“La reforma laboral nos devuelve a relaciones paternalistas y de servidumbre” - Entrevista a Héctor Illueca y Adoración Guzmán, autores de “El Huracán neoliberal. Una reforma liberal contra el trabajo”

Héctor Illueca, inspector de Trabajo y miembro de Socialismo 21, y Adoración Guamán, profesora de Derecho del Trabajo en la Universitat de València, acaban de publicar “El huracán neoliberal. Una reforma liberal contra el trabajo” (Ed. Sequitur). Son dos voces muy autorizadas que, tras analizar a fondo la reforma laboral impulsada por el gobierno del PP, concluyen que nos retrotrae a las relaciones laborales de antes de la década de los 50 del siglo pasado. “A relaciones de servidumbre y vasallaje, en las que más que a los contratos y al derecho, todo queda supeditado a si el empresario es o no buena persona”. Además, la reforma lamina el poder sindical, “lo que evidencia que la estrategia del retroceso practicada por los sindicatos mayoritarios ha servido de muy poco”.



Acabáis de publicar “El huracán neoliberal”. ¿Con qué objetivo?
El propósito del libro es que el derecho laboral deje de ser una ciencia oscura, que pierda su carácter indescifrable; hemos tratado, además, de hacer un análisis crítico de la reforma laboral y de los intereses a los que sirve. Tampoco nos limitamos a la reforma aprobada por el gobierno de Rajoy. De hecho, el análisis abarca los cambios que se han producido en el sistema de relaciones laborales durante las últimas décadas.

¿Pensáis que con la reforma se liquida el Derecho Laboral? Alberto Garzón y Juan Torres hablan en un artículo de “voladura controlada”
El Derecho del Trabajo nace para gestionar el conflicto dentro de la empresa, es decir, otorgar a la clase trabajadora ciertas prestaciones en un contexto de explotación capitalista. Con la reforma (especialmente, al dinamitar la negociación colectiva) se ha roto este sistema de regulación; se pretende, así, llevar al punto máximo la explotación de la fuerza de trabajo. Lo que no está tan claro es que la liquidación del derecho laboral sea “controlada”, pues se les ha ido la mano. Es más, las consecuencias ciertamente no las han previsto. Van a producirse unos niveles de conflictividad imposibles de gestionar si no es desde salidas autoritarias.

Pasamos “Del derecho al trabajo a la libertad para trabajar”, afirmáis en un capítulo del libro. ¿Qué supone este cambio?
El derecho al trabajo implica el reconocimiento de ciertas prestaciones y garantías jurídicas. Supone un paso adelante frente al liberalismo absoluto. Pero ahora nos encontramos en una situación en que se pierde este derecho y se reconoce, como mucho, la libertad para trabajar (si es que uno encuentra trabajo). Sin embargo, más allá de lo que dice el libro, nos adentramos en un sistema semifeudal en que el trabajador vende su persona. Caminamos, de hecho, a un sistema de servidumbre y vasallaje dentro de las empresas.

¿Qué efectos inmediatos se están produciendo en las empresas tras la aprobación de la reforma laboral? La primera consecuencia inmediata la apunta el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social en el Boletín de Estadísticas Laborales de enero y febrero. Reconoce esta fuente la avalancha de EREs que está produciéndose tras la aprobación de la reforma laboral. El incremento de EREs es tan salvaje (se materializa en reducción de jornadas, y suspensión y extinción de contratos) que tendríamos que hablar de masacre. La crisis comenzó hace dos o tres años y no se dieron estas cifras; también comienzan a detectarse despidos por enfermedades y acuerdos de empresa con rebajas salariales. Además, la flexibilización de los contratos a tiempo parcial (con la introducción de las horas extraordinarias) dificulta a muchas mujeres la conciliación.

El PP ha creado el Ministerio de Empleo y Seguridad Social; frecuentemente se cita el término “empleabilidad”. ¿Ha sustituido el “empleo” al “trabajo”?
Hablar de “trabajo” remite a trabajadores con derechos. La noción de “empleo” alude, por el contrario, a las necesidades del mercado. Un ejemplo muy palmario y actual es el proyecto Eurovegas, que se disputan las comunidades de Cataluña y Madrid. Puede que genere empleo, pero en ningún caso trabajo digno. En cuanto a la denominación del ministerio, es un hecho llamativo. Desde que Primo de Rivera lo creó, siempre en la nomenclatura figuraba el término “trabajo”, que ahora desaparece. Hay, en fin, una decidida voluntad política de crear empleo, pero a costa de lo que sea.

También explicáis en el libro otro cambio: “El fin del derecho del trabajo y el nacimiento del derecho del emprendedor”. ¿Qué significa?
Esto es, en términos orwellianos, “neolengua” pura y dura. En otras palabras, se hace servir el lenguaje para confundir a la gente y crear una nebulosa ideológica. Cuando hablan de “emprendedor” están refiriéndose al empresario capitalista. En puridad, el término “emprendedor” procede del Derecho de la Unión Europea y designa a los autónomos. Pero la reforma laboral identifica, de manera muy burda, a los empresarios con emprendedores, al crear un contrato nuevo “de emprendedores” para las empresas de menos de 50 trabajadores. Dentro de estos límites caben el 99% de las empresas españolas. Todas ellas, siguiendo el razonamiento, estarían gestionadas por emprendedores.

