Mossad israelí, cada vez más visible en nuestra región

Los servicios secretos israelíes, el Mossad, está cada vez más presente en Latinoamérica. Actúa aquí como colaborador de la CIA y sus colaterales. Apoya a golpistas, vende armas, entrena militares, obstaculiza a la justicia, espía ilegalmente, etc.



El Mossad o Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales fue fundado en 1951 por los dirigentes israelíes para consolidar su estado creado tres años antes. En una primera época, largamente concluida, sus operaciones se centraron en Medio Oriente, en la guerra contra los palestinos y países árabes, asesinando a dirigentes mediante atentados no firmados pero que dejaban su huella digital.

No es que esa actividad haya cesado. En los últimos años fueron asesinados cinco científicos iraníes relacionados con el programa nuclear que tenía fines pacíficos como la producción de energía y de medicamentos. Uno tras otro, con bombas en sus vehículos y a tiros, esos académicos fueron ultimados. El Mossad organizó y consumó esos crímenes, más crímenes que nunca luego que Teherán firmara con el grupo de 5+1 (miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania), un acuerdo de limitación del enriquecimiento de uranio y de verificación de sus plantas nucleares.

Cabría subrayar que Irán no posee armas atómicas, en tanto Israel sí las tiene, en número cercano entre 200 y 300. Teherán es firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear mientras Tel Aviv no lo hizo. El país islámico ha autorizado inspecciones a sus plantas pese a lo cual sufrió sanciones, los israelíes nunca permitieron visitas a su planta del Negueb sin que nadie les aplicara ni una módica multa.

Algunos periodistas argentinos de origen judío estiman que el arsenal atómico de Israel cuenta entre 270 y 400 ojivas nucleares (Walter Goobar, Miradas al Sur, 29/12/2013). Lo sobresaliente de esa nota de Goobar, alguien a quien nadie podría culpar de tener simpatías por Irán, comienza por el título: "Argentina facilitó uranio para la bomba nuclear israelí". Documenta que "Foreing Policy (revista estadounidense) revela que en 1964 Israel compró en Argentina entre 80 y 100 toneladas de 'torta amarilla': polvo de uranio necesario para fabricar una bomba nuclear. El hecho fue mantenido en secreto por Estados Unidos".

Esa complicidad estadounidense habría mudado a sanciones y hasta agresiones militares si la venta hubiera sido hecha por Buenos Aires a Teherán, La Habana o Pyongyang. Como era para el régimen israelí, su estrecho aliado en Medio Oriente, estaba todo bien...

Memorando viene aclarando.
En esa adquisición de la torta de uranio enriquecido a Argentina, las cosas al Mossad le salieron bien, como en 1960, durante el gobierno de Arturo Frondizi, en el operativo de captura en Buenos Aires y regreso a Israel del nazi Adolf Eichman, legítimamente ajusticiado.

Pero algunas operaciones de los servicios israelitas no vienen siendo exitosas. Producido el atentado terrorista contra la mutual judía de la AMIA, en julio de 1994, del que se cumplirán veinte años, el Mossad y la CIA vinieron a "colaborar" con la investigación, con la autorización del presidente Carlos Menem. Esos servicios no estaban interesados en llegar a la verdad de lo ocurrido en Pasteur 633 sino en plantar pruebas falsas para acusar a Irán y a su aliada Hisbollah de El Líbano.

Ese cometido, de desviar las culpabilidades, fue alcanzado al inicio con la desastrosa instrucción del juez Juan José Galeano, intoxicado por el accionar de espías israelíes y norteamericanos. Luego ese poco fiable material fue refritado por el fiscal Alberto Nisman, un funcionario alineado con las cúpulas de la DAIA y la AMIA, con las embajadas de Israel y Estados Unidos, y el lobby sionista del Capitolio.

Hasta allí podía decirse que la labor del Mossad iba a terminar con una nota sobresaliente, con la acusación final contra cinco personalidades iraníes como supuestas responsables del atentado a la AMIA. Interpol les extendió "tarjeta roja" y serían aprehendidos en caso de salir de su país. En la lista original de imputados por esa justicia tan venal estaban también el ex presidente iraní Ali Rafsanjani y el ex embajador en Argentina, Soleinmanpour, detenido brevemente en Londres y luego liberado por la escandalosa falta de pruebas.

Sin embargo esa actuación de Mossad puede terminar en un fracaso monumental. Es que Irán y Argentina firmaron en enero de 2013 un Memorando de Entendimiento para que el juez argentino Rodolfo Canicoba Corral -y eventualmente Nisman- pueda interrogar en Teherán a los cinco sospechosos, en el marco de una Comisión de la Verdad con cinco jueces internacionales. La cancillería persa, tonificada por la victoria del acuerdo semestral ya mencionado con el grupo 5+1, ha reiterado que el Memorando está en plena vigencia y que espera se forme la Comisión de juristas en 2014. Si esto se materializa, las mentiras del Mossad caerán con estrépito.

