Crisis de reproducción capitalista y el crédito como su peor enemigo
“La transformación socialista es, como se decía hasta ahora, consecuencia de las contradicciones internas del capitalismo, que se agravan con el desarrollo del capitalismo y provocan inevitablemente, en algún momento, su colapso”
Para la población chilena, el capital financiero no está, aún, dentro de su lenguaje cotidiano, a pesar de que encierra la mayor parte de las actividades que realiza diariamente. Aparentemente pareciera ser “algo” muy alejado de la realidad, aunque está presente en nuestras vidas de manera transversal, y en particular se nos presenta en Chile prácticamente como “esclavitud crediticia”.
El capitalismo ya no es un objeto de estudio del pasado, es la actualidad de las relaciones sociales de explotación de la fuerza social del trabajo, y ahora que está en franca declinación histórica se evidencia cada vez más, mostrándose en la misma medida que se ha ocultado ante nuestra vida cotidiana. Presenta, además, fases de desarrollo; 1) la fase mercantilista, desde las guerras de las cruzadas, donde la burguesía se ocultaba detrás de una monarquía, en las cuales la acumulación de capital se representaba en los metales (oro y plata principalmente), 2) fase industrial, desde el siglo XVIII, donde la burguesía se constituyó en clase dominante después de las revoluciones europeas de mitad de siglo XIX y materializó su hegemonía con un imperialismo que protagonizó dos guerras mundiales. En este período existía una fusión entre el capital industrial y el capital financiero, este último aún incipiente, por lo cual no podía asumir el papel preponderante que ocuparía en la actualidad. 3) la etapa financiera del imperialismo del capital, es donde se nos presenta bajo las formas del protagonismo de “lo electrónico” (meros medios de comunicación y contabilización) como característica fetichista del capital y de su circulación, dando un salto en su representación desde la utilización del dinero a las cifras “ficticias” que sólo tienen un significado coherente en los mercados bursátiles del mundo, utilizando como mecanismo de pago las tarjetas de crédito.
Podríamos resumir a grandes trazos: a medida que se desarrolla el capitalismo, el trabajador deja de pertenecerse a sí mismo para seguir perteneciendo al capital, aunque no sea siempre y en forma directa, el capital de la empresa en la cual trabaja. La vida del trabajador se convierte en un tormento incesante. Ergo el trabajador es doblemente y vilmente explotado, en su doble realidad como productor iniciando el proceso abriendo el crédito al capitalista, luego como consumidor y deudor, al final de la jornada.
Por su parte, el movimiento social por una educación gratuita y estatal es una lucha que evidencia el cara a cara con el capital financiero, puesto que el endeudamiento afecta a todas las familias y a las futuras generaciones. Como podría decirlo el propio Marx: "La emancipación del proletariado es la abolición del crédito burgués, pues significa la abolición de la producción burguesa y de su orden"
Nosotros somos, los herederos del grupo social asalariado, aquella parte más activa del proletariado mencionado por Marx y que se emancipa, los que nos enfrentamos día a día con este capitalismo que ha subordinado a los trabajadores tanto en la producción cómo en la adquisición de cualquier mercancía; cuando compramos comida, vestimenta, educación, salud, vivienda, bencina, etc., también cuando ocupamos tarjetas de crédito/débito o cuando pedimos un crédito. Esto afecta a todas las personas, no sólo a los estudiantes o a los chilenos, es la población de todo el mundo, sin excepción alguna, la que se ve afectada por un sistema económico y social que promueve la libertad para los grandes grupos empresariales para decidir sobre nuestra vida, actual y futura.
En nuestra cotidianeidad sabemos que existe una bolsa de comercio, un mercado internacional, pero sólo ahora es cuando aparece en televisión que estamos en una crisis financiera, la pregunta es ¿antes de eso, cuándo podíamos tener conocimiento de este capital? Lo único que vemos es una tarjeta de plástico, que sirve para comprar lo que hace falta y después pagar una deuda ridícula y descarada.
Ahora es cuando nosotros tenemos que gritar a los cuatro vientos que la gran crisis que existe en el mundo, es una crisis de reproducción capitalista. El crédito tiene como una de sus funciones extender la producción y facilitar el intercambio. Las crisis surgen como resultado de la contradicción entre extensión temporal del crédito y la producción que se ve afectada por el consumo restringido de la población que ve la tarjeta como el medio por el cual actúa el capital financiero. Empero esto, no sólo beneficia al empresariado mediante la cobertura de una deuda sujeta a intereses inflados, es a la vez, su peor enemigo, dado que destruye las fuerzas productivas que el mismo engendra.
