2011, ampliación de la crisis sistémica y movilización social de nuevo tipo
Durante el año 2011 se agudizaron las contradicciones intrínsecas al mundo capitalista. La especulación financiera incrementó el proceso de destrucción de riqueza social. La concentración de capital hace insostenible el modelo. Una guerra de gran magnitud es el único instrumento que tiene el gran capital para salvar – temporalmente – su sistema. Es una conclusión planteada y aceptada por muchos analistas y teóricos políticos.
Mientras tanto, los trabajadores y los pueblos realizan toda clase de esfuerzos por superar esa situación. Aparecen movimientos socio-políticos,
insurgen nuevos actores sociales y se acumulan experiencias en todo el planeta. Sin embargo, la dispersión y la debilidad política son su principal rasgo. No se tiene plena conciencia del peligro mortal que enfrenta la humanidad al coincidir tres (3) fenómenos de trascendencia universal: la agudización de la crisis sistémica del capitalismo, la decadencia del imperio estadounidense y la posibilidad real (tecnológica) de una manipulación mediática y masiva de la mente humana.
Nuevos movimientos socio-políticos
La aparición de un nuevo tipo de movilizaciones sociales y políticas a lo largo y ancho del planeta ocurridas durante 2011 es el aspecto principal a destacar en el año que terminó.
Son de nuevo tipo porque:
- Enfrentan a nivel planetario al capital financiero monopolista que está representado en Wall Street y Frankfurt. Son de hecho “internacionalistas”.
- Denuncian el “secuestro” de la democracia representativa por el capital especulativo. Son el germen de un “contra-poder-desde-abajo” o democracia participativa y directa.
Ese insurgir revolucionario de amplios sectores de la población mundial ha puesto al descubierto la extremada debilidad política (teórica) de los partidos y movimientos que se reclaman “anti-capitalistas” o que se han declarado “socialistas”.
Los gobiernos anti-imperialistas de América Latina (Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Ecuador) han sido incapaces de entender la naturaleza revolucionaria de esas movilizaciones populares y han confundido el rechazo de la intervención imperialista en determinados países (Libia, Siria, Irán) con la defensa de autócratas y gobernantes corruptos que bajo la bandera de un falso nacionalismo han oprimido brutalmente a sus pueblos.
Dicha incomprensión del momento político les ha otorgado enormes ventajas a los estrategas capitalistas que utilizan la desinformación y la construcción de enemigos virtuales (“eje del mal”) para engañar a sus pueblos y preparar la guerra.
Las raíces económicas
Si no se comprenden las raíces económicas de los nuevos fenómenos sociales, si no se identifica su importancia política y social, es imposible dar el menor paso hacia la formulación de tareas prácticas para construir una verdadera corriente de pensamiento anti-capitalista que se ponga al frente de la revolución social que se avecina.
Podríamos decir que las causas económicas – en general – fueron formuladas desde principios del siglo XX por los teóricos marxistas (Hilferding, Kautsky, Lenin). Posteriormente diversos teóricos han desarrollado algunos aspectos de ese planteamiento hasta concluir que, independiente de que existan diversos bloques y potencias capitalistas regionales, un “sistema mundo capitalista” [1] está en funcionamiento y en “crisis sistémica”. [2]
Sin embargo, tales ideas han sido “olvidadas” por la mayoría de “revolucionarios socialistas”. La “línea nacionalista” – que se impuso en las cúpulas de los partidos obreros del mundo en 1924 – sigue siendo la concepción predominante y es el sustento ideológico que permite involucrar a los trabajadores en la dinámica de la guerra imperialista.
Un nuevo sujeto social aparece en escena
En los estallidos revolucionarios de 2011 hizo presencia – todavía incipiente – un nuevo sujeto social. Lo llaman “precariado” o “cognitariado”. Son “proletarios con título” y/o “proletarios con micro-empresa”. Es un conjunto de profesionales y técnicos que tienen al conocimiento como su principal medio de producción y la inteligencia como su herramienta de trabajo. Son “trabajadores del intelecto”.
El número de “trabajadores del intelecto” que participa en las movilizaciones en curso es todavía pequeño. Son una minoría dentro de su propio “gremio”. La mayoría está “entrampada” por la presión social y las necesidades económicas inmediatas. No obstante, un gran porcentaje de ellos, entiende que la dinámica especulativa súper-concentrada que domina la economía mundial es la causa principal de la crisis y de sus problemas.
