¿Qué le pasó a la recuperación económica de EE.UU.?
Cuando The Wall Street Journal hizo su encuesta mensual de analistas en febrero, estaban optimistas. Alentados por el ímpetu de la economía al final de 2010, predijeron que Estados Unidos crecería a una tasa anual de 3,6% en el primer trimestre, 3,4% en el segundo y el tercero, y 3,5% en el cuarto.
Esas cifras están lejos del brote de crecimiento que suele venir después de una recesión profunda, pero hubiera sido suficiente para reducir gradualmente el desempleo.
Los pronosticadores estaban equivocados. EE.UU. creció a un decepcionante ritmo de 1,9% en el primer trimestre. El gobierno probablemente informará la próxima semana que el segundo trimestre no fue mejor, quizá apenas 1,4% o 1,5%. La encuesta más reciente del WSJ revela que el pronóstico promedio para el tercer y el cuarto trimestres ha sido reducido a 3,1% y que los economistas prevén un crecimiento inferior a 3% en el primer semestre de 2012.
La semana pasada, analistas de Goldman Sachs dijeron que una nueva recesión "no (es) nuestro pronóstico, pero claramente una posibilidad dados los números recientes". Caramba.
Una hipótesis es que esto es transitorio y que EE.UU. tuvo mala suerte en el primer semestre del año. La Primavera Árabe elevó los precios de la gasolina, lo cual nunca ayuda. El tsunami y desastre nuclear de Japón descalabraron cadenas globales de suministro. Los tropiezos de Europa con su crisis de deuda soberana sacudieron a los inversionistas y empresas de todo el mundo.
Según esta conjetura, el arranque del crecimiento de EE.UU. está a la vuelta de la esquina. Demos crédito a este grupo por el optimismo, pero esta hipótesis puede calificarse de "soñar despiertos".
Una segunda hipótesis es que la culpa es nuestra.
Una versión de estas aseveraciones es que el estímulo fiscal inicial fue demasiado pequeño y la renuencia a administrar una segunda dosis fue un error.
Una versión opuesta es que, como hay muchas razones para la cautela de empresas y consumidores, cualquier cosa que aumente la incertidumbre empeora las cosas.
El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, hace 32 años escribió su tesis de doctorado sobre la incertidumbre, como recordó al Congreso hace poco. "La gente no sabe si invertir o contratar porque no saben si la recuperación continuará", dijo. "Por eso, parte de lo que podemos hacer (es) ocuparnos del entorno regulatorio, comercial, tributario y el fiscal. También queremos hacer lo que podamos para que la economía crezca más rápidamente y la gente confíe más".
La nota para esta opinión: suena más convincente, pero es difícil demostrar que diferentes políticas hubieran producido mejores resultados.
Una tercera hipótesis es que el diagnóstico esperanzado de la condición subyacente de la economía estaba errado.
Esto viene en varias partes.
El plan del gobierno del presidente Barack Obama era que el gasto del consumidor y de las empresas, así como las exportaciones, se animarían al acabar el estímulo fiscal y monetario. El estímulo está acabando, pero el sector privado no cobra impulso.
Los economistas Ken Rogoff y Carmen Reinhardt, ahora estrellas entre sus pares, mencionan siglos de datos para argumentar que las consecuencias de las crisis financieras son siempre penosas. La economía de hoy ofrece pruebas para la próxima edición de su libro.
Un corolario ofrecido por Peter Fisher, de la firma de capital privado BlackRock Inc., es que estamos en un período desconocido de alzas y bajas en la economía: "mayor volatilidad" en la jerga de Wall Street. ¿La razón? Consumidores y pequeñas empresas no pueden tomar prestado tan fácilmente como antes. Las líneas de tarjetas de crédito y préstamos respaldados por hipotecas permitieron mantener estable el gasto cuando cayeron los ingresos, igual que antes de la recesión. Cuando tienen más, gastan más; cuando tienen menos, gastan menos. El primer semestre de este año fue de gastar menos.
nota original
Esas cifras están lejos del brote de crecimiento que suele venir después de una recesión profunda, pero hubiera sido suficiente para reducir gradualmente el desempleo.
Los pronosticadores estaban equivocados. EE.UU. creció a un decepcionante ritmo de 1,9% en el primer trimestre. El gobierno probablemente informará la próxima semana que el segundo trimestre no fue mejor, quizá apenas 1,4% o 1,5%. La encuesta más reciente del WSJ revela que el pronóstico promedio para el tercer y el cuarto trimestres ha sido reducido a 3,1% y que los economistas prevén un crecimiento inferior a 3% en el primer semestre de 2012.
La semana pasada, analistas de Goldman Sachs dijeron que una nueva recesión "no (es) nuestro pronóstico, pero claramente una posibilidad dados los números recientes". Caramba.
Una hipótesis es que esto es transitorio y que EE.UU. tuvo mala suerte en el primer semestre del año. La Primavera Árabe elevó los precios de la gasolina, lo cual nunca ayuda. El tsunami y desastre nuclear de Japón descalabraron cadenas globales de suministro. Los tropiezos de Europa con su crisis de deuda soberana sacudieron a los inversionistas y empresas de todo el mundo.
Según esta conjetura, el arranque del crecimiento de EE.UU. está a la vuelta de la esquina. Demos crédito a este grupo por el optimismo, pero esta hipótesis puede calificarse de "soñar despiertos".
Una segunda hipótesis es que la culpa es nuestra.
Una versión de estas aseveraciones es que el estímulo fiscal inicial fue demasiado pequeño y la renuencia a administrar una segunda dosis fue un error.
Una versión opuesta es que, como hay muchas razones para la cautela de empresas y consumidores, cualquier cosa que aumente la incertidumbre empeora las cosas.
El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, hace 32 años escribió su tesis de doctorado sobre la incertidumbre, como recordó al Congreso hace poco. "La gente no sabe si invertir o contratar porque no saben si la recuperación continuará", dijo. "Por eso, parte de lo que podemos hacer (es) ocuparnos del entorno regulatorio, comercial, tributario y el fiscal. También queremos hacer lo que podamos para que la economía crezca más rápidamente y la gente confíe más".
La nota para esta opinión: suena más convincente, pero es difícil demostrar que diferentes políticas hubieran producido mejores resultados.
Una tercera hipótesis es que el diagnóstico esperanzado de la condición subyacente de la economía estaba errado.
Esto viene en varias partes.
El plan del gobierno del presidente Barack Obama era que el gasto del consumidor y de las empresas, así como las exportaciones, se animarían al acabar el estímulo fiscal y monetario. El estímulo está acabando, pero el sector privado no cobra impulso.
Los economistas Ken Rogoff y Carmen Reinhardt, ahora estrellas entre sus pares, mencionan siglos de datos para argumentar que las consecuencias de las crisis financieras son siempre penosas. La economía de hoy ofrece pruebas para la próxima edición de su libro.
Un corolario ofrecido por Peter Fisher, de la firma de capital privado BlackRock Inc., es que estamos en un período desconocido de alzas y bajas en la economía: "mayor volatilidad" en la jerga de Wall Street. ¿La razón? Consumidores y pequeñas empresas no pueden tomar prestado tan fácilmente como antes. Las líneas de tarjetas de crédito y préstamos respaldados por hipotecas permitieron mantener estable el gasto cuando cayeron los ingresos, igual que antes de la recesión. Cuando tienen más, gastan más; cuando tienen menos, gastan menos. El primer semestre de este año fue de gastar menos.
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