Entonces la pregunta es ¿cómo se reproducirá nuevamente el capitalismo? Al primer síntoma de crisis el crédito desaparece, y si los bancos cortan el financiamiento a las empresas, éstas hacen quebrar a las compañías más endeudadas y como consecuencia de los cierres de empresas se genera el desempleo y empieza el descontento social, obligando a los Estados que se encuentran en crisis a tomar deuda soberana para frenar el endeudamiento y las protestas callejeras.
En una deuda pública el Estado toma prestado dinero y emite títulos de deuda. Quien posee el título de deuda, no puede romper sus lazos con el Estado, debemos entender que el dinero prestado ya no existe, puesto ya se ha gastado, lo único que existe es el título de deuda. Supongamos que este título de deuda tenga un valor $x, y que el tipo de interés sea del Y%. El propietario del título podrá reclamar cada seis meses o cada año Y% que le corresponde de los impuestos recaudados por el Estado. En eso se basa su derecho de propiedad. Pero tiene otra opción, puede venderlo a otra persona por la misma cantidad de capital que prestó. Si la deuda supera lo producido en tiempo de crisis -que es donde se precariza el trabajo, por no haber gran demanda de productos, a raíz de la desconfianza entre un mercado y otro- el empleador no necesitara la misma cantidad de mano de obra como en sus mejores momentos de producción, y la gente común no podrá pagar ni sus mercancías ni sus deudas por escases de trabajo y de dinero, viéndose en la obligación de utilizar tarjetas de crédito, gastando dinero que realmente no tiene, es ahí donde el empresario puede re pactar sus deudas cobrando más intereses, pero no más que el sueldo del trabajador, o sea ¿qué sucedería si no queremos pagar por darle preferencia a lo más necesario para sobrevivir? Es entonces, el propio capitalismo el que se envenenó a sí mismo y ahora necesita reproducirse, bajo condiciones de elevada complejidad e incremento enorme de su incertidumbre.
Es por esto que aparecen en televisión diciendo que se necesita una recapitalización de las bancas y mientras eso sucede las calles de varios países se llenan de gente indignada como en España, Grecia, Italia, EE.UU y Chile que gritan consignas como “no es una crisis, es un robo” y sus expresiones van desde la ocupación de Wall Street al movimiento por la educación en nuestro país. Y es que es el mundo que está pidiendo a gritos la destrucción de la ganancia por apropiación del excedente de trabajo y de la lógica capitalista.
nota original
Para la población chilena, el capital financiero no está, aún, dentro de su lenguaje cotidiano, a pesar de que encierra la mayor parte de las actividades que realiza diariamente. Aparentemente pareciera ser “algo” muy alejado de la realidad, aunque está presente en nuestras vidas de manera transversal, y en particular se nos presenta en Chile prácticamente como “esclavitud crediticia”.
El capitalismo ya no es un objeto de estudio del pasado, es la actualidad de las relaciones sociales de explotación de la fuerza social del trabajo, y ahora que está en franca declinación histórica se evidencia cada vez más, mostrándose en la misma medida que se ha ocultado ante nuestra vida cotidiana. Presenta, además, fases de desarrollo; 1) la fase mercantilista, desde las guerras de las cruzadas, donde la burguesía se ocultaba detrás de una monarquía, en las cuales la acumulación de capital se representaba en los metales (oro y plata principalmente), 2) fase industrial, desde el siglo XVIII, donde la burguesía se constituyó en clase dominante después de las revoluciones europeas de mitad de siglo XIX y materializó su hegemonía con un imperialismo que protagonizó dos guerras mundiales. En este período existía una fusión entre el capital industrial y el capital financiero, este último aún incipiente, por lo cual no podía asumir el papel preponderante que ocuparía en la actualidad. 3) la etapa financiera del imperialismo del capital, es donde se nos presenta bajo las formas del protagonismo de “lo electrónico” (meros medios de comunicación y contabilización) como característica fetichista del capital y de su circulación, dando un salto en su representación desde la utilización del dinero a las cifras “ficticias” que sólo tienen un significado coherente en los mercados bursátiles del mundo, utilizando como mecanismo de pago las tarjetas de crédito.
Podríamos resumir a grandes trazos: a medida que se desarrolla el capitalismo, el trabajador deja de pertenecerse a sí mismo para seguir perteneciendo al capital, aunque no sea siempre y en forma directa, el capital de la empresa en la cual trabaja. La vida del trabajador se convierte en un tormento incesante. Ergo el trabajador es doblemente y vilmente explotado, en su doble realidad como productor iniciando el proceso abriendo el crédito al capitalista, luego como consumidor y deudor, al final de la jornada.
