró la toalla al no poder lograr la formación de un gobierno de coalición y decidió que los griegos irán nuevamente a las urnas para elecciones legislativas en junio, casi al mismo tiempo que los franceses y tal vez los holandeses.
El 15 de mayo en Berlín resonó el “¡basta ya!” de los griegos, que en junio podría manifestarse en una mayoría de diputados de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), que rechaza de plano los términos del “pacto fiscal”, título oficial del plan de austeridad que la Troika de la UE (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el FMI) impuso a Grecia.
La crisis financiera y económica se agrava
Los indicadores económicos muestran que la mayoría de las economías de la UE, exceptuando las de Alemania y Austria, están en recesión o estancadas, que el desempleo sigue creciendo y que la demanda continúa bajando. Las tasas de interés aumentan para las obligaciones de los países endeudados y sometidos a la sangría de la austeridad fiscal, como España e Italia, agravando así el problema económico, el déficit fiscal, la crisis social y política.
En el plano monetario el euro sigue debilitándose por la anticipación de la salida (o expulsión) de Grecia de la ZE, como considera el economista Nouriel Roubini, mientras en muchos países las bolsas están en una espiral descendente que manifiesta una grave descapitalización bursátil (1).
Y como corolario a esta precipitación de la crisis, el propio Presidente griego hizo saber que el Gobernador del Banco Central de Grecia, George Procopoulos, le había alertado de una potencial “corrida bancaria”, o sea que la gente está retirando sus depósitos de los bancos. El diario FT de Londres reportaba el 16 de mayo que “fuentes bancarias” en Grecia calculan que desde el pasado 6 de mayo y por la “incertidumbre política” fueron retirados de los bancos griegos unos cinco mil millones de euros, o sea unos 700 millones de dólares por cada día hábil.
En el centro financiero de la City de Londres se reporta que algunas instituciones financieras están viendo como “incorporar el dracma (la antigua y quizás futura moneda de Grecia) a sus sistemas”. Nada de sorprendente cuando el mundo financiero sabe, por opiniones vertidas en la reunión que el 15 de mayo sostuvieron los ministros de hacienda y de economía de la UE en Bruselas, que hablando del caso griego el Gobernador del Banco Central de Bélgica, Luc Coene, dijo que “un divorcio amistoso puede ser posible”, algo similar al “puede ser manejable” de Patrick Honohan, del Banco Central de Irlanda.
Por su parte el conservador ministro de Finanzas del (saliente) gobierno de Holanda, Jan Kees de Jager, sugirió que la ZE puede enfrentar “el potencial contagio de una salida de Grecia”, añadiendo que “el riesgo de contagio será mucho, mucho más pequeño que hace un año o año y medio”.
Y en esa reunión de Bruselas, que tuvo lugar mientras Hollande y Merkel se reunían en Berlín y hablaban de potencialmente reabrir las negociaciones del pacto fiscal para acentuar el “olvidado” aspecto del crecimiento, la mayoría de los ministros de los países de la ZE, según el diario inglés The Guardian, insistían en que no habrá aflojamiento de las duras condiciones que Atenas aceptó el año pasado para obtener el paquete de rescate por la UE y el FMI de 130 mil millones de euros. Las conversaciones giraron abiertamente sobre la posibilidad de que Grecia quite o sea expulsada del euro.
El mismo día la Directora general del FMI, Christine Lagarde, dejó en claro que no se puede excluir una salida de Grecia de la ZE y exhortó a las autoridades de la UE a prepararse para evitar una “salida desordenada”
El contagio en marcha
La presión del sistema financiero internacional por lo que se considera como una “inevitable salida de Grecia de la zona euro” está manifestándose en el aumento de la tasa de interés que deben pagar los países deudores de la zona euro. Italia, país que tiene una deuda pública de casi dos billones de euros y cuya economía está en franca recesión, vio la tasa para sus obligaciones a 10 años aumentar al insostenible nivel de 5.86 por ciento.
El pasado lunes 14 la agencia Moody’s redujo la notación crediticia de 26 bancos italianos porque “son vulnerables a una renovada recesión”. Como reporta el 16 de mayo el analista Ambrose Evans-Pritchard en The Telegraph de Londres, el no electo gobierno de Mario Monti está aplicando un ajuste fiscal tres veces superior al “ritmo terapéutico” recomendado por el FMI. La economía italiana sufrirá una contracción económica de 1.9 por ciento en el 2012, según Moody’s.
