La espada de doble filo de las acciones de dos clases

Si hay pocas cosas tan odiosas en la conducción de las empresas como las acciones de clase doble —simplemente escuchen las quejas recientes sobre News Corp. de algunos inversionistas—, ¿entonces por qué tanta gente las sigue comprando? Porque no se quieren quedar afuera. ¿Porqué otra razón podría alguien aceptar perder poder, de la manera en que le quitan a uno poder las acciones de clase doble? "Hay corrupción en el sistema de gobierno de las empresas", aúlla Calpers, el gran fondo de pensión californiano, enojado accionista de News Corp. "El poder debería

reflejar el capital que se ha arriesgado", agrega Calpers. News Corp. no quiso hacer comentarios. Los inversionistas han protestado por las acciones de clase doble desde que se volvieron populares en los años 20. Entonces, la familia Hires le ofreció al público 180.000 acciones de su negocio cervecero pero retuvo el control de la compañía a través de 3.872 "acciones de la gerencia" que tenían poderes de voto especiales. Hoy pasa en gran medida lo mismo: el fundador de una empresa quiere levantar dinero del público, pero no quiere ceder el control. Entonces la oferta inicial de acciones incluye dos clases de títulos: una con superpoderes de voto y otra que no lo los tiene. El fundador conserva las primeras en tanto que las segundas son vendidas al público, usualmente junto con la mayor parte de los intereses económicos en la compañía, y del riesgo. ¿Antidemocrático? Claramente. Pero eso no ha detenido una serie de nuevas ofertas de acciones de este tipo y una estampida de inversionistas las compran. Google Inc. y LinkedIn Corp. mantuvieron el control en las manos de un selecto grupo cuando las compañías salieron a bolsa. Facebook Inc., Groupon Inc. y Zynga Inc. planean hacer lo mismo. Se suman a un conjunto de compañías que utilizan esa modalidad, que van desde Ford Motor Co. a Tyson Foods Inc. y Expedia Inc. Los inversionistas argumentan desde hace tiempo que las acciones de clase doble y sus superpoderes de voto consolidan la gerencia, a veces para peor. Expertos señalan que esta estructura ha contribuido a escándalos en compañías como Adelphia Communications Corp., cuyo fundador y su hijo fueron a prisión por fraude, y a peleas por el control como en Magna International Inc. y otras compañías. Los académicos han concluido que separar el poder de voto de un interés económico en la empresa tiende a tener un efecto negativo en el valor de la compañía, incluyendo el valor de las acciones con menor poder de voto. Los estudios de los académicos indican que las compañías cuyos accionistas tienen derechos más sólidos tienden a obtener mayores ganancias y un mayor crecimiento de sus ventas. También descubrieron que a medida que crece la separación entre los derechos de voto y el interés económico, hay mayores probabilidades de enriquecimiento personal por parte de los tenedores de acciones con superpoderes a expensas de los accionistas promedio. Una estructura dual "lleva a una mala conducción de las empresas", agrega Andrew Metrick, profesor de finanzas en la Universidad de Yale que es coautor de un análisis sobre el tema. En su opinión, esa manera de conducir las empresas es una forma extrema de lograr que los ejecutivos no sean despedidos. El escándalo de News Corp. por las escuchas telefónicas en el Reino Unido volvió a poner el asunto sobre el tapete. El presidente ejecutivo Rupert Murdoch y su familia controlan aproximadamente 40% de los votos en la compañía. Cuando la crisis, que se venía gestando desde tiempo atrás, estalló en julio, el precio de las acciones se desplomó, la reputación de la compañía se vio muy golpeada y algunos accionistas querían ver rodar alguna cabeza. Cuando se le preguntó a Murdoch si renunciaría, durante una audiencia en el Parlamento británico, respondió que no. Los inversionistas se meten en estos matorrales y resignan poder de voto por una serie de razones. Pueden querer hacer una apuesta a los líderes fundadores; visionarios como Sergey Brin y Larry Page en Google o Mark Zuckerberg en Facebook. O los inversionistas pueden ver un gran valor en el producto y, les guste o no, las acciones dobles son la única manera de ingresar. También les puede gustar el hecho que los presidentes ejecutivos que tienen una mayoría de superpoderes de voto pueden ignorar las presiones del mercado de corto plazo —y soportar ataques de quienes quieren quedarse con el control de sus compañías— para hacer inversiones de largo plazo. La industria del cable, donde proliferó este tipo de estructura y donde lleva años que las inversiones den retornos, es un ejemplo. Este tipo de estructura podría permitir que un presidente ejecutivo —y accionistas— haga grandes apuestas y tome grandes riesgos. "Se está apostando a alguien en cuyo criterio se confía a largo plazo", dice Thomas Eisenmann de la Escuela de Negocios de Harvard. "Fue Rupert Murdoch que decidió que duplicaría sus esfuerzos en el negocio satelital. Y la gran apuesta a Fox. Este hombre ha llevado a la compañía a nuevos territorios una y otra vez. Y en muchos casos, ha tomado varios años saber si esas apuestas fueron prudentes o no", consideró. Calpers dice que tiene acciones de News Corp., que es propietaria de The Wall Street Journal, porque así lo establecía la política de inversión del fondo de seguir un índice sobre el desempeño del conjunto del mercado. Pero, de otra forma, la gente compra acciones con menos derecho a voto porque así lo elije. Es una apuesta a un líder o a un producto, con pocas alternativas si alguno de los dos deja pierde su impulso. Cuando las acciones con superpoderes de voto pasan a los herederos del fundador, una cultura empresarial puede desaparecer; los herederos tienden a querer dividendos más abundantes, no grandes apuestas de riesgo. Esto puede producir el peor de los mundos para los inversionistas: una gerencia que no quiere tirar los dados, los herederos que gastan efectivo y poco que pueda hacer al respecto el accionista promedio sin poder. Aparte de ejercer el voto más poderoso de todos: vender.

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