Lo que aqueja a la economía española
Los mercados mundiales sienten -de nuevo- nervios de prestarle dinero a un gobierno de la eurozona. Esta vez es el turno de España.
La tasa de interés exigida por los mercados para realizar préstamos al gobierno español por un término de 10 años se elevó a más de 6% a principios de esta semana.
Comparen eso con la tasa de interés de 1,75% que Alemania tiene que pagar, tan baja que está cerca de batir un récord.
Por eso resulta evidente que a los prestamistas a España les preocupe la posibilidad de no recuperar su dinero. Pero enfocarse en los préstamos del gobierno español sería ignorar el punto central de esta crisis financiera, en la que el verdadero problema es el caos que se ha generado en la economía de España.
La burbuja inmobiliaria
Antes de 2008, el gobierno español fue -a diferencia de Alemania- uno de los que menos despilfarró en la eurozona. Sus deudas eran de apenas un 36% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2007, mientras que las del gobierno alemán representaban el 65%.
Es más, Madrid se encontraba en proceso de pagar sus deudas -sus ingresos fiscales superaban a su gasto total- mientras Berlín superaba con regularidad el nivel de endeudamiento máximo establecido en el Tratado de Maastricht (del 3% del PIB).
Evidentemente, esta crisis no tiene nada que ver con la imprudencia del gobierno de España. En realidad, fueron todos los demás en España quienes se comportaron de forma imprudente en el país.
Cuando se implementó el euro en 1999, los bancos, promotores inmobiliarios y compradores de casa tomaron préstamos con las tasas de interés reducidas a niveles históricos. El resultado: una enorme burbuja inmobiliaria.
Entre 1996 y 2007, los precios de las propiedades se triplicaron. Ahora que la burbuja explotó, los precios se encuentran en bajada constante y al parecer aún les queda por caer.
La industria de la construcción se derrumbó dejando a cientos de miles de personas sin trabajo. Los propietarios de viviendas endeudados ahora han tenido que reducir sus gastos, mientras que los bancos poseen una creciente montaña de deudas hipotecarias incobrables.
Eso significa que ahora el gobierno de España está en la búsqueda de préstamos para detener el colapso de su economía. A pesar de todas las medidas de austeridad, los déficits presupuestarios siguen siendo enormes.
En España el desempleo ya alcanza el 24% de la fuerza de trabajo, lo que quiere decir que menos personas pagan impuestos sobre la renta y muchos más demandan beneficios del gobierno.
El problema
Desafortunadamente, el estallido de la burbuja inmobiliaria no es el mayor problema al que España se enfrenta, pues en el país también hubo otra burbuja: la de los mercados de trabajo.
Los costos laborales unitarios -que miden qué tan competitiva es la fuerza laboral de un país a nivel internacional- subieron demasiado rápido durante los años de auge. En total aumentaron un 40% con respecto a los niveles de Alemania durante la década pasada.
Esa pérdida de competitividad ha dejado a España con un gran problema de gasto excesivo.
Con las importaciones tan baratas y las exportaciones españolas tan caras, la economía del país gastó un 10% más de lo que ganó en 2007 y 2008.
Infortunadamente para España, comparte una moneda con Alemania, lo que quiere decir que no puede simplemente devaluar la peseta para automáticamente hacer que sus trabajadores cuesten menos y conseguir que sean más competitivos en el mundo.
Esto significa que España va a permanecer atrapada en una moneda sobrevaluada -mientras Alemania disfruta de una moneda subvaluada- por muchos años más, hasta que la brecha en la competitividad relativa de los trabajadores vuelva a cerrarse poco a poco.
Y aquí es donde el asunto se complica. Porque mientras los trabajadores españoles siguen sin ser competitivos en la economía mundial, es inevitable que España continúe gastando en exceso.
A pesar de haber entrado en su segunda recesión desde 2008, en 2011 la economía de España continuaba con un gasto excesivo del 5% de su PIB. Eliminarlo del todo requeriría una recesión mucho más profunda.
Riesgo tangible
Eso nos lleva a hacernos la gran pregunta: ¿quién le va a prestar a España el dinero que necesita para continuar con este gasto excesivo y evitar un colapso económico total?
