¿Qué hay tras la demonización de la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner en El País?
En una palabra: Repsol-YPF. En una frase: políticas que tienen al socialismo y, por tanto, a la nacionalización de los recursos estratégicos como reacción al desastre del ensayo neoliberal que condujo a Argentina al colapso y al corralito.
La petrolera YPF, empresa nacional de petróleos argentinos, fue privatizada en 1999 por el gobierno ultraliberal de Carlos Menem, y comprada por Repsol de forma irregular al aprovecharse de la deuda externa argentina. Durante 2011 ha empleado sus beneficios en capitalizar la multinacional, es decir, agregar el beneficio al capital y suscribir nuevas acciones en lugar de invertir en un aumento de la producción que palíe la demanda interna en Argentina. El gobierno Kirchner se vio obligado a importar combustibles por unos 9.000 millones de dólares en 2011 debido a la falta de respuesta por parte de Repsol-YPF. El ejecutivo argentino informa de que “la caída de producción de petróleo y gas en el país por parte de la multinacional fue del 18% y 11%, respectivamente durante la última década”.
Todos estos datos no aparecen publicados en los medios de PRISA. El País se limita a hablar de la capitalización de la transnacional confundiendo al lector, como si fuese positiva para paliar la demanda interna (1): ”(…) Brufau indicó que la “elevada capitalización” que propone la empresa es una “clara muestra de su alta sensibilidad hacia la situación actual”, en referencia al déficit energético que sufre Argentina (…)”, y da la vuelta a la situación afirmando en sus titulares que “Argentina mantiene en vilo a Repsol” (2) cuando es Repsol la que mantiene en vilo al gobierno argentino.
“(…) Ahora, Repsol ha accedido a dejar sus beneficios en el país, a invertirlos en recapitalizar la empresa. Pero Fernández quiere más, mucho más (…)”.
A la confusión entre recapitalizar la multinacional, acción que no se traduce en beneficio alguno para Argentina, hay que sumar hoy otro ataque directo en el editorial “Por el mal camino. Cristina Fernández degrada la economía argentina con sus amenazas veladas de nacionalizaciones” (3), donde la antítesis a la privatización se entiende como una “degradación de la economía”, y se habla de “fracaso de la gestión económica”; “(…) Hay muchas razones para suponer que Cristina Fernández de Kirchner y su Gobierno están intentando esconder el fracaso de su gestión económica detrás de una fachada de nacionalismo. La economía argentina está al borde del colapso (…) Argentina corre el riesgo de una ruina a corto plazo. Y la exaltación patriótica es un mal camino. Hoy, los inversores extranjeros en Argentina operan bajo una amenaza permanente de exacción o nacionalización (…)”.
Duras y contundentes afirmaciones que en ningún momento se amparan en cifras. Si consultamos los principales índices macroeconómicos de Argentina, observaremos que el editorial miente cínicamente. El PIB de Argentina creció en 2011 al 7,5% en un momento de crisis sistémica mundial, remontando el 6,8% de 2008 y acercándose a los niveles anteriores, que superaban el 8%. Se sitúa en el puesto 28 del mundo en cuanto a crecimiento del producto interior bruto. “¿Borde del colapso? ¿Ruina a corto plazo?”. Entonces ¿qué adjetivos debemos usar para la economía española, cuyo PIB fue del -0,1% en 2011 (puesto 190 del mundo según CIA World Factbook) y está entrando en recesión? Por no comparar la tasa de desempleo. En Argentina es del 7,90% , y no ha dejado de bajar desde el año 2003 (21,5%), punto de inflexión y fin de las políticas ultraliberales que ahora sufrimos en Europa.
No sólo eso. Si de lo que hablamos es de reducción de la pobreza, que es el principal índice de carácter social, el Informe de Panorama social de América Latina 2011 presentado el pasado 29 de noviembre de 2011 en Chile por CEPAL, estima que la pobreza en Latinoamérica ha caído al nivel más bajo de los últimos 20 años, siendo la Argentina de los Kirchner el país que más ha reducido su pobreza entre 2002 y 2010 (-36,8%). Venezuela y Perú son los otros dos países con mayores reducciones de la pobreza en el mismo período, dato que PRISA nunca ha ofrecido en los últimos años en sus medios de comunicación.
