Crisis mal distribuida - AUMENTO EL NIVEL DE POBREZA EN ESTADOS UNIDOS (los ricos generan las crisis y los pobres pagan las cuentas)

El desempleo que no baja y una distribución del ingreso que se deteriora elevaron la pobreza a un nivel sin precedentes en medio siglo: más de 46 millones de personas bajo la línea.

De la mano del creciente desempleo y el deterioro en la distribución del ingreso, los niveles de pobreza en Estados Unidos treparon hasta el 15,1 por ciento de la población en 2010, la cifra más elevada desde 1993. El aumento de 0,8 punto porcentual con respecto al 14,3 por ciento registrado en 2009 implica que los ingresos de 2,6 millones de personas cayeron por debajo de la línea de pobreza. Los datos corresponden a la encuesta anual que elabora el organismo oficial norteamericano encargado de los censos. En total, 46,2 millones de personas no llegan al umbral de ingresos, el número más alto en los 52 años en que se realiza la investigación. Mientras tanto, los niveles de desocupación en ese país se mantienen en 9,1 por ciento. En Europa el estado de situación tampoco muestra señales de mejora. A medida que se profundizan los planes de ajuste fiscal, se agudiza la recesión económica y empeoran las condiciones del mercado de trabajo.
El proceso de concentración y polarización en la distribución del ingreso iniciado a fines de la década del ’70 –explica el economista de la Universidad de Cambridge Gabriel Palma– fue una de las condiciones necesarias que explican el estallido de la crisis financiera internacional. A lo largo de la última década esa brecha se profundizó. La población por debajo de la línea de pobreza en 2001 llegaba hasta 11,7 por ciento y en 2010 el registro alcanzó el 15,1 por ciento. El Plan de Empleos que lanzó el jueves pasado el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pretende abordar ese escenario laboral a través de recortes de impuestos que incentiven al sector privado a contratar trabajadores. También busca asegurar la extensión de los programas de ayuda a los desocupados y financiar algunas obras de infraestructura. El costo fiscal de la iniciativa que debe lograr el visto bueno de republicanos y demócratas en el Congreso asciende hasta los 447 mil millones de dólares. A pesar del entusiasmo con el que presentó el mandatario el proyecto, especialistas del Levy Institute, como Stephanie Kelton y Randall Wray, advierten que será insuficiente para reactivar la economía y mejorar la dinámica laboral norteamericana.
“No cabe ninguna duda de que la extensión de los beneficios de desempleo que se están pagando permitirá ayudar a aquellos que buscan trabajo. Pero continuar con esos desembolsos no agrega un solo dólar a la demanda agregada”, advierten Kelton y Wray. Los investigadores y docentes de la Universidad de Missouri-Kansas cuestionan el enfoque que proponen las autoridades norteamericanas para reducir los crecientes niveles de pobreza y desempleo: “El gobierno cree que puede curar el desempleo dando los incentivos adecuados a los empresarios para que contraten trabajadores. Pero esto no va a suceder hasta que las empresas vendan más. Los consumidores tampoco van a gastar más hasta que encuentren empleos”.
Por eso, a diferencia de la propuesta del presidente norteamericano para enfrentar una tasa de desempleo del 9,1 por ciento y un nivel de pobreza que asciende al 15,1 por ciento, los economistas aseguran que “los nuevos empleos deben provenir del gobierno federal, que es el único que puede hacer frente a esa situación. Estados Unidos necesita un nuevo New Deal con un amplio programa de empleo para volver a transformar al país”. La propuesta de los investigadores no es novedosa, sino que está en sintonía, por ejemplo, con el enfoque de política que impulsó la creación del Plan Jefes y Jefas de Hogar o la más reciente Asignación Universal por Hijo.

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