Un remedio que frena la actividad

El futuro presidente del Banco Central Europeo (BCE), el italiano Mario Draghi, aseguró ayer que los países de la Eurozona deben esperar nuevas subas de las tasas de interés por las crecientes presiones inflacionarias. En un congreso económico organizado en Berlín por la Unión Demócrata Cristiana de la canciller Angela Merkel, Draghi advirtió que esta medida es necesaria en la zona del euro porque “la inflación puede socavar la solidez del crecimiento económico”. El 7 de abril el BCE ya subió la tasa de 1 a 1,25 por ciento.
Cuando estalló la crisis financiera en el segundo semestre de 2008, el BCE llevó la tasa a un piso del uno por ciento, su nivel más bajo de la historia, y lo mantuvo hasta abril de este año. La decisión de comenzar a subir la tasa afectará el crecimiento de la eurozona, pero las autoridades consideran que la inflación es un mal mayor. Esta opción también repercutirá en mercados emergentes donde se encarecerá el crédito por el menor flujo de fondos que puede provocar el mayor incentivo a depositar en los países centrales.
Draghi recordó que el BCE prevé un repunte de los precios del 2,5 por ciento este año a causa del encarecimiento de la energía y de las materias primas, por encima del 2 por ciento considerado como guía por la institución. Este economista de 63 años, que preside el Banco Central Italiano desde enero de 2006, accederá a la presidencia del BCE en octubre, cuando concluya el mandato del actual responsable de la autoridad monetaria europea, el francés Jean-Claude Trichet. Su candidatura, que cuenta con el apoyo del eje franco-alemán, será formalizada en la cumbre de líderes de la Unión Europea del mes próximo.
Draghi agregó que es imperativo que los países miembro de la Eurozona contengan el déficit público que afecta sus finanzas y subrayó que la situación de las entidades bancarias privadas se ha estabilizado desde la caída de LehmanBrothers en 2008. “El sistema financiero se encuentra en proceso de recuperación”, afirmó.
Ese proceso de recuperación al que hace referencia fue de la mano de una mayor concentración. A principios de 2007, el Banco Central Europeo tenía registrados 8925 bancos, cajas, cooperativas y financieras en la Unión Europea. Mientras que en marzo de este año quedaron 8167. Las fusiones, absorciones y liquidaciones dejaron 758 firmas menos. Otro de los saldos que dejó la crisis fue la entrada del Estado en el capital de varias entidades financieras. En Irlanda el Tesoro tomó el control tanto del Bank of Ireland como de la entidad nacida de la fusión de Allied Irish Banks y Educational Building Society. En el Reino Unido ocurrió lo mismo con Lloyds Banking Group y Royal Bank of Scotland. A su vez, Holanda tomó participaciones de peso en ING y Alemania en Commerzbank.

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