Silenciando estos índices, El País insiste en un gobierno argentino de “discurso populista” o en las “amenazas de nacionalización” hacia Repsol YPF, “razones suficientes para que la comunidad internacional retire su confianza en la estabilidad regulatoria argentina“. El último párrafo no tiene desperdicio; “(…) No es propio de un país del G-20 suprimir concesiones de explotación a una empresa extranjera sin ofrecer argumento alguno para ello o amagar con la nacionalización para satisfacer el chovinismo exaltado de los gobernadores de las provincias. Obama ha anunciado que suspenderá las preferencias comerciales de que gozaba Argentina; la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, México y otros 10 países han denunciado ante la Organización Mundial de Comercio las políticas proteccionistas de Argentina. La señora Kirchner tiene un problema con la economía de su país, con su política energética y con su balanza de pagos. Si quiere solucionarlos con patrioterismo económico, comete un grave error”.
La falta de rigor y los ataques al gobierno argentino no se reducen, por supuesto, a este editorial. Otros muchos textos recientes “No llores por mí, Repsol”; “El tango del expolio” (editorial), etc., se han redactado en clara defensa de Repsol y contra los intereses del pueblo argentino.
Pero volvamos al enunciado: ¿Qué hay tras la demonización de la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner en El País?
Otra vez intereses económicos. Repsol YPF invierte cada año cantidades millonarias en medios del grupo PRISA, básicamente en publicidad. Son los mismos intereses, que unidos a una red de confluencias entre las grandes empresas españolas de los sectores financiero, energético y comunicativo, cuyos grupos y directivos a título individual comparten acciones e inversiones. A esto se une que otros negocios de PRISA, como sus editoriales, libros de texto (Santillana) o cadenas de radio encuentran menos mercado en países que aplican políticas socialistas. Pero se da el caso que el mayor accionista de Repsol YPF -La Caixa- que cuenta con un 10,58% del capital de la petrolera, también es uno de los principales bancos acreedores de la voluminosa deuda -refinanciada en 2011- del grupo mediático. De su último préstamo puente que vencerá en 2013 participan HSBC, Santander, Banesto, Caja Madrid, La Caixa, BNP Paribas y Natixis, pero en 2009, ya se detectaba un entusiasmo particular por parte de La Caixa en incentivar las inversiones hacia el grupo PRISA (4), porque ya desde antes este banco formaba parte de sus principales acreedores.
Pero el grupo de comunicación ya se mostraba cinco años antes reticente a publicar un artículo crítico con Repsol titulado Accionistas y el Tercer Mundo Corporation, llegando finalmente a censurar su publicación. El autor del mismo explicaba como “una periodista de El País interpretó como interesante el artículo y aceptó vehicularlo hacia su publicación con el supuesto que aunque apuntara directamente a REPSOL, el peso e independencia corporativa de El País iban a permitir, al fin y al cabo, que saliera a la luz. El artículo por tanto cruzó satisfactoriamente la primera línea y se acercó a la segunda con una sugerencia amistosa de la periodista: ‘rebaja el número de referencias a la palabra REPSOL’. El texto íntegro llegó a la segunda línea, el consejo de redacción, a quien gustó el contenido y el estilo general del artículo. Sin embargo se hacía efectiva la ‘recomendación’. Esta vez era una recomendación del estilo de las utilizadas por el FMI, sinónimo de amenaza. Sin placer alguno fue rebajado al mínimo el número de referencias directas a dicha palabra clave sin que ello alterara el objetivo del artículo, y entregado de nuevo cruzaba definitivamente la segunda línea. Faltaba la última, la del redactor jefe. Dos semanas después, respondía éste no por escrito sino a través de la periodista y por teléfono: ‘Lamentablemente REPSOL no puede aparecer en el artículo, ni una sola vez”.