¿Hay tantas diferencias entre la reforma laboral aprobada por el PP y la impulsada por Rodríguez Zapatero? La diferencia no es tanto cuantitativa como cualitativa. Hay numerosos elementos de continuidad pero también cambios. La reforma de Zapatero en 2010 permite presentar EREs con pérdidas actuales o previstas, modifica las causas del despido y lo abarata; aumenta la flexibilidad interna en las empresas y la precarización, con los contratos de aprendizaje. Pero el PP rompe definitivamente en dos cuestiones: la liquidación de la negociación colectiva y el autoritarismo con el que han aprobado la reforma laboral, sin ningún tipo de negociación y despreciando a los sindicatos. Hasta el momento, la reforma más salvaje del derecho del trabajo la realizó Felipe González en 1994. En 2012 el PP culmina el proceso y lleva hasta extremos difíciles de superar.

¿Han impuesto la reforma laboral los famosos “mercados” o el PP ha aplicado meramente sus postulados ideológicos? En otras palabras, ¿Con qué margen de actuación cuentan los gobiernos?
La economía española se encuentra intervenida. Y el gobierno español se comporta como un ejecutivo títere que ha perdido su soberanía. Hay dos postales que ejemplifican esto, y que valen para el gobierno anterior y para el actual: la fotografía de Rodríguez Zapatero con los grandes ejecutivos del IBEX 35; y la carta no publicada de Trichet al mandatario socialista. Ahora bien, esta dependencia no exonera de responsabilidades a los gobiernos. Hasta el día de la victoria electoral, el PP aseguraba que no abarataría el despido. Un gobierno que ha ganado las elecciones mintiendo es ilegítimo. ¿Cuánta gente se replantearía ahora su voto?

Pero se dice que la reforma laboral es necesaria para crear empleo y que el mercado de trabajo es demasiado “rígido” Esto lo dice Rajoy, y es rotundamente falso. Desde la década de los 80 se ha reformado el estatuto de los trabajadores más de 50 veces sin que esto implique la creación de puestos de trabajo. Que haya o no trabajo depende del ciclo económico y no de la regulación del mercado laboral. Lo que van a hacer ahora es mentir con las estadísticas. Camuflarán la precariedad y la temporalidad con el “contrato indefinido para emprendedores”, que para nada es indefinido, sino un contrato precario con despido libre. ¿Qué empresario hará un contrato temporal si puede firmar estos pseudocontratos indefinidos, bonificados y con despido libre? De hecho, ya se están convirtiendo contratos temporales en estos falsos indefinidos.

Juan Roig, presidente de Mercadona, apostaba no hace mucho por caminar hacia la cultura del “bazar chino”. ¿Es éste el modelo que introduce la reforma laboral?
La reforma laboral producirá una rebaja generalizada de salarios. Es más, las condiciones de vida y trabajo van a sufrir un empobrecimiento sin precedentes en la historia contemporánea de España. Volvemos a la situación anterior a la década de los 50 cuando, en el marco del autoritarismo franquista, nacen los convenios colectivos y el Sector empieza a convertirse en el punto de referencia. La Inspección de Trabajo, por ejemplo, quedará únicamente para los casos en que se dé una vulneración de los derechos fundamentales, no del derecho laboral como hasta ahora. Pero es importante aclarar algo. A esta situación no se llega porque los empresarios sean unos canallas, sino porque los abusos son inevitables en relaciones tan desequilibradas. Volvemos a la dependencia paternalista y a situaciones de servidumbre. La relación laboral no quedará regulada por el derecho sino en función de si el patrón es o no buena persona. Y los jueces, a la hora de emitir sus fallos, tendrán que acogerse al derecho constitucional o al civil, ya no al laboral, totalmente socavado.

Por último, ¿En qué lugar deja la reforma laboral a los sindicatos?
Al eliminar la fuerza normativa del convenio colectivo, la reforma laboral lamina asimismo el poder tradicional de los sindicatos. La negociación colectiva no tendrá lugar, a partir de ahora, entre dos partes, la empresa y los representantes de los trabajadores, sino que pivotará sobre el poder coactivo del empresario. Pero la reforma no sólo tiene como objetivo desmantelar el poder sindical. Deja claro, además, que la estrategia sindical de retroceder no sirve para nada. De nada valió aceptar el “pensionazo” ni la desmovilización de la clase trabajadora. Ahora bien, las críticas han de ser matizadas. No hemos de perder de vista que la clave de la estrategia de la derecha es pulverizar a los sindicatos. Lo dijo muy claramente Esperanza Aguirre: “Los sindicatos caerán como lo hizo el Muro de Berlín”.

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