PROYECTO POLÍTICO #forexarg #divisasweb @affunes

Por Alfredo Zaiat
no implementó el sistema de control de compra de dólares, limitaciones a las importaciones con planes de compensación con exportaciones y la recuperación de la petrolera nacional YPF, que pasó a control del Estado.



Estas medidas apuntaron a alejar la restricción externa con la meta de mantener el superávit comercial y de ese modo poder defender el objetivo C+E del proyecto político de la economía kirchnerista. Y se desplegaron cuando se había acercado peligrosamente la perturbadora restricción externa. Antes “no existió una política sustitutiva sustantiva entre 2002 y 2008 que haya tenido como objetivo fortalecer y robustecer la matriz productiva nacional, además de combatir la escasez de divisas”, señalan Nahuel y Silvio Guaita. Las iniciativas vinculadas con el dólar, YPF y las importaciones, a diferencia de otras como la AUH, el fin de las AFJP o el pago al FMI, tienen un período de maduración para alcanzar las metas más prolongado. La sustitución de importaciones como el cierre de la brecha del comercio exterior energético demanda un tiempo hasta obtener resultados, lo que genera un espacio de transición con incertidumbre y reacomodamiento en el funcionamiento diario de la economía. La opción de comprar dólares se ha convertido en un caso particular por la compulsión a la fuga de capitales de los grupos con excedentes de capital, comportamiento que se constituyó en una restricción adicional a la externa existente.

La propuesta para eludir la restricción externa por parte de la ortodoxia es el endeudamiento externo y la devaluación. Esta última opción es también la sugerida por un sector de la heterodoxia. Ambas alternativas fueron descartadas en la economía kirchnerista porque no aseguran defender el C+E, ni en el corto ni en el mediano plazo, además de afectar la sustentabilidad política del Gobierno por sus impactos negativos inmediatos en el frente sociolaboral.

Alejandro Robba, ex subsecretario de Coordinación Económica, explica que el Gobierno no eligió la devaluación porque hubiera disminuido el salario real, aumentado los precios y precipitado una recesión. Efectos que hubieran erosionado la base de la economía kirchnerista que, a la vez, enfrenta el desafío de mantener la competitividad del tipo de cambio. Esto último junto a la promoción de exportaciones y la sustitución de importaciones son tres instrumentos clave “que pueden implementarse conjuntamente para relajar la brecha externa y poder garantizar ondas largas de crecimiento sostenido”, afirman Nahuel y Silvio Guaita.

La economía kirchnerista colisiona entonces con los grupos de poder económico tradicionales porque, para sostener el C+E, está obligada a impulsar medidas que los perjudica en su conducta habitual de dolarizar ganancias a la espera de la devaluación. Cuando dolarizan sus excedentes de capital y los fugan, esos sectores se independizan del destino económico local, apostando a capturar una ganancia patrimonial adicional con crisis cíclicas gatilladas por devaluaciones. Por ese motivo presionaron, antes y después de las elecciones presidenciales, por un fuerte ajuste del tipo de cambio para así mejorar sustancialmente su poder adquisitivo doméstico con los dólares acumulados, como así también para disminuir el salario real.

La respuesta oficial fue frenar la venta de dólares, limitar importaciones, no devaluar ni endeudarse. Medidas que fueron ordenadas no como parte de un modelo de laboratorio, sino con el conocido sello de urgencia del proyecto político de la economía kirchnerista.

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