Los “trabajadores del intelecto” son el “sujeto social del futuro”. Mientras los trabajadores del Estado y de las grandes industrias “centralizadas” luchan contra los efectos de las políticas neoliberales (privatizaciones, recortes de derechos sociales, flexibilización de la legislación laboral, precarización de las condiciones de trabajo, aumento de la edad de pensión, etc.), ellos intuyen (no comprenden plenamente) que el sistema económico y político vigente requiere cambios estructurales. Por ello son potencialmente revolucionarios.
Debemos recordar que las burguesías del mundo industrializado financió los “Estados de Bienestar” – como parte de su política de contención a los “Estados socialistas” – acudiendo al saqueo de las materias primas y a la sobre-explotación de trabajadores de gran parte del mundo colonial que dominaban a sus anchas. Hoy esa condición no existe en toda su dimensión. La mayoría de naciones han conquistado su independencia política y fortalecen su autonomía económica. En consecuencia, la competencia por mano de obra, materias primas y recursos naturales se hace cada día más encarnizada.
Por otro lado, sólo en aquellos países en donde se mantienen regímenes autoritarios (así sean herencia de los antiguos estados socialistas como en China, Vietnam, Korea del Norte) es posible garantizar una importante tasa de ganancia del capital variable – trabajo –, mientras que en los países industrializados la tasa de ganancia del capital constante – maquinaria y tecnología – no aporta los suficientes recursos para hacer operativo el sistema. Parte de la crisis actual se explica en esa contradicción.
Nuevas visiones teórico-políticos
Los acontecimientos del año 2011 ratifican la necesidad de superar una serie de limitantes teóricos que impiden que los “revolucionarios anti-capitalistas” se pongan a la altura de las exigencias que les hace el movimiento social y la dinámica política.
En ese sentido se debe destacar la presentación en Berlín del libro “EU am Ende”, que según uno de sus autores (Heinz Dieterich) es el “primer modelo post-capitalista del mundo” [3] . De igual manera se deben reseñar los aportes teóricos que explican las causas de la decadencia imperial, de la crisis sistémica del capitalismo y el fracaso de los teóricos del neoliberalismo.
Temas punzantes como el descalabro de la teoría del “complot imperial” que planteaba que las revoluciones árabes eran una nueva versión de las “revoluciones de colores”, que es un componente de los análisis que subordinan los intereses de clase a los intereses “nacionales”, deberán abordarse con actitud autocrítica para superar la “crisis del pensamiento revolucionario” que quedó en evidencia durante el año 2011.
La movilización social de nuevo tipo exige la revolucionarización de la mente y el espíritu para poder convertir la oportunidad de la crisis capitalista en revolución social.
nota original
Mientras tanto, los trabajadores y los pueblos realizan toda clase de esfuerzos por superar esa situación. Aparecen movimientos socio-políticos,
insurgen nuevos actores sociales y se acumulan experiencias en todo el planeta. Sin embargo, la dispersión y la debilidad política son su principal rasgo. No se tiene plena conciencia del peligro mortal que enfrenta la humanidad al coincidir tres (3) fenómenos de trascendencia universal: la agudización de la crisis sistémica del capitalismo, la decadencia del imperio estadounidense y la posibilidad real (tecnológica) de una manipulación mediática y masiva de la mente humana.
Nuevos movimientos socio-políticos
La aparición de un nuevo tipo de movilizaciones sociales y políticas a lo largo y ancho del planeta ocurridas durante 2011 es el aspecto principal a destacar en el año que terminó.
Son de nuevo tipo porque:
- Enfrentan a nivel planetario al capital financiero monopolista que está representado en Wall Street y Frankfurt. Son de hecho “internacionalistas”.
- Denuncian el “secuestro” de la democracia representativa por el capital especulativo. Son el germen de un “contra-poder-desde-abajo” o democracia participativa y directa.
Ese insurgir revolucionario de amplios sectores de la población mundial ha puesto al descubierto la extremada debilidad política (teórica) de los partidos y movimientos que se reclaman “anti-capitalistas” o que se han declarado “socialistas”.
Los gobiernos anti-imperialistas de América Latina (Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Ecuador) han sido incapaces de entender la naturaleza revolucionaria de esas movilizaciones populares y han confundido el rechazo de la intervención imperialista en determinados países (Libia, Siria, Irán) con la defensa de autócratas y gobernantes corruptos que bajo la bandera de un falso nacionalismo han oprimido brutalmente a sus pueblos.
Dicha incomprensión del momento político les ha otorgado enormes ventajas a los estrategas capitalistas que utilizan la desinformación y la construcción de enemigos virtuales (“eje del mal”) para engañar a sus pueblos y preparar la guerra.