Por su parte el ex primer ministro italiano Romano Prodi, según Evans-Pritchard, afirmó que la salida de Grecia de la ZE provocará un “contagio instantáneo” en España, Italia y Francia, y que entonces se desplomará “todo el castillo de naipes” de la ZE.
Simultáneamente el banco español BBVA señaló en su reporte anual a la SEC (Comisión de Valores Bursátiles de Estados Unidos), que la crisis de la deuda en la zona euro –por la combinación de la crisis bancaria con las políticas de austeridad que reducen el crecimiento económico-, es más grave que la crisis que siguió a la bancarrota de Lehman Brothers en el 2008, debido a que tanto los gobiernos como los bancos han perdido acceso a los fondos de financiamiento.
El juicio más lapidario de un ministro de un país del G7 sobre la situación de la ZE le corresponde a nada menos que al ministro de Finanzas de Canadá, el conservador Jim Flaherty, para quien en estos momentos de crisis “todo el futuro de la ZE está en el aire, y esto es muy importante para muchos de los países miembros de la ZE, dada la historia de Europa en los últimos 100 años… Por eso deben mostrar coraje. Tienen que hacer lo que deben, usar parte de los dineros de sus contribuyentes para rescatar algunos de los miembros más débiles de la ZE, o empezar a salirse de la ZE y simplemente reconocer que este ha sido un experimento que no funcionó”.
Incluso Alemania no está exenta de muestras de una revuelta contra las políticas de austeridad fiscal y de flexibilidad laboral, como indican las derrotas electorales en los estados (landers) que ha sufrido el partido de Ángela Merkel, al punto que el diario Bild, conservador y de gran circulación, considera que la Canciller ya no tiene “el poder” para imponer su visión en tanto que gobernante de Alemania.
Las protestas sociales como telón de fondo
Un “verano de protestas” está en el calendario de los países del Sur de Europa porque ciudadanos de todas las edades y de todo el espectro político planean demostraciones contra las medidas de austeridad existentes y las que se están anunciando, y contra esos políticos que dicen que no hay otra alternativa que los cortes presupuestarios, reporta el 15 de mayo el diario inglés The Independent.
En efecto, en España cientos de miles de Indignados recomenzaron las manifestaciones pacificas en Madrid y otras ciudades. En Italia la crisis económica está creando, según el diario inglés, una “inestabilidad política” como no se veía desde hace 40 años, con los de la industria desplazándose con escoltas armadas por una supuesta amenaza “anarquista”, y con el ministro del Interior indicando que quizás recurra al ejercito “para proteger a potenciales blancos terroristas”. Las tensiones se han elevado en Italia por la serie de suicidios de personas afectadas por la crisis económica, según el diario británico.
¿Presidente del cambio o simple cambio de Presidente?
Aparte de entablar un conocimiento mutuo, en esta primera reunión Merkel y Hollande tenían mucho que tratar debido a que el nuevo Presidente francés fue electo porque rechazó la austeridad como un fin en sí mismo, prometió a los franceses una política de crecimiento económico y un nuevo tipo de relación con Alemania y dentro de la UE.
Hollande no podía emprender su mandato sin calibrar directamente y con alguna certeza la posibilidad de que Alemania aceptará un proceso de negociación que permita modificar la política fiscal y económica de la UE sin alterar la ortodoxia sobre la cual está sustentada. La reacción de la señora Merkel fue, como apunta la agencia Bloomberg, de señalar que había “diferencias en el énfasis” con lo que proponía Hollande en materia de “crecimiento”.
Y en buena medida el economista Philippe Aghion, asesor de Hollande y profesor en la Universidad de Harvard (2), da razón a la Canciller alemana al afirmar, en un artículo publicado el lunes 14 de mayo en el FT, para que fuera leído a tiempo en Berlín, que la estrategia que el Presidente socialista francés propuso a la Canciller alemana consiste “en tres ideas principales”: crecimiento económico, inclusión social y disciplina presupuestaria.
