Azar, destino y carácter - (yo la vote y no me equivoque hay morocha para rato)
Por Fernando Cibeira
“La vida –sentenció el filósofo alemán Wihelm Dilthey– es una misteriosa mezcla de azar, destino y carácter.” Hay que decir que las últimas semanas del Gobierno han sido azarosas por demás, con una marcada inclinación hacia el género trágico. Pero, al momento, el carácter permitió que no se torciera el destino. De alguna manera, el Gobierno consigue que las circunstancias adversas terminen redundando en su favor, un logro en un panorama donde no es extraño ver a dirigentes políticos chapoteando para tratar de no ahogarse en vasos de agua.
Para empezar, habría que recordar que el kirchnerismo perdió a su líder y muy probable candidato presidencial hace apenas poco más de un año, aunque a esta altura de los acontecimientos suene como algo lejano. Cristina Kirchner tomó la lanza y, sin dejar de invocar a Néstor Kirchner en cada discurso, consiguió la reelección con un resultado iné-dito desde el retorno democrático.
En su primera salida al exterior de su nuevo mandato, la Presidenta se desayunó con que uno de esos funcionarios jóvenes por los que tanto apuesta había aparecido ahorcado en su habitación. Las primeras informaciones se apresuraron en consignar que Cristina Kirchner había resuelto volver de inmediato a Buenos Aires, pero no fue así. Luego de que se repuso de la noticia de la muerte de Iván Heyn, la Presidenta participó de la que terminó siendo una de las más importantes cumbres del Mercosur de los últimos tiempos, donde se aprobaron un centenar de incrementos arancelarios como barrera conjunta a la crisis internacional. Su presencia también empujó un acuerdo del bloque contra el ingreso de buques con bandera de las islas Malvinas, una medida que molestó al Reino Unido y hasta motivó un editorial del diario The Independent preguntándose si ya no era hora de “distender la situación”.
A la vuelta de ese viaje, Cristina Kirchner se realizó un chequeo que reveló la presencia de un carcinoma en la tiroides. En una correcta decisión, en esta oportunidad el Gobierno evitó los secretismos a los que a veces es tan dado e informó todo rápidamente y con claridad, antes incluso de que alguien pudiera sospechar que algo raro se cocinaba. En su aparición posterior, la Presidenta evitó las referencias emotivas y buscó mostrarse entera, con bromas a Amado Boudou por el tiempo que le tocaría reemplazarla y hasta reservó un párrafo para Mauricio Macri, quien luego terminó haciéndole caso y aceptó el traspaso de los subtes.
La tercera secuencia de esta saga azarosa y trágica ocurrió en la madrugada del Año Nuevo cuando, todo lo indica, una discusión matrimonial derivó en el homicidio del flamante gobernador de Río Negro. Veintiocho años le había costado al justicialismo pasar de oposición a gobierno en esa provincia, con lo que eso significa para un partido que sólo se siente a sus anchas cuando se encuentra en ejercicio del poder. Carlos Soria había elegido como compañero de fórmula a un dirigente del Frente Grande y ex intendente de Cipolletti, Alberto Weretilneck, a quien inesperadamente le tocó heredar el sillón de gobernador.
Todavía no se habían acomodado las piezas cuando algunos intendentes del PJ ya salían a opinar que lo más conveniente era que Weretilneck renunciara y se convocara a una nueva elección, una situación prevista en la Constitución provincial para el caso de los gobernadores y vices que se alejan antes de la mitad de su mandato. La jugada entrañaba sus riesgos. Nadie podía anticipar qué podía resultar de esos comicios luego del episodio policial. Por otro lado, ya en su momento la candidatura de Soria había exigido la intervención de la Casa Rosada para ordenar el tablero sin que su sector ni el que encabeza el senador Miguel Angel Pichetto entraran en una desgastante batalla interna que pusiera en riesgo el inédito triunfo peronista. Empezar todo de nuevo era abrir una caja de Pandora, para más en una provincia en situación económica comprometida.
