¿Nos mata una devaluación del real?
Es uno de los argumentos favoritos de los apocalipsistas: el día que Brasil devalúe, sonamos.
No entiendo el razonamiento. Supongamos que nuestro comercio con Brasil fuera el 30% de las exportaciones y las importaciones. Y supongamos una cosa loca, que la moneda de Brasil pasara de 1,60 a 2,40 reales por dólar, es decir, suba del tipo de cambio de un 50%. Imaginemos que los precios de las importaciones desde Brasil están fijos en reales, y que nuestras exportaciones tienen que competir en Brasil con sectores de allí cuyos precios, en reales, también están
fijos. Esto implicaría que nuestra competitividad empeora bastante frente a Brasil con la devaluación del real: tanto nuestras industrias exportadoras como los sectores de aquí que compiten con importaciones brasileñas pasarán a hacerlo contra precios que bajaron un 33% en dólares. [Un dato relevante para las cuentas que siguen: al abaratarse el comercio con Brasil, pierde participación; en dólares pasa de 30 (Brasil) - 70 (resto del mundo) a 20-70, es decir, cae del 30% al 22,2%]. Obviamente, la Argentina debería devaluar su moneda para no perder competitividad. Imaginemos la siguiente regla: devaluamos de manera compensatoria solamente en la proporción que Brasil representará en nuestro comercio. Entonces, en lugar de que suba 50% el dólar aquí, debría subir 50% x 22% = 11%. Esa devaluación de 11% nos deja peor parados que antes contra Brasil, pero mejor parados contra el resto del mundo. Entiendo que no es poco: de $4,23 tendríamos que pasar a $4,70. Pero: ¿cuál sería el problema? Veamos: ¿La inflación? No. El dólar actúa sobre la inflación porque encarece los productos que se comercian internacionalmente, y porque los formadores de precios de otros productos (y los sindicatos) anticipan esas remarcaciones. Ahora bien, está subiendo el dólar un 11% pero también están bajando un 33% en dólares los productos que van hacia Brasil y que vienen de allá, y ambos influyen sobre los precios locales. Tendríamos: 30% del comercio con precios en dólares que bajan 33%, y precios en pesos que bajan 26%. 70% del comercio con precios en dólares que no cambian, y precios en pesos que suben 11%. Resulta que, si uno hace la cuenta, el precio en pesos de nuestro comercio exterior no cambia. No se importa inflación con la devaluación porque justamente lo que esa devaluación pretende es neutralizar bajas de precios que están ocurriendo en Brasil. Suben las cosas importadas de China, bajan las cosas importadas de Brasil. En promedio, se neutraliza el efecto sobre los precios locales. Y, si no se importa inflación, ¿por qué habrían de tensarse aún más las “pujas distributivas” que explican buena parte de la inflación? Creo que no hace falta explicar por qué tampoco hay un efecto sobre la competitividad general de la economía. Sí, una empresa que se dedicara sólo a exportar a Brasil tendrá problemas; pero una que exportara a Estados Unidos o Europa se verá beneficiada por la devaluación de 11%. Ocurre todo el tiempo: unos ganan, otros pierden. El problema macroeconómico es cuando todos se vuelven menos competitivos, y eso no ocurre con una devaluación brasileña compensada en su justa medida por nuestro país. ¿No hay entonces temores cambiarios, aunque Brasil devalúe? Doch: hay temores cambiarios por motivos muy razonables, pero no tienen mucho que ver con si Brasil devalúa o no.
nota original
fijos. Esto implicaría que nuestra competitividad empeora bastante frente a Brasil con la devaluación del real: tanto nuestras industrias exportadoras como los sectores de aquí que compiten con importaciones brasileñas pasarán a hacerlo contra precios que bajaron un 33% en dólares. [Un dato relevante para las cuentas que siguen: al abaratarse el comercio con Brasil, pierde participación; en dólares pasa de 30 (Brasil) - 70 (resto del mundo) a 20-70, es decir, cae del 30% al 22,2%]. Obviamente, la Argentina debería devaluar su moneda para no perder competitividad. Imaginemos la siguiente regla: devaluamos de manera compensatoria solamente en la proporción que Brasil representará en nuestro comercio. Entonces, en lugar de que suba 50% el dólar aquí, debría subir 50% x 22% = 11%. Esa devaluación de 11% nos deja peor parados que antes contra Brasil, pero mejor parados contra el resto del mundo. Entiendo que no es poco: de $4,23 tendríamos que pasar a $4,70. Pero: ¿cuál sería el problema? Veamos: ¿La inflación? No. El dólar actúa sobre la inflación porque encarece los productos que se comercian internacionalmente, y porque los formadores de precios de otros productos (y los sindicatos) anticipan esas remarcaciones. Ahora bien, está subiendo el dólar un 11% pero también están bajando un 33% en dólares los productos que van hacia Brasil y que vienen de allá, y ambos influyen sobre los precios locales. Tendríamos: 30% del comercio con precios en dólares que bajan 33%, y precios en pesos que bajan 26%. 70% del comercio con precios en dólares que no cambian, y precios en pesos que suben 11%. Resulta que, si uno hace la cuenta, el precio en pesos de nuestro comercio exterior no cambia. No se importa inflación con la devaluación porque justamente lo que esa devaluación pretende es neutralizar bajas de precios que están ocurriendo en Brasil. Suben las cosas importadas de China, bajan las cosas importadas de Brasil. En promedio, se neutraliza el efecto sobre los precios locales. Y, si no se importa inflación, ¿por qué habrían de tensarse aún más las “pujas distributivas” que explican buena parte de la inflación? Creo que no hace falta explicar por qué tampoco hay un efecto sobre la competitividad general de la economía. Sí, una empresa que se dedicara sólo a exportar a Brasil tendrá problemas; pero una que exportara a Estados Unidos o Europa se verá beneficiada por la devaluación de 11%. Ocurre todo el tiempo: unos ganan, otros pierden. El problema macroeconómico es cuando todos se vuelven menos competitivos, y eso no ocurre con una devaluación brasileña compensada en su justa medida por nuestro país. ¿No hay entonces temores cambiarios, aunque Brasil devalúe? Doch: hay temores cambiarios por motivos muy razonables, pero no tienen mucho que ver con si Brasil devalúa o no.
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