Para Hollande, escribe Aghion, el futuro de Francia depende de poder concretar las tres ideas, porque “ninguno de esos (tres) elementos puede ser logrado sin los otros dos. Sin el sentimiento entre los franceses de que el fardo (de la disciplina fiscal) es compartido, será difícil apelar a los necesarios sacrificios para lograr la disciplina presupuestaria. A la vez, la disciplina fiscal deberá permitir al gobierno la aplicación de políticas fiscales para estimular el crecimiento si la demanda baja. La reforma fiscal y el corte del gasto también permitirá a Francia financiar las inversiones que apoyen el crecimiento”.
Según Aghion, a diferencia de los antiguos lideres socialistas franceses el nuevo Presidente socialista de Francia “no está casado” con el keynesianismo –la política de estimular la demanda mediante el gasto fiscal durante las recesiones o depresiones económicas-, sino que es el primero en plantear el enfoque de la política de la oferta (la política neoliberal) para el crecimiento.
La política de crecimiento de Hollande, según Aghion, se distingue por “algunos componentes”: La UE debe movilizar sus fondos estructurales para financiar reformas en los mercados laborales, en los mercados de producción y en la educación superior, y asimismo consagrarse más a lo que “típicamente llamamos política industrial”; financiamiento de proyectos –en las ramas de tecnologías de informática y energías limpias- a partir del presupuesto de la UE y emisión de obligaciones conjuntas con el Banco Europeo de Inversiones. Y, además, permitir la emisión de bonos de la ZE para deudas mutuales que estén “destinadas a financiar proyectos de infraestructura”.
La “estabilidad financiera” debe sustentar estas reformas, y –continúa Aghion-, la ZE “deberá establecer un sistema unificado de supervisión bancaria y de seguros de los depósitos” bancarios.
Hollande propondrá usar una diferenciación en la tasa de inflación para reducir la brecha de competitividad entre los países del Norte (más del 2.0 por ciento de inflacion) y del Sur (menos del 2.0 por ciento) de la UE.
Y en cuanto al aumento de tributación para los más ricos de la sociedad francesa, la promesa electoral de Hollande de aumentar a 75 por ciento el impuesto marginal para los ingresos superiores a un millón de euros anuales, su asesor económico escribe que él piensa que “fue parcialmente motivada por la necesidad de movilizar a la izquierda y así prevenir la repetición del fiasco del 2022 en el cual el Partido Socialista perdió en la primera ronda electoral de la elección presidencial. Mi sentimiento es que si es aplicado, este impuesto será temporal”
La hora de las definiciones se acerca
Al analizar este rapidísimo proceso de crisis económica y financiera, de cambios políticos y de luchas sociales, que Walkom compara a lo sucedido en los años 30, lo primero que se destaca es que es una coyuntura para proponer y efectuar los necesarios cambios de fondo, lo que están pidiendo las mayorías, y no para el inmovilismo que puede alimentar a las existentes formaciones de la extrema derecha.
En un mes los franceses irán nuevamente a las urnas para las elecciones legislativas en las cuales el PS de Hollande y las demás fuerzas de izquierda, en particular el Frente de Izquierda, tienen como meta alcanzar una mayoría de diputados en la Asamblea Nacional para evitar una “cohabitación” con la derecha de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) reforzada ahora con la extrema derecha del Frente Nacional de Marine Le Pen.
Lo mismo en Grecia, donde la elección del Parlamento decidirá quien forma el gobierno o está en condiciones de encabezar el proceso para la formación de una coalición de gobierno.
Lo sucedido en esta primera quincena de mayo muestra sin la mínima duda el fracaso total de la ortodoxia neoliberal de la Dama de Hierro alemana y el creciente aislamiento de Alemania en la UE. Por eso mismo parece que la hora de las definiciones está llegando con en este nuevo capítulo de la Gran Crisis Europea.
La Vèrdiere, Francia.