El intríngulis en la mañana rionegrina duró lo que se tarda en hacer un llamado. Desde El Calafate, en medio de las celebraciones por el nuevo año y los preparativos para su intervención quirúrgica, la Presidenta le explicó a Pichetto que la prioridad era mantener la institucionalidad, de todo el resto se podía conversar. Weretilneck, que por poco no había puesto su renuncia a disposición, aceptó gustoso las condiciones. El gobernador accidental salió a mostrarse como si fuera el justicialista más convencido del mundo, destacó que si no fuera por Carlos Soria él no estaría allí y estuvo todo el tiempo con Pichetto a un lado y Martín Soria, hijo del fallecido gobernador e intendente de General Roca, del otro. La movida se completó con Pichetto asumiendo la conducción de un PJ “unificado” y un hijo suyo juró como nuevo ministro de Producción. El acuerdo quedó bendecido con la presencia del jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, y el ministro del Interior, Florencio Randazzo, en la ceremonia de asunción.
Cuentas y algo más
Weretilneck y Pichetto andarán por Buenos Aires la semana que viene. La institucionalidad en Río Negro parece fuera de peligro, pero la situación económica y social de la provincia no tanto. El nuevo gobernador anticipó que no modificará nada del rumbo que había impuesto Soria en sus pocos días de mandato: empleados públicos en disponibilidad, facilidades para la explotación minera a cielo abierto y ayuda para los productores frutihortícolas, en estado de emergencia debido al efecto letal que tuvo en la zona las cenizas del volcán Puyehue.
La reactivación de la minería fue uno de los caballitos de batalla de la campaña de Soria, aunque levantar la prohibición para la utilización de cianuro y mercurio en la explotación suena excesivo. Weretilneck explicó en una entrevista a Página/12 que se buscó dar una señal a las empresas para que se animen a realizar inversiones a largo plazo. El costo parece alto aunque hay que estar al frente de una provincia a la que se le presenta la diyuntiva de reconvertirse o resignarse a la malaria. En la Casa Rosada anticipan que así como hubo una mano amiga para apuntalar la transición ahora sabrán escuchar lo que Weretilneck y Pichetto tengan para decir.
Río Negro es un caso especial por las cenizas, pero son varias las provincias que entraron a 2012 en plan “emergencia económica”, con propuestas de medidas de excepción. El caso más sonado fue el de Santa Cruz porque es la provincia de la Presidenta, por la represión policial a las protestas y por la complicada situación política en la que quedó el gobernador Daniel Peralta. La agrupación La Cámpora, que orienta Máximo Kirchner, consideró que el gobernador había resuelto un ajuste de dimensiones sin consultar con el resto del Frente para la Victoria. Además, aunque reconocen que hay algunos problemas en las cuentas santacruceñas, consideran que las medidas son excesivas, demasiado para una provincia de historial conflictivo.
La Cámpora resolvió quitarle su apoyo y Peralta intentó en vano conversar con la Presidenta durante los días que estuvo en Santa Cruz para conocer cuál era su opinión. En contrapartida, vale recordar que Weretilneck contó que habló “como diez veces” con CFK en esos días. La Presidenta por ahora no va a intervenir en Santa Cruz y en la Casa Rosada nadie se anima a adelantar su parecer. Hasta ahora, la Presidenta y La Cámpora nunca mostraron posiciones diferentes sobre alguna cuestión. La soledad política en la que quedó Peralta es notoria. Ayer le presentó la renuncia el ministro de Salud, Hernán Martínez Crespo, quien había sido su vicegobernador en el anterior mandato. Julio De Vido se apresuró a aclarar que no tiene ninguna relación con el nuevo ministro de Producción, Rafael Gilmartín, a quien en Santa Cruz habían presentado como “un hombre cercano” al titular de Planificación.
Es el carácter con que el gobierno nacional define su destino pese a las contingencias del azar. La Presidenta propuso la “sintonía fina” como el nombre de la etapa en las que las cuentas públicas deberán adecuarse a la debacle del mundo desarrollado, con medidas progresivas y que apunten a los sectores de mayor poder adquisitivo. Más allá de ese objetivo, hay provincias en situación más y menos grave, que podrán acoplarse a la “onda” de acuerdo con sus posibilidades.