Las raíces económicas
Si no se comprenden las raíces económicas de los nuevos fenómenos sociales, si no se identifica su importancia política y social, es imposible dar el menor paso hacia la formulación de tareas prácticas para construir una verdadera corriente de pensamiento anti-capitalista que se ponga al frente de la revolución social que se avecina.
Podríamos decir que las causas económicas – en general – fueron formuladas desde principios del siglo XX por los teóricos marxistas (Hilferding, Kautsky, Lenin). Posteriormente diversos teóricos han desarrollado algunos aspectos de ese planteamiento hasta concluir que, independiente de que existan diversos bloques y potencias capitalistas regionales, un “sistema mundo capitalista” [1] está en funcionamiento y en “crisis sistémica”. [2]
Sin embargo, tales ideas han sido “olvidadas” por la mayoría de “revolucionarios socialistas”. La “línea nacionalista” – que se impuso en las cúpulas de los partidos obreros del mundo en 1924 – sigue siendo la concepción predominante y es el sustento ideológico que permite involucrar a los trabajadores en la dinámica de la guerra imperialista.
Un nuevo sujeto social aparece en escena
En los estallidos revolucionarios de 2011 hizo presencia – todavía incipiente – un nuevo sujeto social. Lo llaman “precariado” o “cognitariado”. Son “proletarios con título” y/o “proletarios con micro-empresa”. Es un conjunto de profesionales y técnicos que tienen al conocimiento como su principal medio de producción y la inteligencia como su herramienta de trabajo. Son “trabajadores del intelecto”.
El número de “trabajadores del intelecto” que participa en las movilizaciones en curso es todavía pequeño. Son una minoría dentro de su propio “gremio”. La mayoría está “entrampada” por la presión social y las necesidades económicas inmediatas. No obstante, un gran porcentaje de ellos, entiende que la dinámica especulativa súper-concentrada que domina la economía mundial es la causa principal de la crisis y de sus problemas.
Los “trabajadores del intelecto” son el “sujeto social del futuro”. Mientras los trabajadores del Estado y de las grandes industrias “centralizadas” luchan contra los efectos de las políticas neoliberales (privatizaciones, recortes de derechos sociales, flexibilización de la legislación laboral, precarización de las condiciones de trabajo, aumento de la edad de pensión, etc.), ellos intuyen (no comprenden plenamente) que el sistema económico y político vigente requiere cambios estructurales. Por ello son potencialmente revolucionarios.
Debemos recordar que las burguesías del mundo industrializado financió los “Estados de Bienestar” – como parte de su política de contención a los “Estados socialistas” – acudiendo al saqueo de las materias primas y a la sobre-explotación de trabajadores de gran parte del mundo colonial que dominaban a sus anchas. Hoy esa condición no existe en toda su dimensión. La mayoría de naciones han conquistado su independencia política y fortalecen su autonomía económica. En consecuencia, la competencia por mano de obra, materias primas y recursos naturales se hace cada día más encarnizada.
Por otro lado, sólo en aquellos países en donde se mantienen regímenes autoritarios (así sean herencia de los antiguos estados socialistas como en China, Vietnam, Korea del Norte) es posible garantizar una importante tasa de ganancia del capital variable – trabajo –, mientras que en los países industrializados la tasa de ganancia del capital constante – maquinaria y tecnología – no aporta los suficientes recursos para hacer operativo el sistema. Parte de la crisis actual se explica en esa contradicción.
Nuevas visiones teórico-políticos
Los acontecimientos del año 2011 ratifican la necesidad de superar una serie de limitantes teóricos que impiden que los “revolucionarios anti-capitalistas” se pongan a la altura de las exigencias que les hace el movimiento social y la dinámica política.
En ese sentido se debe destacar la presentación en Berlín del libro “EU am Ende”, que según uno de sus autores (Heinz Dieterich) es el “primer modelo post-capitalista del mundo” [3] . De igual manera se deben reseñar los aportes teóricos que explican las causas de la decadencia imperial, de la crisis sistémica del capitalismo y el fracaso de los teóricos del neoliberalismo.
Temas punzantes como el descalabro de la teoría del “complot imperial” que planteaba que las revoluciones árabes eran una nueva versión de las “revoluciones de colores”, que es un componente de los análisis que subordinan los intereses de clase a los intereses “nacionales”, deberán abordarse con actitud autocrítica para superar la “crisis del pensamiento revolucionario” que quedó en evidencia durante el año 2011.
La movilización social de nuevo tipo exige la revolucionarización de la mente y el espíritu para poder convertir la oportunidad de la crisis capitalista en revolución social.
nota original
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