1.- Para poner en contexto el estado actual de la crisis y donde se ubican las fisuras principales en la UE, en el plano de la capitalización bursátil, basta comparar el estado actual de las capitalizaciones bursátiles con referencia al comienzo de la crisis financiera del 2008. El índice FTS100 de la bolsa de Londres, centro financiero mundial, perdió desde el 2008 alrededor del 20 por ciento de su capitalización bursátil, un porcentaje similar al índice bursátil alemán DAX, que representa la fuerza financiera, industrial y exportadora de Alemania. Los índices bursátiles de otras dos economías fuertes de la UE, con grandes bancos involucrados en las finanzas mundiales e industrias que dependen de la exportación, los de Francia (CAC40) y Holanda (AEX) muestran una pérdida aproximativa de 50 y 45 por ciento, respectivamente. En Austria, un país con bancos que ejercen una influencia financiera en el Este europeo, el índice ATX perdió más del 50 por ciento. En cuanto a los países de la “periferia” de la UE, endeudados por las fuertes entradas de capitales financieros en busca de rendimientos altos de los bancos de los “países fuertes” de la UE, las descapitalizaciones bursátiles son de alrededor de 60 por ciento para el IBEX de España, de alrededor del 70 por ciento para los principales índices de Italia (FTSE-MIB) e Irlanda, y de un 90 por ciento para el principal índice bursátil de Grecia.
nota original
Los hechos se precipitan, los antagonismos se manifiestan
El panorama de la UE que hasta hace pocos meses parecía inamovible se ha transformado rápidamente en las últimas semanas. El bipartidismo (conservadores o socialdemócratas) que se alternaba o funcionaba en coalición en el poder para profundizar las políticas neoliberales empieza a ser cosa del pasado. El futuro no excluye del poder a la extrema derecha xenofóbica, antidemocrática y antieuro, ni tampoco a los frentes de izquierda radical que reclaman el fin de las políticas neoliberales y exigen la construcción de una “Europa social”.
Al referirse al intento de aplicar a toda costa las políticas de austeridad para alcanzar una supuesta estabilidad, el columnista John Kay escribe en el Financial Times (FT) sobre la incompatibilidad de esta ortodoxia neoliberal con la democracia. Este dogma “hace peligrar la estabilidad. La credibilidad que los modelos (neoliberales) describen es imposible en una democracia. Peor aun, el intento de lograrla amenaza la democracia”, y cita la polarización política que provocó en Grecia.
El columnista canadiense Thomas Walkom, del Toronto Star, alerta que la crisis de la zona euro (ZE) “apunta a una repetición de los años 30” porque se están repitiendo los mismos errores: las políticas de austeridad fiscal y el mismo empecinamiento en defender una ortodoxia monetaria que impedía devaluar las monedas para exportar más y crear empleos a nivel domestico, y –por otra parte- la miopía de que cada país debía salir del atolladero por sus propios medios, sin ayuda del resto del mundo. La miopía de 1931 está repitiéndose ahora, y la economía internacional está nuevamente siendo empujada al abismo, apunta Walkom.
Y el historiador de economía Robert Skidelsky escribe en el FT que las actuales políticas de austeridad de la UE se equiparan con el Tratado de Versalles que los aliados impusieron a Alemania al final de la primera Guerra Mundial y que condujo a la grave crisis que en Alemania permitió el ascenso del nazismo. En cuanto al caso griego, Skidelsky considera que es inevitable una salida de la ZE con una devaluación controlada.
Hollande y Merkel no pudieron evitar el tema de la crisis financiera, política y social en Grecia que se cristalizó el mismo 15 de mayo, cuando el Presidente griego Karolo Papoulias tiró la toalla al no poder lograr la formación de un gobierno de coalición y decidió que los griegos irán nuevamente a las urnas para elecciones legislativas en junio, casi al mismo tiempo que los franceses y tal vez los holandeses.
El 15 de mayo en Berlín resonó el “¡basta ya!” de los griegos, que en junio podría manifestarse en una mayoría de diputados de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), que rechaza de plano los términos del “pacto fiscal”, título oficial del plan de austeridad que la Troika de la UE (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el FMI) impuso a Grecia.
La crisis financiera y económica se agrava
Los indicadores económicos muestran que la mayoría de las economías de la UE, exceptuando las de Alemania y Austria, están en recesión o estancadas, que el desempleo sigue creciendo y que la demanda continúa bajando. Las tasas de interés aumentan para las obligaciones de los países endeudados y sometidos a la sangría de la austeridad fiscal, como España e Italia, agravando así el problema económico, el déficit fiscal, la crisis social y política.
