China debe contener sus nervios por la inflación

¿Ha perdido Pekín su firmeza a la hora de combatir la inflación? Ojalá que no.
Los precios de consumo siguen creciendo, incrementándose un 5,5% interanual en mayo, el ritmo más alto desde verano de 2008.
El cambio secuencial no es menos alarmante. Yu Song, economista chino para Goldman Sachs, afirma esto después de que los precios --ajustados a efectos de calendario-- aumentaron un 6,0% mensual en términos anuales en mayo, frente a la subida del 3,7% en abril.
Las señales tempranas de junio nos dicen que las presiones de los precios no desaparecen. Los datos muestran que los precios de los productos agrícolas, que representan más del 30% de la cesta del IPC de China, siguieron encareciéndose en los primeros días del mes.
El Gobierno, que debería estar endureciendo su política monetaria, en realidad la ha estado relajando en silencio. Durante siete de las últimas ocho semanas, el Banco Popular de China ha empleado operaciones regulares en el mercado abierto para inyectar liquidez al sistema.
En total, ha inyectado US$105.000 millones adicionales en fondos en los bancos chinos, casi tanto como la cantidad que eliminó del sistema con los dos últimos incrementos la proporción de requisitos de reservas.
El mini cambio de dirección en la política podría reflejar los temores a que el endurecimiento se esté realizando antes de lo previsto, o que el crecimiento haya perdido fuerza. Pero ninguno de ellos resistirá un análisis minucioso.
Los tipos interbancarios a corto plazo se han disparado, con el tipo aumentando hasta el 4,6% a principios de junio frente al 3% de principios de mayo, lo que ayuda a explicar la decisión del Banco Popular de China de relajar las condiciones del mercado monetario. Pero los factores extraordinarios son los culpables de esta situación, no el cambio estructural.
La búsqueda de efectivo tras la migración estacional de los depósitos estatales desde el sistema de banca comercial hacia el banco central explica parte del incremento de los tipos a corto plazo. No justifica una reacción desproporcionada.
El aumento de la oferta monetaria sigue ralentizándose y los nuevos préstamos en mayo descendieron considerablemente desde abril. Pero el aumento de los préstamos no reflejados en el balance general --que los bancos canalizan a través de compañías fiduciarias, que no salen en los datos de nuevos préstamos-- y el incremento de los productos de gestión de la riqueza --utilizados en lugar de los depósitos directos, que no se ven reflejados en los datos de oferta de dinero-- significa que las cifras oficiales probablemente exageran el alcance real del endurecimiento.
La ralentización del crecimiento es real y es consecuencia del endurecimiento de la política monetaria. En el pasado, cuando el Gobierno chino ha tenido que elegir entre crecimiento e inflación, el crecimiento ha ganado este pulso en la mayoría de ocasiones.
Pero esta vez, no debería ser así. La desaceleración no muestra ningún indicio de llevar a un impago: el crecimiento de la producción industrial se mantuvo estable en el 13,3% interanual en mayo, virtualmente sin cambios frente a abril. Pero ante el incremento de los salarios y las elevadas expectativas de inflación de los hogares, será difícil volver a meter el genio de la inflación de nuevo en la botella una vez liberado.
Los elevados datos del IPC del martes deberían reforzar la determinación del Gobierno de seguir centrado en controlar los precios y renovar las expectativas del mercado de más endurecimiento este verano.

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