Durante los años de bonanza, los bancos de Alemania y Francia prestaron dinero. Pero eso cambió. Desde el verano pasado una duda se ha sembrado en las mentes de los prestamistas de España, que han empezado a pedir su dinero de vuelta.
No se trata simplemente de que los españoles -sean el gobierno, bancos, promotores inmobiliarios o los compradores de vivienda- han pedido más de lo que pueden pagar.
En la actualidad existe un riesgo tangible, aunque pequeño, de que un país como España tome la decisión más drástica y abandone el euro. Esta podría convertirse en su única opción para recuperar su competitividad y acabar con su miseria económica.
En ese caso no importaría si los prestatarios españoles pueden pagar sus deudas o no. El dinero que han prestado podría ser congelado, convertido a la fuerza en pesetas, y luego devaluado frente al resto de la eurozona en un 50% o más.
Por esa razón, no sólo los bancos franceses y alemanes sino también muchos grandes inversionistas y empresas, han comenzado a sacar su dinero de España rumbo a la segura Alemania.
Desde el verano pasado España no sólo ha tenido que pedir prestado para cubrir su mala costumbre gastar de más. Ahora también tiene que pedir prestado para reemplazar todo el dinero que está huyendo del país.
¿Cuál es la magnitud?
De acuerdo con el banco central español -que está subordinado al Banco Central Europeo (BCE)- en marzo los préstamos a los bancos españoles aumentaron a 227.000 millones de euros ($295.000 millones), frente a los 50.000 millones de euros que se contabilizaron en junio de 2011.
El banco central de España, a su vez, le pide prestado al BCE, por lo que ahora le debe 250.000 millones de euros (el 23% del PIB de España) y la cifra sigue aumentando.
Por razones similares, el banco central de Italia ha pedido 270.000 millones de euros al BCE (el 17% del PIB italiano), mientras que Francia, Grecia y la República de Irlanda han solicitado unos 100.000 millones cada uno. ¿Y de dónde ha sacado el BCE todo este dinero? Del banco central alemán, el Bundesbank.
El total de los préstamos proporcionados por el Bundesbank a sus compañeros europeos, a través del BCE, ha aumentado desde que la crisis de la eurozona comenzó, alcanzando los 616.000 millones de euros el mes pasado. Eso representa el 24% del PIB de Alemania. Y sigue en aumento.
Todo esto es una forma enrevesada de decir que, a medida que los bancos privados alemanes han exigido la devolución del dinero que le han prestado a España, Italia y el resto en los últimos 10 años, el banco central de Alemania ha tenido que entrar a cubrir el faltante.
Y no son cifras pequeñas. Solo hace falta compararlo con los 130.000 millones de euros del segundo paquete de rescate a Grecia que provocaron tantas críticas de los políticos europeos a finales del año pasado. Pero si el Bundesbank ha venido al rescate, ¿por qué los mercados se están poniendo nerviosos otra vez? Bueno, hay tres razones.
El temor
En primer lugar, los prestamistas que han llegado al rescate de España (y de Italia, Portugal, Grecia e Irlanda), llámense el BCE, el Fondo Monetario Internacional u otros gobiernos de la eurozona, han dejado claro que esperan que se les pague no sólo en su totalidad, sino primero que a cualquier otra persona a que le deba.
Eso ha asustado a otros prestamistas porque significa que si España no puede pagar todas sus deudas, entonces serán ellos quienes tendrán todas las pérdidas.
En segundo lugar, la oferta de préstamos de rescate está en riesgo de agotarse.
El banco central español sólo puede ayudar a los bancos españoles si ellos proporcionan la seguridad para respaldar los préstamos de emergencia que reciben (por ejemplo, como cuando una persona ofrece una vivienda como garantía de la hipoteca).
Ese respaldo, principalmente compuesto de deuda gubernamental española, ahora escasea.
Es más, a medida que la crisis empeora de nuevo, el valor de esta seguridad ha caido, reduciendo la cantidad que los bancos españoles pueden obtener prestado del del banco central.
Mientras tanto, la voluntad política de los gobiernos de la eurozona -la otra fuente principal de los préstamos de rescate- ha sido examinada y quedó en claro que no es suficiente.