En el plano monetario el euro sigue debilitándose por la anticipación de la salida (o expulsión) de Grecia de la ZE, como considera el economista Nouriel Roubini, mientras en muchos países las bolsas están en una espiral descendente que manifiesta una grave descapitalización bursátil (1).
Y como corolario a esta precipitación de la crisis, el propio Presidente griego hizo saber que el Gobernador del Banco Central de Grecia, George Procopoulos, le había alertado de una potencial “corrida bancaria”, o sea que la gente está retirando sus depósitos de los bancos. El diario FT de Londres reportaba el 16 de mayo que “fuentes bancarias” en Grecia calculan que desde el pasado 6 de mayo y por la “incertidumbre política” fueron retirados de los bancos griegos unos cinco mil millones de euros, o sea unos 700 millones de dólares por cada día hábil.
En el centro financiero de la City de Londres se reporta que algunas instituciones financieras están viendo como “incorporar el dracma (la antigua y quizás futura moneda de Grecia) a sus sistemas”. Nada de sorprendente cuando el mundo financiero sabe, por opiniones vertidas en la reunión que el 15 de mayo sostuvieron los ministros de hacienda y de economía de la UE en Bruselas, que hablando del caso griego el Gobernador del Banco Central de Bélgica, Luc Coene, dijo que “un divorcio amistoso puede ser posible”, algo similar al “puede ser manejable” de Patrick Honohan, del Banco Central de Irlanda.
Por su parte el conservador ministro de Finanzas del (saliente) gobierno de Holanda, Jan Kees de Jager, sugirió que la ZE puede enfrentar “el potencial contagio de una salida de Grecia”, añadiendo que “el riesgo de contagio será mucho, mucho más pequeño que hace un año o año y medio”.
Y en esa reunión de Bruselas, que tuvo lugar mientras Hollande y Merkel se reunían en Berlín y hablaban de potencialmente reabrir las negociaciones del pacto fiscal para acentuar el “olvidado” aspecto del crecimiento, la mayoría de los ministros de los países de la ZE, según el diario inglés The Guardian, insistían en que no habrá aflojamiento de las duras condiciones que Atenas aceptó el año pasado para obtener el paquete de rescate por la UE y el FMI de 130 mil millones de euros. Las conversaciones giraron abiertamente sobre la posibilidad de que Grecia quite o sea expulsada del euro.
El mismo día la Directora general del FMI, Christine Lagarde, dejó en claro que no se puede excluir una salida de Grecia de la ZE y exhortó a las autoridades de la UE a prepararse para evitar una “salida desordenada”
El contagio en marcha
La presión del sistema financiero internacional por lo que se considera como una “inevitable salida de Grecia de la zona euro” está manifestándose en el aumento de la tasa de interés que deben pagar los países deudores de la zona euro. Italia, país que tiene una deuda pública de casi dos billones de euros y cuya economía está en franca recesión, vio la tasa para sus obligaciones a 10 años aumentar al insostenible nivel de 5.86 por ciento.
El pasado lunes 14 la agencia Moody’s redujo la notación crediticia de 26 bancos italianos porque “son vulnerables a una renovada recesión”. Como reporta el 16 de mayo el analista Ambrose Evans-Pritchard en The Telegraph de Londres, el no electo gobierno de Mario Monti está aplicando un ajuste fiscal tres veces superior al “ritmo terapéutico” recomendado por el FMI. La economía italiana sufrirá una contracción económica de 1.9 por ciento en el 2012, según Moody’s.
Por su parte el ex primer ministro italiano Romano Prodi, según Evans-Pritchard, afirmó que la salida de Grecia de la ZE provocará un “contagio instantáneo” en España, Italia y Francia, y que entonces se desplomará “todo el castillo de naipes” de la ZE.
Simultáneamente el banco español BBVA señaló en su reporte anual a la SEC (Comisión de Valores Bursátiles de Estados Unidos), que la crisis de la deuda en la zona euro –por la combinación de la crisis bancaria con las políticas de austeridad que reducen el crecimiento económico-, es más grave que la crisis que siguió a la bancarrota de Lehman Brothers en el 2008, debido a que tanto los gobiernos como los bancos han perdido acceso a los fondos de financiamiento.
