El día que puede definir la suerte del euro

Mientras en Washington demócratas y republicanos siguen negociando a contrarrelojclic un acuerdo que evite que el gobierno de Estados Unidos entre en cesación de pagos, los líderes de los países de la eurozona se reúnen este jueves en Bruselas para tratar de resolver la crisis de la deuda de Grecia y evitar que esta se extienda a otros países del Viejo Continente.


Analistas indican que es un día clave para el futuro del euro, quizás el más importante desde la creación misma de la moneda única europea.
Sobre la mesa de discusión en la capital belga habrá diversos clic clic asuntos clave, entre ellos el segundo paquete de rescate griego y el papel que los inversores privados deberán jugar en una hipotética reestructuración de la deuda helena.
Además, algunas informaciones llegadas desde Bruselas señalan que los líderes europeos también discutirán la posibilidad de imponer una nueva tasa a los bancos con la que financiar el recate griego.
Pero pese a lo apremiante de encontrar una solución a los problemas del gobierno de Atenas, la canciller alemana, Angela Merkel, ha dejado claro que no se debe ser excesivamente optimista sobre los resultados que producirá la cumbre.
Merkel se reunió este miércoles con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, para pactar una postura común sobre el rescate griego.
Sin que hayan trascendido los detalles del acuerdo, en medios alemanes aseguraron que Merkel defendió ante Sarkozy la propuesta de implicar a los acreedores privados -banca y aseguradores- en el rescate, algo que no es del agrado del BCE y de varios países de la eurozona.
"La situación es muy grave"
Grecia recibió su primer paquete de ayuda en mayo del año pasado, pero la crisis de la deuda no se ha frenado y la desconfianza de los mercados financieros no ha dejado de aumentar, llegando incluso algunos a sugerir que lo que está en peligro es la propia supervivencia del euro.
Los gobernantes europeos y los mercados están reclamando que se alcance un acuerdo lo antes posible para evitar daños mayores.
El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, en una declaración que demuestra lo crucial del momento, aseguró que "nadie debe hacerse ilusiones" ya que "la situación es muy grave".
"Hemos de encontrar una respuesta. De lo contrario, las consecuencias negativas se sentirán en todos los rincones de Europa y más allá", dijo Barroso.
Y la preocupación no se queda en los líderes de la eurozona.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió este martes que la crisis de la deuda amenaza no solo a Europa sino también a la recuperación de la economía global.
El organismo aseguró que "el contagio podría ser amplio si las tensiones en los países de la zona euro en crisis se trasladan a otros miembros", en una referencia velada a España e Italia, que en las últimas semanas han visto como los costes de financiar su deuda se han disparado.
Mientras, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, telefoneó a la canciller alemana el martes por la noche para hacer hincapié en la importancia de solucionar la crisis para no arruinar la débil recuperación de la economía global.
Pero pese a los llamados a que se encuentre una solución lo antes posible, las diferencias entre los líderes europeos para hacer frente al problema siguen ahí.
¿Diferencias reconciliables?
Parece haber consenso en que Grecia necesita un segundo paquete de rescate, que sería de una envergadura similar al aprobado en 2010, que ascendió a US$156.000 millones.
Sin embargo, también hay una unanimidad creciente en que un nuevo paquete no será más que un parche que servirá para ganar tiempo pero que no solucionará los problemas fundamentales del endeudamiento griego.
Atenas ya ha implementado medidas de de austeridad de gran envergadura, incluyendo aumentos de impuestos, recortes en el gasto y venta de activos públicos.
Pero muchos creen que eso no será suficiente y afirman que la única forma de solucionar el problema griego es reestructurando su deuda.
Alemania quiere que los inversores privados participen en la reestructuración dando más tiempo a Atenas para devolver lo que debe, mediante la creación de nuevos bonos con una fecha de vencimiento más tardía.
Pero el Banco Central Europeo se opone frontalmente a ello y asegura que eso supondría una cesación de pagos en toda regla a la vista de las agencias de calificación crediticia, lo que dañaría la confianza de los mercados en el euro.
Según señala el editor de economía de la BBC, Andrew Walker, una alternativa para hacer que los inversores participen en el paquete de ayuda sería crear un gravamen para los bancos, algo que podría ser discutido este jueves en Bruselas.
En cualquier caso, una medida de este tipo no será muy popular entre las instituciones financieras del Viejo Continente.
Son todas estas discrepancias las que explicarían el escepticismo de Angela Merkel sobre los resultados de la cumbre de este jueves.

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