El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera sigue siendo demasiado pequeño para rescatar a España, sobre todo si Italia también necesita ser rescatada.
Pero hasta ahora, Alemania y el puñado de otros gobiernos fuertes de la eurozona se han negado a aportar dinero suficiente.
La tercera razón, y la más preocupante por el nerviosismo del mercado actual, son las políticas económicas que está adoptando la eurozona, pues parecen destinadas a empeorar el sufrimiento de la economía española.
El gobierno de España se ha comprometido a llevar a cabo uno de los mayores programas de recortes de gastos y aumentos de impuestos de su historia.
Eso no sería tan malo si España pudiera devaluar su moneda, pues aunque se dispararía el costo de las importaciones, como el petróleo, el efecto de los recortes de gastos recaería desproporcionadamente en los ingresos de los extranjeros que exportan productos a España.
Pero dentro de la eurozona, esa no es una opción.
"El suicidio económico"
Todos los demás miembros de la Unión Europea -los principales mercados de exportación de España- incluyendo a Alemania, también tienen enormes planes de austeridad para los los próximos años.
En Reino Unido, también se está experimentando el dolor de la austeridad. Al igual que el BCE, el Banco de Inglaterra ha reducido los costos de endeudamiento y está comprando deuda pública.
Sin embargo, a diferencia del Banco de Inglaterra, el BCE está mucho menos dispuesto a ofrecer estos analgésicos. En efecto, en dos ocasiones -en 2008 y nuevamente el año pasado- se ha mostrado dispuesto incluso a elevar las tasas de interés, apenas meses antes del surgimiento de una crisis financiera seria.
El temor es que España podría enfrentar una enorme crisis económica durante los próximos meses y años, comparable a la Grecia, que pondrá a prueba su voluntad de permanecer en la eurozona.
El economista ganador del Nobel, Paul Krugman, ha bautizado a esta política de austeridad fiscal y restricción monetaria como el "suicidio económico de Europa".
Los líderes europeos esperan que esté equivocado.
nota original
La tasa de interés exigida por los mercados para realizar préstamos al gobierno español por un término de 10 años se elevó a más de 6% a principios de esta semana.
En España el desempleo ya alcanza el 24% de la fuerza de trabajo: menos personas pagan impuestos sobre la renta y muchos más demandan beneficios del gobierno. |
Comparen eso con la tasa de interés de 1,75% que Alemania tiene que pagar, tan baja que está cerca de batir un récord.
Por eso resulta evidente que a los prestamistas a España les preocupe la posibilidad de no recuperar su dinero. Pero enfocarse en los préstamos del gobierno español sería ignorar el punto central de esta crisis financiera, en la que el verdadero problema es el caos que se ha generado en la economía de España.
La burbuja inmobiliaria
Antes de 2008, el gobierno español fue -a diferencia de Alemania- uno de los que menos despilfarró en la eurozona. Sus deudas eran de apenas un 36% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2007, mientras que las del gobierno alemán representaban el 65%.
Es más, Madrid se encontraba en proceso de pagar sus deudas -sus ingresos fiscales superaban a su gasto total- mientras Berlín superaba con regularidad el nivel de endeudamiento máximo establecido en el Tratado de Maastricht (del 3% del PIB).
Evidentemente, esta crisis no tiene nada que ver con la imprudencia del gobierno de España. En realidad, fueron todos los demás en España quienes se comportaron de forma imprudente en el país.
Cuando se implementó el euro en 1999, los bancos, promotores inmobiliarios y compradores de casa tomaron préstamos con las tasas de interés reducidas a niveles históricos. El resultado: una enorme burbuja inmobiliaria.
Entre 1996 y 2007, los precios de las propiedades se triplicaron. Ahora que la burbuja explotó, los precios se encuentran en bajada constante y al parecer aún les queda por caer.
La industria de la construcción se derrumbó dejando a cientos de miles de personas sin trabajo. Los propietarios de viviendas endeudados ahora han tenido que reducir sus gastos, mientras que los bancos poseen una creciente montaña de deudas hipotecarias incobrables.