El juicio más lapidario de un ministro de un país del G7 sobre la situación de la ZE le corresponde a nada menos que al ministro de Finanzas de Canadá, el conservador Jim Flaherty, para quien en estos momentos de crisis “todo el futuro de la ZE está en el aire, y esto es muy importante para muchos de los países miembros de la ZE, dada la historia de Europa en los últimos 100 años… Por eso deben mostrar coraje. Tienen que hacer lo que deben, usar parte de los dineros de sus contribuyentes para rescatar algunos de los miembros más débiles de la ZE, o empezar a salirse de la ZE y simplemente reconocer que este ha sido un experimento que no funcionó”.
Incluso Alemania no está exenta de muestras de una revuelta contra las políticas de austeridad fiscal y de flexibilidad laboral, como indican las derrotas electorales en los estados (landers) que ha sufrido el partido de Ángela Merkel, al punto que el diario Bild, conservador y de gran circulación, considera que la Canciller ya no tiene “el poder” para imponer su visión en tanto que gobernante de Alemania.
Las protestas sociales como telón de fondo
Un “verano de protestas” está en el calendario de los países del Sur de Europa porque ciudadanos de todas las edades y de todo el espectro político planean demostraciones contra las medidas de austeridad existentes y las que se están anunciando, y contra esos políticos que dicen que no hay otra alternativa que los cortes presupuestarios, reporta el 15 de mayo el diario inglés The Independent.
En efecto, en España cientos de miles de Indignados recomenzaron las manifestaciones pacificas en Madrid y otras ciudades. En Italia la crisis económica está creando, según el diario inglés, una “inestabilidad política” como no se veía desde hace 40 años, con los de la industria desplazándose con escoltas armadas por una supuesta amenaza “anarquista”, y con el ministro del Interior indicando que quizás recurra al ejercito “para proteger a potenciales blancos terroristas”. Las tensiones se han elevado en Italia por la serie de suicidios de personas afectadas por la crisis económica, según el diario británico.
¿Presidente del cambio o simple cambio de Presidente?
Aparte de entablar un conocimiento mutuo, en esta primera reunión Merkel y Hollande tenían mucho que tratar debido a que el nuevo Presidente francés fue electo porque rechazó la austeridad como un fin en sí mismo, prometió a los franceses una política de crecimiento económico y un nuevo tipo de relación con Alemania y dentro de la UE.
Hollande no podía emprender su mandato sin calibrar directamente y con alguna certeza la posibilidad de que Alemania aceptará un proceso de negociación que permita modificar la política fiscal y económica de la UE sin alterar la ortodoxia sobre la cual está sustentada. La reacción de la señora Merkel fue, como apunta la agencia Bloomberg, de señalar que había “diferencias en el énfasis” con lo que proponía Hollande en materia de “crecimiento”.
Y en buena medida el economista Philippe Aghion, asesor de Hollande y profesor en la Universidad de Harvard (2), da razón a la Canciller alemana al afirmar, en un artículo publicado el lunes 14 de mayo en el FT, para que fuera leído a tiempo en Berlín, que la estrategia que el Presidente socialista francés propuso a la Canciller alemana consiste “en tres ideas principales”: crecimiento económico, inclusión social y disciplina presupuestaria.
Para Hollande, escribe Aghion, el futuro de Francia depende de poder concretar las tres ideas, porque “ninguno de esos (tres) elementos puede ser logrado sin los otros dos. Sin el sentimiento entre los franceses de que el fardo (de la disciplina fiscal) es compartido, será difícil apelar a los necesarios sacrificios para lograr la disciplina presupuestaria. A la vez, la disciplina fiscal deberá permitir al gobierno la aplicación de políticas fiscales para estimular el crecimiento si la demanda baja. La reforma fiscal y el corte del gasto también permitirá a Francia financiar las inversiones que apoyen el crecimiento”.
Según Aghion, a diferencia de los antiguos lideres socialistas franceses el nuevo Presidente socialista de Francia “no está casado” con el keynesianismo –la política de estimular la demanda mediante el gasto fiscal durante las recesiones o depresiones económicas-, sino que es el primero en plantear el enfoque de la política de la oferta (la política neoliberal) para el crecimiento.