nota original
CFK se nota que molesta intereses poderosos me gusta por eso la vote ok... |
La petrolera YPF, empresa nacional de petróleos argentinos, fue privatizada en 1999 por el gobierno ultraliberal de Carlos Menem, y comprada por Repsol de forma irregular al aprovecharse de la deuda externa argentina. Durante 2011 ha empleado sus beneficios en capitalizar la multinacional, es decir, agregar el beneficio al capital y suscribir nuevas acciones en lugar de invertir en un aumento de la producción que palíe la demanda interna en Argentina. El gobierno Kirchner se vio obligado a importar combustibles por unos 9.000 millones de dólares en 2011 debido a la falta de respuesta por parte de Repsol-YPF. El ejecutivo argentino informa de que “la caída de producción de petróleo y gas en el país por parte de la multinacional fue del 18% y 11%, respectivamente durante la última década”.
Todos estos datos no aparecen publicados en los medios de PRISA. El País se limita a hablar de la capitalización de la transnacional confundiendo al lector, como si fuese positiva para paliar la demanda interna (1): ”(…) Brufau indicó que la “elevada capitalización” que propone la empresa es una “clara muestra de su alta sensibilidad hacia la situación actual”, en referencia al déficit energético que sufre Argentina (…)”, y da la vuelta a la situación afirmando en sus titulares que “Argentina mantiene en vilo a Repsol” (2) cuando es Repsol la que mantiene en vilo al gobierno argentino.
“(…) Ahora, Repsol ha accedido a dejar sus beneficios en el país, a invertirlos en recapitalizar la empresa. Pero Fernández quiere más, mucho más (…)”.
A la confusión entre recapitalizar la multinacional, acción que no se traduce en beneficio alguno para Argentina, hay que sumar hoy otro ataque directo en el editorial “Por el mal camino. Cristina Fernández degrada la economía argentina con sus amenazas veladas de nacionalizaciones” (3), donde la antítesis a la privatización se entiende como una “degradación de la economía”, y se habla de “fracaso de la gestión económica”; “(…) Hay muchas razones para suponer que Cristina Fernández de Kirchner y su Gobierno están intentando esconder el fracaso de su gestión económica detrás de una fachada de nacionalismo. La economía argentina está al borde del colapso (…) Argentina corre el riesgo de una ruina a corto plazo. Y la exaltación patriótica es un mal camino. Hoy, los inversores extranjeros en Argentina operan bajo una amenaza permanente de exacción o nacionalización (…)”.
Duras y contundentes afirmaciones que en ningún momento se amparan en cifras. Si consultamos los principales índices macroeconómicos de Argentina, observaremos que el editorial miente cínicamente. El PIB de Argentina creció en 2011 al 7,5% en un momento de crisis sistémica mundial, remontando el 6,8% de 2008 y acercándose a los niveles anteriores, que superaban el 8%. Se sitúa en el puesto 28 del mundo en cuanto a crecimiento del producto interior bruto. “¿Borde del colapso? ¿Ruina a corto plazo?”. Entonces ¿qué adjetivos debemos usar para la economía española, cuyo PIB fue del -0,1% en 2011 (puesto 190 del mundo según CIA World Factbook) y está entrando en recesión? Por no comparar la tasa de desempleo. En Argentina es del 7,90% , y no ha dejado de bajar desde el año 2003 (21,5%), punto de inflexión y fin de las políticas ultraliberales que ahora sufrimos en Europa.
No sólo eso. Si de lo que hablamos es de reducción de la pobreza, que es el principal índice de carácter social, el Informe de Panorama social de América Latina 2011 presentado el pasado 29 de noviembre de 2011 en Chile por CEPAL, estima que la pobreza en Latinoamérica ha caído al nivel más bajo de los últimos 20 años, siendo la Argentina de los Kirchner el país que más ha reducido su pobreza entre 2002 y 2010 (-36,8%). Venezuela y Perú son los otros dos países con mayores reducciones de la pobreza en el mismo período, dato que PRISA nunca ha ofrecido en los últimos años en sus medios de comunicación.
