Batacazo de la ultraderecha en Gran Bretaña - EL PARTIDO ANTIEUROPEO Y ANTIINMIGRACION UKIP FUE EL GRAN TRIUNFADOR DE LAS ELECCIONES MUNICIPALES

El laborismo mejoró su performance y el gran perdedor fue la coalición conservadora-liberal demócrata y, en particular, el primer ministro David Cameron. El temor a una “invasión de Bulgaria y Rumania”, próximos a sumarse a la UE.


Desde Londres
El laborismo ganó, los conservadores perdieron, pero el gran triunfador de las elecciones municipales es un partido antieuropeo y antiinmigración: el UKIP. El electorado asestó un duro golpe a la coalición conservadoraliberal demócrata y, en particular, al primer ministro David Cameron, inclinándose por este partido, marginal hasta el estallido financiero de 2008, o por la oposición laborista.

La campaña del UKIP se centró en los fantasmas que aparecen cuando hay serios problemas económicos: la invasión de extranjeros y la pérdida de la identidad nacional. El UKIP se cansó de proclamar a los cuatro vientos que con la actual pertenencia a la Unión Europea unas 27 millones de personas iban a invadir las islas para aprovecharse de la generosa cobertura social y médica británica.

Estas cifras se basan en que el 1º de enero del año próximo Rumania y Bulgaria se convierten en miembros plenos de la UE con completa libertad de desplazamiento para sus ciudadanos. Solo después de los comicios, el líder partidario Nigel Farage, reconoció que las dos naciones no se mudarían en su totalidad y que –según las proyecciones partidarias basadas en lo sucedido cuando Polonia ingresó en la UE– la invasión sería de unas 400 mil personas. La aclaración ya no importaba. Insulares y amedrentados por la más fuerte caída del nivel de vida de las tres últimas décadas, muchos británicos le habían dado el voto.

En el contexto de la actual crisis –dos recesiones desde 2010, estancamiento y nulas expectativas para este año– la elección de unos 2300 concejales en unos 34 municipios, la mayoría en el sur (exceptuando Londres) y la zona central de Inglaterra, se consideraba un termómetro de la actualidad política. El laborismo consiguió un 29 por ciento de los votos, los conservadores un 25 por ciento, el UKIP un 23 por ciento y los liberal-demócratas un 14 por ciento. En un país dividido en un norte laborista y el sur conservador, salvo por la capital, el líder laborista Ed Miliband destacó las victorias que lograron en Hastings y otras zonas municipales del sur como prueba de que pueden triunfar en las elecciones generales.

Los conservadores anticipaban una fuerte derrota, pero temían un umbral: la pérdida de 300 concejales. El fantasma se cumplió con creces: perdieron más de 320. El primer ministro David Cameron indicó que comprendía la frustración de los votantes. “Entiendo por qué gente que nos apoyaba no nos apoya ahora. Vamos a tomar las medidas necesarias para recobrar ese apoyo”, señaló Cameron.

La estrategia de los conservadores para lidiar con el fenómeno UKIP es un endurecimiento de la política inmigratoria y europea. En el discurso a la reina de la semana próxima, que contendrá los planes gubernamentales para el resto del año, los conservadores presentarán una nueva ley inmigratoria con fuertes limitaciones para el acceso de los extranjeros a la salud, la vivienda y los servicios sociales. En una movida que pondrá los pelos de punta a sus socios europeos, Downing Street ha sugerido que el primer ministro no se opondría a que un parlamentario conservador presente un proyecto de ley para que haya un referendo sobre la pertenencia británica a la UE en 2017.

En los días previos a las elecciones, los conservadores calificaron al UKIP de “clowns, lunatics and fruitcakes” (payasos, lunáticos y pastel de frutas o locos). El líder del partido Nigel Farage recordó estos epítetos con una carcajada. “Nos llamaron de todo. El mismo establishment que arruinó el país. Ahora se tendrán que acostumbrar a que somos una permanente presencia en el paisaje político”, indicó posicionándose como el “outsider”. La agenda partidaria del UKIP tiene todos los tópicos de la derecha dura. El partido independentista propone un “divorcio amigable” con la Unión Europea adoptando tratados especiales como los que tienen Noruega o Suiza, un congelamiento inmigratorio, una tasa impositiva única para toda la sociedad sin que importe el nivel de ingresos, duplicación del número de prisiones y aumento del gasto de defensa.

La pregunta es hasta dónde toda esta agenda influirá no solo en los conservadores sino en los laboristas. Dada las peculiaridades del sistema electoral británico que no es proporcional –el Parlamento no refleja la cantidad de votos de cada partido, sino la cantidad de distritos electorales que gana cada agrupación– los laboristas necesitan hacer pie en el sur para ganar una mayoría a nivel nacional. En las últimas semanas han adoptado una agenda más dura en cuestiones inmigratorias y se estima que apoyarán con solo algunas objeciones el proyecto de nueva ley inmigratoria: la posición blanda del laborismo entre 1997 y 2010 es considerada un factor en su derrota en las últimas elecciones. Como en otros países europeos, los vientos de la crisis están allanando el camino a una agenda de derecha.

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