Eso significa que ahora el gobierno de España está en la búsqueda de préstamos para detener el colapso de su economía. A pesar de todas las medidas de austeridad, los déficits presupuestarios siguen siendo enormes.
En España el desempleo ya alcanza el 24% de la fuerza de trabajo, lo que quiere decir que menos personas pagan impuestos sobre la renta y muchos más demandan beneficios del gobierno.
El problema
Desafortunadamente, el estallido de la burbuja inmobiliaria no es el mayor problema al que España se enfrenta, pues en el país también hubo otra burbuja: la de los mercados de trabajo.
Los costos laborales unitarios -que miden qué tan competitiva es la fuerza laboral de un país a nivel internacional- subieron demasiado rápido durante los años de auge. En total aumentaron un 40% con respecto a los niveles de Alemania durante la década pasada.
Esa pérdida de competitividad ha dejado a España con un gran problema de gasto excesivo.
Con las importaciones tan baratas y las exportaciones españolas tan caras, la economía del país gastó un 10% más de lo que ganó en 2007 y 2008.
Infortunadamente para España, comparte una moneda con Alemania, lo que quiere decir que no puede simplemente devaluar la peseta para automáticamente hacer que sus trabajadores cuesten menos y conseguir que sean más competitivos en el mundo.
Esto significa que España va a permanecer atrapada en una moneda sobrevaluada -mientras Alemania disfruta de una moneda subvaluada- por muchos años más, hasta que la brecha en la competitividad relativa de los trabajadores vuelva a cerrarse poco a poco.
Y aquí es donde el asunto se complica. Porque mientras los trabajadores españoles siguen sin ser competitivos en la economía mundial, es inevitable que España continúe gastando en exceso.
A pesar de haber entrado en su segunda recesión desde 2008, en 2011 la economía de España continuaba con un gasto excesivo del 5% de su PIB. Eliminarlo del todo requeriría una recesión mucho más profunda.
Riesgo tangible
Eso nos lleva a hacernos la gran pregunta: ¿quién le va a prestar a España el dinero que necesita para continuar con este gasto excesivo y evitar un colapso económico total?
Durante los años de bonanza, los bancos de Alemania y Francia prestaron dinero. Pero eso cambió. Desde el verano pasado una duda se ha sembrado en las mentes de los prestamistas de España, que han empezado a pedir su dinero de vuelta.
No se trata simplemente de que los españoles -sean el gobierno, bancos, promotores inmobiliarios o los compradores de vivienda- han pedido más de lo que pueden pagar.
En la actualidad existe un riesgo tangible, aunque pequeño, de que un país como España tome la decisión más drástica y abandone el euro. Esta podría convertirse en su única opción para recuperar su competitividad y acabar con su miseria económica.
En ese caso no importaría si los prestatarios españoles pueden pagar sus deudas o no. El dinero que han prestado podría ser congelado, convertido a la fuerza en pesetas, y luego devaluado frente al resto de la eurozona en un 50% o más.
Por esa razón, no sólo los bancos franceses y alemanes sino también muchos grandes inversionistas y empresas, han comenzado a sacar su dinero de España rumbo a la segura Alemania.
Desde el verano pasado España no sólo ha tenido que pedir prestado para cubrir su mala costumbre gastar de más. Ahora también tiene que pedir prestado para reemplazar todo el dinero que está huyendo del país.
¿Cuál es la magnitud?
De acuerdo con el banco central español -que está subordinado al Banco Central Europeo (BCE)- en marzo los préstamos a los bancos españoles aumentaron a 227.000 millones de euros ($295.000 millones), frente a los 50.000 millones de euros que se contabilizaron en junio de 2011.
El banco central de España, a su vez, le pide prestado al BCE, por lo que ahora le debe 250.000 millones de euros (el 23% del PIB de España) y la cifra sigue aumentando.
Por razones similares, el banco central de Italia ha pedido 270.000 millones de euros al BCE (el 17% del PIB italiano), mientras que Francia, Grecia y la República de Irlanda han solicitado unos 100.000 millones cada uno. ¿Y de dónde ha sacado el BCE todo este dinero? Del banco central alemán, el Bundesbank.
