Cambio de hábitos del principal vecino - BRASIL DEVALUA EL REAL PARA RECUPERAR COMPETITIVIDAD

De un esquema de altas tasas, atraso cambiario y expansión fiscal, Brasil mudó a un escenario de tipo de cambio en alza, baja de tasas y ajuste del gasto, que mejora su performance externa, pero aún no consiguío impulsar su crecimiento. No son buenas noticias.



Brasil modificó su “combo” de política macroeconómica: pasó de un esquema de altas tasas de interés, atraso cambiario y expansión fiscal a una situación de aumento del tipo de cambio, reducción de tasas y ajuste del gasto. En ese escenario, la cotización del dólar en el país vecino llegó ayer a superar los 2 reales, aunque terminó en 1,99, su valor de cierre de jornada más alto en los últimos tres años. La devaluación del real no favorece las exportaciones desde la Argentina, ya que encarece en términos relativos los productos locales en ese destino. Sin embargo, el factor más importante para la economía local es el crecimiento brasileño que, más allá de un nivel de tipo de cambio apreciado o depreciado, tracciona el nivel de actividad argentino. Por eso, el principal desafío proveniente de Brasil para la política macroeconómica nacional no reside en la devaluación del real en el país vecino, sino en la fuerte desaceleración económica que atraviesa el principal socio comercial, reconocen en el Ministerio de Economía y el Banco Central.

El estancamiento de Brasil, a pesar de la devaluación que convalida el gobierno, pone en duda la “efectividad” del reclamo difundido entre los distintos sectores del establishment económico sobre la necesidad de que la Argentina convalide una suba del tipo de cambio. La cotización del dólar en Brasil acumula una devaluación del 7,6 por ciento desde que empezó el año. Pero el precio de la divisa alcanzado ayer, de 1,99 reales, representa un alza del 29 por ciento si se la compara con el valor alcanzado a fines de julio del año pasado, cuando la cotización llegó a su mínimo desde 1999. Sin embargo, en el actual escenario recesivo de la economía internacional, la sostenida devaluación del tipo de cambio no se traduce, como sugieren las recetas ortodoxas, en un impulso del nivel de actividad del país vecino y, por lo tanto, tampoco tracciona la economía argentina.

Los indicadores de actividad industrial que elabora el IBGE, instituto estadístico brasileño, reflejan una caída acumulada del 3,1 por ciento en el año y, aunque la desocupación se mantiene en niveles bajos, el empleo industrial cedió 1,2 por ciento en marzo pasado, con relación al mismo período de 2011. Hasta ahora, el principal efecto que recibe la economía del país vecino de la devaluación es una leve aceleración en la dinámica de precios.

La economía argentina mantiene niveles de crecimiento que se ubican por encima de la mayoría de los países del mundo. Sin embargo, el país experimenta desde principios de 2012 una ralentización en relación con los extraordinarios niveles de crecimiento alcanzados en los últimos años. En términos bilaterales, la devaluación de Brasil perjudica las exportaciones locales industriales, ya que las hace más caras para los importadores del país vecino. No obstante, la desaceleración que experimenta el país vecino es un factor más significativo para la industria local que el precio del dólar. La producción manufacturera argentina, y el nivel de actividad en general, atraviesa, desde principios de año, un menor dinamismo que se refleja en el comportamiento de las cuentas externas. En el primer trimestre, el superávit comercial argentino llegó a 1077 millones de dólares, un alza del 108 por ciento. Ese comportamiento responde a la importante estrategia comercial defensiva desplegada por el Gobierno y, fundamentalmente, a la desaceleración industrial.

Hasta fines del año pasado, el gobierno de Brasil convalidó un proceso de apreciación del tipo de cambio real que beneficiaba la exportación de los productos argentinos. Al mismo tiempo condujo a la reprimarización y desindustrialización de la estructura productiva brasileña, aunque el impacto sobre los sectores populares se amortiguó a partir de política de ingresos y la inversión pública.

La “fortaleza” del real frente al dólar era el resultado del manejo de la política monetaria: el Banco Central de Brasil establecía una de las tasas de interés más altas del mundo, lo que incentiva un fuerte ingreso de capitales especulativos que presionan a la baja el valor del dólar. A pesar del éxito para contener los aumentos de precios, esa orientación afectó al crecimiento del PIB de Brasil y el comportamiento exportador industrial. En Brasil, la cuenta corriente es deficitaria. El resultado negativo ascendió entre enero y marzo hasta 12 mil millones de dólares, dos mil millones menos que el año pasado. La preservación de ese resultado negativo, por ahora, no genera problemas de financiamiento por la fuerte entrada de capitales. Además, una parte del impacto de la apreciación cambiaria sobre la estructura productiva es atenuada por las tasas subsidiadas para la exportación que ofrece el banco de desarrollo y la vigencia de los estímulos fiscales y estaduales.

Frente al escenario de crisis y desaceleración, Brasil cambió la configuración de su política macroeconómica: bajó las tasas de interés y permitió la devaluación del real, al tiempo que busca contener los aumentos de precios vía ajuste fiscal. Por ahora, esa estrategia no arroja resultados positivos en materia de crecimiento económico y empleo. La incógnita entre los funcionarios argentinos es si la devaluación del país vecino responde a la coyuntura, como sucedió en 2008-2009, cuando en un contexto de recesión global aplicó políticas similares, y luego volverá a su esquema anterior. O si se trata de un cambio en la política macroeconómica que tiene como objetivo reactivar la economía local y proteger el mercado interno aunque, todavía, no se observen resultados en ese sentido.

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