Silenciando estos índices, El País insiste en un gobierno argentino de “discurso populista” o en las “amenazas de nacionalización” hacia Repsol YPF, “razones suficientes para que la comunidad internacional retire su confianza en la estabilidad regulatoria argentina“. El último párrafo no tiene desperdicio; “(…) No es propio de un país del G-20 suprimir concesiones de explotación a una empresa extranjera sin ofrecer argumento alguno para ello o amagar con la nacionalización para satisfacer el chovinismo exaltado de los gobernadores de las provincias. Obama ha anunciado que suspenderá las preferencias comerciales de que gozaba Argentina; la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, México y otros 10 países han denunciado ante la Organización Mundial de Comercio las políticas proteccionistas de Argentina. La señora Kirchner tiene un problema con la economía de su país, con su política energética y con su balanza de pagos. Si quiere solucionarlos con patrioterismo económico, comete un grave error”.
La falta de rigor y los ataques al gobierno argentino no se reducen, por supuesto, a este editorial. Otros muchos textos recientes “No llores por mí, Repsol”; “El tango del expolio” (editorial), etc., se han redactado en clara defensa de Repsol y contra los intereses del pueblo argentino.
Pero volvamos al enunciado: ¿Qué hay tras la demonización de la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner en El País?
Otra vez intereses económicos. Repsol YPF invierte cada año cantidades millonarias en medios del grupo PRISA, básicamente en publicidad. Son los mismos intereses, que unidos a una red de confluencias entre las grandes empresas españolas de los sectores financiero, energético y comunicativo, cuyos grupos y directivos a título individual comparten acciones e inversiones. A esto se une que otros negocios de PRISA, como sus editoriales, libros de texto (Santillana) o cadenas de radio encuentran menos mercado en países que aplican políticas socialistas. Pero se da el caso que el mayor accionista de Repsol YPF -La Caixa- que cuenta con un 10,58% del capital de la petrolera, también es uno de los principales bancos acreedores de la voluminosa deuda -refinanciada en 2011- del grupo mediático. De su último préstamo puente que vencerá en 2013 participan HSBC, Santander, Banesto, Caja Madrid, La Caixa, BNP Paribas y Natixis, pero en 2009, ya se detectaba un entusiasmo particular por parte de La Caixa en incentivar las inversiones hacia el grupo PRISA (4), porque ya desde antes este banco formaba parte de sus principales acreedores.
Pero el grupo de comunicación ya se mostraba cinco años antes reticente a publicar un artículo crítico con Repsol titulado Accionistas y el Tercer Mundo Corporation, llegando finalmente a censurar su publicación. El autor del mismo explicaba como “una periodista de El País interpretó como interesante el artículo y aceptó vehicularlo hacia su publicación con el supuesto que aunque apuntara directamente a REPSOL, el peso e independencia corporativa de El País iban a permitir, al fin y al cabo, que saliera a la luz. El artículo por tanto cruzó satisfactoriamente la primera línea y se acercó a la segunda con una sugerencia amistosa de la periodista: ‘rebaja el número de referencias a la palabra REPSOL’. El texto íntegro llegó a la segunda línea, el consejo de redacción, a quien gustó el contenido y el estilo general del artículo. Sin embargo se hacía efectiva la ‘recomendación’. Esta vez era una recomendación del estilo de las utilizadas por el FMI, sinónimo de amenaza. Sin placer alguno fue rebajado al mínimo el número de referencias directas a dicha palabra clave sin que ello alterara el objetivo del artículo, y entregado de nuevo cruzaba definitivamente la segunda línea. Faltaba la última, la del redactor jefe. Dos semanas después, respondía éste no por escrito sino a través de la periodista y por teléfono: ‘Lamentablemente REPSOL no puede aparecer en el artículo, ni una sola vez”.
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