La que no debería sufrir tanto –sin cenizas, ni sequía– es la ciudad de Buenos Aires. Al recibir el subte, Macri había prometido tomarse un tiempo para elaborar un nuevo cuadro tarifario. Sin embargo, antes de estudiar nada, resolvió de sopetón un aumento del boleto del 127 por ciento, salteando incluso la obligación de convocar a una audiencia pública para discutirlo. Se suma al aumento del ABL de este año, los de patentes e Ingresos Brutos del ejercicio anterior. Macri terminó el día jugando al fútbol con Daniel Scioli. Cada cual con su carácter, cada cual con su destino.
nota original
“La vida –sentenció el filósofo alemán Wihelm Dilthey– es una misteriosa mezcla de azar, destino y carácter.” Hay que decir que las últimas semanas del Gobierno han sido azarosas por demás, con una marcada inclinación hacia el género trágico. Pero, al momento, el carácter permitió que no se torciera el destino. De alguna manera, el Gobierno consigue que las circunstancias adversas terminen redundando en su favor, un logro en un panorama donde no es extraño ver a dirigentes políticos chapoteando para tratar de no ahogarse en vasos de agua.
Para empezar, habría que recordar que el kirchnerismo perdió a su líder y muy probable candidato presidencial hace apenas poco más de un año, aunque a esta altura de los acontecimientos suene como algo lejano. Cristina Kirchner tomó la lanza y, sin dejar de invocar a Néstor Kirchner en cada discurso, consiguió la reelección con un resultado iné-dito desde el retorno democrático.
En su primera salida al exterior de su nuevo mandato, la Presidenta se desayunó con que uno de esos funcionarios jóvenes por los que tanto apuesta había aparecido ahorcado en su habitación. Las primeras informaciones se apresuraron en consignar que Cristina Kirchner había resuelto volver de inmediato a Buenos Aires, pero no fue así. Luego de que se repuso de la noticia de la muerte de Iván Heyn, la Presidenta participó de la que terminó siendo una de las más importantes cumbres del Mercosur de los últimos tiempos, donde se aprobaron un centenar de incrementos arancelarios como barrera conjunta a la crisis internacional. Su presencia también empujó un acuerdo del bloque contra el ingreso de buques con bandera de las islas Malvinas, una medida que molestó al Reino Unido y hasta motivó un editorial del diario The Independent preguntándose si ya no era hora de “distender la situación”.
A la vuelta de ese viaje, Cristina Kirchner se realizó un chequeo que reveló la presencia de un carcinoma en la tiroides. En una correcta decisión, en esta oportunidad el Gobierno evitó los secretismos a los que a veces es tan dado e informó todo rápidamente y con claridad, antes incluso de que alguien pudiera sospechar que algo raro se cocinaba. En su aparición posterior, la Presidenta evitó las referencias emotivas y buscó mostrarse entera, con bromas a Amado Boudou por el tiempo que le tocaría reemplazarla y hasta reservó un párrafo para Mauricio Macri, quien luego terminó haciéndole caso y aceptó el traspaso de los subtes.
La tercera secuencia de esta saga azarosa y trágica ocurrió en la madrugada del Año Nuevo cuando, todo lo indica, una discusión matrimonial derivó en el homicidio del flamante gobernador de Río Negro. Veintiocho años le había costado al justicialismo pasar de oposición a gobierno en esa provincia, con lo que eso significa para un partido que sólo se siente a sus anchas cuando se encuentra en ejercicio del poder. Carlos Soria había elegido como compañero de fórmula a un dirigente del Frente Grande y ex intendente de Cipolletti, Alberto Weretilneck, a quien inesperadamente le tocó heredar el sillón de gobernador.
Todavía no se habían acomodado las piezas cuando algunos intendentes del PJ ya salían a opinar que lo más conveniente era que Weretilneck renunciara y se convocara a una nueva elección, una situación prevista en la Constitución provincial para el caso de los gobernadores y vices que se alejan antes de la mitad de su mandato. La jugada entrañaba sus riesgos. Nadie podía anticipar qué podía resultar de esos comicios luego del episodio policial. Por otro lado, ya en su momento la candidatura de Soria había exigido la intervención de la Casa Rosada para ordenar el tablero sin que su sector ni el que encabeza el senador Miguel Angel Pichetto entraran en una desgastante batalla interna que pusiera en riesgo el inédito triunfo peronista. Empezar todo de nuevo era abrir una caja de Pandora, para más en una provincia en situación económica comprometida.