La política de crecimiento de Hollande, según Aghion, se distingue por “algunos componentes”: La UE debe movilizar sus fondos estructurales para financiar reformas en los mercados laborales, en los mercados de producción y en la educación superior, y asimismo consagrarse más a lo que “típicamente llamamos política industrial”; financiamiento de proyectos –en las ramas de tecnologías de informática y energías limpias- a partir del presupuesto de la UE y emisión de obligaciones conjuntas con el Banco Europeo de Inversiones. Y, además, permitir la emisión de bonos de la ZE para deudas mutuales que estén “destinadas a financiar proyectos de infraestructura”.
La “estabilidad financiera” debe sustentar estas reformas, y –continúa Aghion-, la ZE “deberá establecer un sistema unificado de supervisión bancaria y de seguros de los depósitos” bancarios.
Hollande propondrá usar una diferenciación en la tasa de inflación para reducir la brecha de competitividad entre los países del Norte (más del 2.0 por ciento de inflacion) y del Sur (menos del 2.0 por ciento) de la UE.
Y en cuanto al aumento de tributación para los más ricos de la sociedad francesa, la promesa electoral de Hollande de aumentar a 75 por ciento el impuesto marginal para los ingresos superiores a un millón de euros anuales, su asesor económico escribe que él piensa que “fue parcialmente motivada por la necesidad de movilizar a la izquierda y así prevenir la repetición del fiasco del 2022 en el cual el Partido Socialista perdió en la primera ronda electoral de la elección presidencial. Mi sentimiento es que si es aplicado, este impuesto será temporal”
La hora de las definiciones se acerca
Al analizar este rapidísimo proceso de crisis económica y financiera, de cambios políticos y de luchas sociales, que Walkom compara a lo sucedido en los años 30, lo primero que se destaca es que es una coyuntura para proponer y efectuar los necesarios cambios de fondo, lo que están pidiendo las mayorías, y no para el inmovilismo que puede alimentar a las existentes formaciones de la extrema derecha.
En un mes los franceses irán nuevamente a las urnas para las elecciones legislativas en las cuales el PS de Hollande y las demás fuerzas de izquierda, en particular el Frente de Izquierda, tienen como meta alcanzar una mayoría de diputados en la Asamblea Nacional para evitar una “cohabitación” con la derecha de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) reforzada ahora con la extrema derecha del Frente Nacional de Marine Le Pen.
Lo mismo en Grecia, donde la elección del Parlamento decidirá quien forma el gobierno o está en condiciones de encabezar el proceso para la formación de una coalición de gobierno.
Lo sucedido en esta primera quincena de mayo muestra sin la mínima duda el fracaso total de la ortodoxia neoliberal de la Dama de Hierro alemana y el creciente aislamiento de Alemania en la UE. Por eso mismo parece que la hora de las definiciones está llegando con en este nuevo capítulo de la Gran Crisis Europea.
La Vèrdiere, Francia.
1.- Para poner en contexto el estado actual de la crisis y donde se ubican las fisuras principales en la UE, en el plano de la capitalización bursátil, basta comparar el estado actual de las capitalizaciones bursátiles con referencia al comienzo de la crisis financiera del 2008. El índice FTS100 de la bolsa de Londres, centro financiero mundial, perdió desde el 2008 alrededor del 20 por ciento de su capitalización bursátil, un porcentaje similar al índice bursátil alemán DAX, que representa la fuerza financiera, industrial y exportadora de Alemania. Los índices bursátiles de otras dos economías fuertes de la UE, con grandes bancos involucrados en las finanzas mundiales e industrias que dependen de la exportación, los de Francia (CAC40) y Holanda (AEX) muestran una pérdida aproximativa de 50 y 45 por ciento, respectivamente. En Austria, un país con bancos que ejercen una influencia financiera en el Este europeo, el índice ATX perdió más del 50 por ciento. En cuanto a los países de la “periferia” de la UE, endeudados por las fuertes entradas de capitales financieros en busca de rendimientos altos de los bancos de los “países fuertes” de la UE, las descapitalizaciones bursátiles son de alrededor de 60 por ciento para el IBEX de España, de alrededor del 70 por ciento para los principales índices de Italia (FTSE-MIB) e Irlanda, y de un 90 por ciento para el principal índice bursátil de Grecia.
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