Metidas de pata.
Esa injerencia del Mossad en los asuntos internos de Argentina tuvieron más realce luego de las declaraciones del ex embajador israelí en Buenos Aires. Itzhak Aviran declaró a principios de enero a la Agencia Judía de Noticias (agencia oficial local de ese país), que "la gran mayoría de los culpables ya está en el otro mundo y eso lo hicimos nosotros".

La cancillería israelí lo contradijo, por razones que a continuación se expondrán, pero otro ex embajador en Buenos Aires, Daniel Gazit, también opinó en el mismo sentido que su colega. ¿Por qué la cancillería de Avigdor Lieberman trató de quitar entidad a esas confesiones de sus diplomáticos? Por la sencilla razón de que dejaban en pésima posición al gobierno de Benjamin Netanyahu.

Primero, confirmaría una verdad de Perogrullo mundial, de que el Mossad anda repartiendo muerte y atentados por el mundo, aún cuando nadie le haya otorgado semejante potestad. Si existiera una verdadera organización de Naciones Unidas, y no el mamarracho actual, una confesión de esa índole podría dar lugar a severas sanciones.

Segundo, Aviran y Gazit dejaron en offside al Mossad, la cancillería israelí y las direcciones cupulares de la DAIA y AMIA. El servicio habría asesinado a los supuestos atacantes de la AMIA, y los israelíes locales y cómplices siguieron adelante con casi veinte años de desviadas e inútiles procesos judiciales. Se burlaba así el deseo de justicia de los familiares de los 184 muertos y se acusaban injustamente a ciudadanos iraníes, afectando la credibilidad de Irán y las relaciones bilaterales con Argentina.

Y tercero, se comprobaba la inocencia de los ocho iraníes. En efecto. Rafsanjani, Vahidi, Rabbani y todos los demás acusados están vivos. Si Israel dice que el Mossad ya mató a los culpables, quiere decir que aquéllos no lo eran.

Uno de los mayores abochornados por las declaraciones de los ex embajadores fue el fiscal Nisman. Quedó en ridículo e hizo llegar vía cancillería argentina un pedido de informes a la embajada para que Aviran le conteste. No lo hará. Que el fiscal prepare sus pobres acusaciones lo mejor que pueda y se disponga a viajar con Canicoba Corral a Teherán para interrogar a los sospechosos. Allí no lo espera la cárcel, como dijo, victimizándose. Lo aguarda el oprobio de no poder demostrar nada de lo que escribió en miles de fojas con que satanizó al quinteto persa.

Flor de negocios.
El Mossad dirigido en 2013 por Tamir Pardo, en forma institucional o bien por medio de militares y empresarios que han militado en sus filas, aumentó su presencia en los ámbitos políticos y militares regionales.

Israel tiene firmado convenios militares con Colombia, Perú y Panamá. En la primera, ya en los '80 la empresa del ex oficial Yair Klein instruía a grupos paramilitares que dieron lugar a las Autodefensas Unidas de Colombia, de los hermanos Carlos y Fidel Castaño, y Salvatore Mancuso, responsables de decenas de miles de asesinatos. Ya con el estadounidense "Plan Colombia", a partir de 1999, las empresas israelitas y el Mossad se involucraron más en el conflicto interno. El ministro de Defensa, un tal Juan Manuel Santos, viajaba a Tel Aviv cada dos años para comprar aviones Kfir, bombas, fusiles, etc. En julio de 2008, Rodolfo Sánchez Mena publicó en Kaos en la Red que "la compañía privada Global CST, fundada y presidida por Israel Ziv, está compuesta por varios generales y ex oficiales de Israel que tienen un contrato oficial con el Ministerio de Defensa de Colombia desde hace un año y medio, y cobran 10 millones de dólares por sus servicios de asesoría contrainsurgente".

Por supuesto, desde esa base colombiana los israelíes aportaron cuanto pudieron para derrocar al gobierno de Venezuela del entonces presidente Hugo Chávez.

Cuando en 2009 se produjo el golpe de Estado en Honduras, se supo que el general Jacob Levi y el oficial Jehad Leiner, miembros del Mossad, dirigían la represión de los golpistas contra el pueblo hondureño.

En agosto de 2013 Horacio Cartes asumió la presidencia de Paraguay. Hasta ese momento su custodia personal eran cinco agentes del Mossad, más otros que "cuidaban" a su familia y sus poco transparentes empresas. Luego recibió en su residencia privada a la embajadora itinerante israelí Dorit Shavit y a oficiales del Mossad (foto). Antes Cartes había encargado al servicio israelita una misión muy interna: el relevamiento de la región norte, los departamentos de San Pedro, Concepción y Amambay, donde supuestamente opera el Ejército del Pueblo Paraguayo.

Se sospecha que con la excusa de combatir esa guerrilla, el Mossad y la CIA quieren instalarse en la zona del Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua potable del planeta.

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