Por su parte, el movimiento social por una educación gratuita y estatal es una lucha que evidencia el cara a cara con el capital financiero, puesto que el endeudamiento afecta a todas las familias y a las futuras generaciones. Como podría decirlo el propio Marx: "La emancipación del proletariado es la abolición del crédito burgués, pues significa la abolición de la producción burguesa y de su orden"
Nosotros somos, los herederos del grupo social asalariado, aquella parte más activa del proletariado mencionado por Marx y que se emancipa, los que nos enfrentamos día a día con este capitalismo que ha subordinado a los trabajadores tanto en la producción cómo en la adquisición de cualquier mercancía; cuando compramos comida, vestimenta, educación, salud, vivienda, bencina, etc., también cuando ocupamos tarjetas de crédito/débito o cuando pedimos un crédito. Esto afecta a todas las personas, no sólo a los estudiantes o a los chilenos, es la población de todo el mundo, sin excepción alguna, la que se ve afectada por un sistema económico y social que promueve la libertad para los grandes grupos empresariales para decidir sobre nuestra vida, actual y futura.
En nuestra cotidianeidad sabemos que existe una bolsa de comercio, un mercado internacional, pero sólo ahora es cuando aparece en televisión que estamos en una crisis financiera, la pregunta es ¿antes de eso, cuándo podíamos tener conocimiento de este capital? Lo único que vemos es una tarjeta de plástico, que sirve para comprar lo que hace falta y después pagar una deuda ridícula y descarada.
Ahora es cuando nosotros tenemos que gritar a los cuatro vientos que la gran crisis que existe en el mundo, es una crisis de reproducción capitalista. El crédito tiene como una de sus funciones extender la producción y facilitar el intercambio. Las crisis surgen como resultado de la contradicción entre extensión temporal del crédito y la producción que se ve afectada por el consumo restringido de la población que ve la tarjeta como el medio por el cual actúa el capital financiero. Empero esto, no sólo beneficia al empresariado mediante la cobertura de una deuda sujeta a intereses inflados, es a la vez, su peor enemigo, dado que destruye las fuerzas productivas que el mismo engendra.
Entonces la pregunta es ¿cómo se reproducirá nuevamente el capitalismo? Al primer síntoma de crisis el crédito desaparece, y si los bancos cortan el financiamiento a las empresas, éstas hacen quebrar a las compañías más endeudadas y como consecuencia de los cierres de empresas se genera el desempleo y empieza el descontento social, obligando a los Estados que se encuentran en crisis a tomar deuda soberana para frenar el endeudamiento y las protestas callejeras.
En una deuda pública el Estado toma prestado dinero y emite títulos de deuda. Quien posee el título de deuda, no puede romper sus lazos con el Estado, debemos entender que el dinero prestado ya no existe, puesto ya se ha gastado, lo único que existe es el título de deuda. Supongamos que este título de deuda tenga un valor $x, y que el tipo de interés sea del Y%. El propietario del título podrá reclamar cada seis meses o cada año Y% que le corresponde de los impuestos recaudados por el Estado. En eso se basa su derecho de propiedad. Pero tiene otra opción, puede venderlo a otra persona por la misma cantidad de capital que prestó. Si la deuda supera lo producido en tiempo de crisis -que es donde se precariza el trabajo, por no haber gran demanda de productos, a raíz de la desconfianza entre un mercado y otro- el empleador no necesitara la misma cantidad de mano de obra como en sus mejores momentos de producción, y la gente común no podrá pagar ni sus mercancías ni sus deudas por escases de trabajo y de dinero, viéndose en la obligación de utilizar tarjetas de crédito, gastando dinero que realmente no tiene, es ahí donde el empresario puede re pactar sus deudas cobrando más intereses, pero no más que el sueldo del trabajador, o sea ¿qué sucedería si no queremos pagar por darle preferencia a lo más necesario para sobrevivir? Es entonces, el propio capitalismo el que se envenenó a sí mismo y ahora necesita reproducirse, bajo condiciones de elevada complejidad e incremento enorme de su incertidumbre.
Es por esto que aparecen en televisión diciendo que se necesita una recapitalización de las bancas y mientras eso sucede las calles de varios países se llenan de gente indignada como en España, Grecia, Italia, EE.UU y Chile que gritan consignas como “no es una crisis, es un robo” y sus expresiones van desde la ocupación de Wall Street al movimiento por la educación en nuestro país. Y es que es el mundo que está pidiendo a gritos la destrucción de la ganancia por apropiación del excedente de trabajo y de la lógica capitalista.
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