El total de los préstamos proporcionados por el Bundesbank a sus compañeros europeos, a través del BCE, ha aumentado desde que la crisis de la eurozona comenzó, alcanzando los 616.000 millones de euros el mes pasado. Eso representa el 24% del PIB de Alemania. Y sigue en aumento.
Todo esto es una forma enrevesada de decir que, a medida que los bancos privados alemanes han exigido la devolución del dinero que le han prestado a España, Italia y el resto en los últimos 10 años, el banco central de Alemania ha tenido que entrar a cubrir el faltante.
Y no son cifras pequeñas. Solo hace falta compararlo con los 130.000 millones de euros del segundo paquete de rescate a Grecia que provocaron tantas críticas de los políticos europeos a finales del año pasado. Pero si el Bundesbank ha venido al rescate, ¿por qué los mercados se están poniendo nerviosos otra vez? Bueno, hay tres razones.
El temor
En primer lugar, los prestamistas que han llegado al rescate de España (y de Italia, Portugal, Grecia e Irlanda), llámense el BCE, el Fondo Monetario Internacional u otros gobiernos de la eurozona, han dejado claro que esperan que se les pague no sólo en su totalidad, sino primero que a cualquier otra persona a que le deba.
Eso ha asustado a otros prestamistas porque significa que si España no puede pagar todas sus deudas, entonces serán ellos quienes tendrán todas las pérdidas.
En segundo lugar, la oferta de préstamos de rescate está en riesgo de agotarse.
El banco central español sólo puede ayudar a los bancos españoles si ellos proporcionan la seguridad para respaldar los préstamos de emergencia que reciben (por ejemplo, como cuando una persona ofrece una vivienda como garantía de la hipoteca).
Ese respaldo, principalmente compuesto de deuda gubernamental española, ahora escasea.
Es más, a medida que la crisis empeora de nuevo, el valor de esta seguridad ha caido, reduciendo la cantidad que los bancos españoles pueden obtener prestado del del banco central.
Mientras tanto, la voluntad política de los gobiernos de la eurozona -la otra fuente principal de los préstamos de rescate- ha sido examinada y quedó en claro que no es suficiente.
El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera sigue siendo demasiado pequeño para rescatar a España, sobre todo si Italia también necesita ser rescatada.
Pero hasta ahora, Alemania y el puñado de otros gobiernos fuertes de la eurozona se han negado a aportar dinero suficiente.
La tercera razón, y la más preocupante por el nerviosismo del mercado actual, son las políticas económicas que está adoptando la eurozona, pues parecen destinadas a empeorar el sufrimiento de la economía española.
El gobierno de España se ha comprometido a llevar a cabo uno de los mayores programas de recortes de gastos y aumentos de impuestos de su historia.
Eso no sería tan malo si España pudiera devaluar su moneda, pues aunque se dispararía el costo de las importaciones, como el petróleo, el efecto de los recortes de gastos recaería desproporcionadamente en los ingresos de los extranjeros que exportan productos a España.
Pero dentro de la eurozona, esa no es una opción.
"El suicidio económico"
Todos los demás miembros de la Unión Europea -los principales mercados de exportación de España- incluyendo a Alemania, también tienen enormes planes de austeridad para los los próximos años.
En Reino Unido, también se está experimentando el dolor de la austeridad. Al igual que el BCE, el Banco de Inglaterra ha reducido los costos de endeudamiento y está comprando deuda pública.
Sin embargo, a diferencia del Banco de Inglaterra, el BCE está mucho menos dispuesto a ofrecer estos analgésicos. En efecto, en dos ocasiones -en 2008 y nuevamente el año pasado- se ha mostrado dispuesto incluso a elevar las tasas de interés, apenas meses antes del surgimiento de una crisis financiera seria.
El temor es que España podría enfrentar una enorme crisis económica durante los próximos meses y años, comparable a la Grecia, que pondrá a prueba su voluntad de permanecer en la eurozona.
El economista ganador del Nobel, Paul Krugman, ha bautizado a esta política de austeridad fiscal y restricción monetaria como el "suicidio económico de Europa".
Los líderes europeos esperan que esté equivocado.
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