El intríngulis en la mañana rionegrina duró lo que se tarda en hacer un llamado. Desde El Calafate, en medio de las celebraciones por el nuevo año y los preparativos para su intervención quirúrgica, la Presidenta le explicó a Pichetto que la prioridad era mantener la institucionalidad, de todo el resto se podía conversar. Weretilneck, que por poco no había puesto su renuncia a disposición, aceptó gustoso las condiciones. El gobernador accidental salió a mostrarse como si fuera el justicialista más convencido del mundo, destacó que si no fuera por Carlos Soria él no estaría allí y estuvo todo el tiempo con Pichetto a un lado y Martín Soria, hijo del fallecido gobernador e intendente de General Roca, del otro. La movida se completó con Pichetto asumiendo la conducción de un PJ “unificado” y un hijo suyo juró como nuevo ministro de Producción. El acuerdo quedó bendecido con la presencia del jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, y el ministro del Interior, Florencio Randazzo, en la ceremonia de asunción.
Cuentas y algo más
Weretilneck y Pichetto andarán por Buenos Aires la semana que viene. La institucionalidad en Río Negro parece fuera de peligro, pero la situación económica y social de la provincia no tanto. El nuevo gobernador anticipó que no modificará nada del rumbo que había impuesto Soria en sus pocos días de mandato: empleados públicos en disponibilidad, facilidades para la explotación minera a cielo abierto y ayuda para los productores frutihortícolas, en estado de emergencia debido al efecto letal que tuvo en la zona las cenizas del volcán Puyehue.
La reactivación de la minería fue uno de los caballitos de batalla de la campaña de Soria, aunque levantar la prohibición para la utilización de cianuro y mercurio en la explotación suena excesivo. Weretilneck explicó en una entrevista a Página/12 que se buscó dar una señal a las empresas para que se animen a realizar inversiones a largo plazo. El costo parece alto aunque hay que estar al frente de una provincia a la que se le presenta la diyuntiva de reconvertirse o resignarse a la malaria. En la Casa Rosada anticipan que así como hubo una mano amiga para apuntalar la transición ahora sabrán escuchar lo que Weretilneck y Pichetto tengan para decir.
Río Negro es un caso especial por las cenizas, pero son varias las provincias que entraron a 2012 en plan “emergencia económica”, con propuestas de medidas de excepción. El caso más sonado fue el de Santa Cruz porque es la provincia de la Presidenta, por la represión policial a las protestas y por la complicada situación política en la que quedó el gobernador Daniel Peralta. La agrupación La Cámpora, que orienta Máximo Kirchner, consideró que el gobernador había resuelto un ajuste de dimensiones sin consultar con el resto del Frente para la Victoria. Además, aunque reconocen que hay algunos problemas en las cuentas santacruceñas, consideran que las medidas son excesivas, demasiado para una provincia de historial conflictivo.
La Cámpora resolvió quitarle su apoyo y Peralta intentó en vano conversar con la Presidenta durante los días que estuvo en Santa Cruz para conocer cuál era su opinión. En contrapartida, vale recordar que Weretilneck contó que habló “como diez veces” con CFK en esos días. La Presidenta por ahora no va a intervenir en Santa Cruz y en la Casa Rosada nadie se anima a adelantar su parecer. Hasta ahora, la Presidenta y La Cámpora nunca mostraron posiciones diferentes sobre alguna cuestión. La soledad política en la que quedó Peralta es notoria. Ayer le presentó la renuncia el ministro de Salud, Hernán Martínez Crespo, quien había sido su vicegobernador en el anterior mandato. Julio De Vido se apresuró a aclarar que no tiene ninguna relación con el nuevo ministro de Producción, Rafael Gilmartín, a quien en Santa Cruz habían presentado como “un hombre cercano” al titular de Planificación.
Es el carácter con que el gobierno nacional define su destino pese a las contingencias del azar. La Presidenta propuso la “sintonía fina” como el nombre de la etapa en las que las cuentas públicas deberán adecuarse a la debacle del mundo desarrollado, con medidas progresivas y que apunten a los sectores de mayor poder adquisitivo. Más allá de ese objetivo, hay provincias en situación más y menos grave, que podrán acoplarse a la “onda” de acuerdo con sus posibilidades.
La que no debería sufrir tanto –sin cenizas, ni sequía– es la ciudad de Buenos Aires. Al recibir el subte, Macri había prometido tomarse un tiempo para elaborar un nuevo cuadro tarifario. Sin embargo, antes de estudiar nada, resolvió de sopetón un aumento del boleto del 127 por ciento, salteando incluso la obligación de convocar a una audiencia pública para discutirlo. Se suma al aumento del ABL de este año, los de patentes e Ingresos Brutos del ejercicio anterior. Macri terminó el día jugando al fútbol con Daniel Scioli. Cada cual con su carácter, cada cual con su destino.
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